Capítulo 26 - Sorpresa negativa

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Aquella sorpresa sirvió para mucho, tenía la respuesta a muchas cosas. Era el padre de Philip, esto era increíble, de no creer, pero, ¿Qué hacía el padre de Philip acá?
El pensó que yo era Philip, por lo que al principio me trató como su hijo, pero, cuando detalló mejor, se dio cuenta de que era yo, Miguel, y lo único que hizo fue preguntar por Philip.

-Sí, respecto a él... se lo han llevado. El auto chocó, y los secuestraron.

-Ven, acompáñame.

Aún no confiaba mucho en él, era mucho tiempo el que había pasado desde que todo inició.
Subí a un auto con él.

-¿Sabe algo de mis padres?

-Se supone que están bien, todos lo están. Se encuentran en un búnker, y no pueden salir.

-Entonces, ¿Usted... ?

-Sí, yo. Me enviaron a buscar soluciones. -Dijo él, un poco nervioso-.

Eso no me convenció, y, empecé a dudar, pero bueno, al fin y al cabo es el padre de Philip.
Me llevó a una especia de 'resistencia', donde tenían de todo, y lo único malo era el clima tan frío. Era una especie de aldea. Todos me veían raro, como si fuera un fenómeno. Mi cara y partes de mi cuerpo aún quemado no ayudaban de a mucho.
Me llevó a donde su 'líder', y, era una chica. Quedé muy sorprendido. El mundo es un pañuelo cuando es el fin del mundo.

Aquella chica estudió con nosotros en América, pero se fue a mitad de año sin explicación. Se llamaba Andrea. Su padre era el dueño de una empresa de medicamentos. Empecé a organizar todo en mi cabeza y, quizás ella sabía algo. Alguna idea de cómo parar esto.
Ella me vio, y, muy sorprendida, se paró de donde estaba, y, corrió a abrazarme, como si fuéramos hermanos, lo raro era que no hablábamos casi.

-Miguel, Miguel, el mismo de la escuela en Estados Unidos, ¿No?

-Y tú eres Andrea, ¿No?

Me llevó a otro lugar donde no había nadie, y me dijo que tenía que hablar conmigo. Primero me preguntó por mi vida, preguntó el cómo de estar ahí, y le conté toda la historia. Al igual ella a mí, contó su historia, y efectivamente, salvaron o, trataron de hacerlo, sólo con algunos.
Habló de la purificación, y fue ahí donde puse mucha atención. La interrumpí, y, le dije que sólo hacían falta algunas partes para la reconstrucción de aquella máquina que nos salvaría.
Ella dio la orden de que su gente fuera a buscar las cosas. Ahora haríamos un equipo, o algo así.
Le entregué una radio, así nos comunicaríamos. Me despedí de Andrea, y del padre de Philip, ahora iría en busca de los chicos, sólo yo, pero el padre de Philip dijo que iría también, entonces Andrea preguntó, y se dio cuenta de que los que tenían a los chicos, estaban acá. El padre de Philip se sorprendió, y corrió directo a buscarlos, y yo le seguí el paso.
Andrea nos guió muy apenada, con vergüenza.
Y sí, al llegar, ellos estaban ahí, un poco maltratados, así que el padre fue corriendo por Philip, y eso fue suficiente para que Philip se sintiera mejor. El padre y el hijo tuvieron su momento.
Fue entonces cuando nos llamaron del mismo lugar, era una especie de reunión, donde hablaron a cerca de las posibilidades de seguir con vida después del gran accidente que viene, y la conclusión fue que casi nadie podría hacerlo, y que aquellos que lo hicieran, deberían repoblar el mundo, en uno donde no habría casi vida, donde los elementos, los recursos eran demasiado limitados.

-No tenemos tiempo qué perder. Vamos, tenemos trabajo por hacer. -Les dije a los chicos-.

-Miguel, no te vayas sin esto. -Dijo Andrea, entregándome  en varias bolsas lo que faltaba para la reconstrucción de la máquina-. Mucha suerte con eso, confiamos en ustedes. Y, si necesitan gente, sólo díganlo.

Salimos del lugar directo a reconstruir la máquina.
Andrew se encargó de eso, junto con varios hombres del clan 'vecino'.
Era preocupante pensar en que no podríamos seguir, y que todo llegaría a un fin. Teníamos que tener un poco de fe.
Por ahí se escuchó el rumor de que había un lugar en el océano donde la vida se conservaría después de todo, pero, para mi era sólo un mito, una leyenda post-apocalíptica, o quizás no.
Fue entonces cuando se me ocurrió una gran idea, cosa que no pasó con los creadores de la máquina, unos ingenuos, o quizá genios.
La máquina estaba ensamblada a algo, el caso era que sólo era cuestión de quitarla de ahí, y alterarla y tirarla a alguna parte, quizás al espacio, quizás al mar, quizás bajo tierra.
Le conté la idea a Laura, y me dijo que la idea del mar le parecía la mejor, pero, ¿Quién llevaría la máquina de gran magnitud de daño hasta la mitad del océano? Sería una misión suicida, pero era lo que había que hacer para salvar el mundo.
No le comenté nada a nadie de lo que estaba a punto de hacer. Pedí eso, que quitaran la máquina, ellos se sorprendieron, pero, hicieron caso, y se suponía que encontrarían la forma de parar esto.
La máquina era engañosa, debido a su tamaño podría pensarse que no podría causar daño alguno. La subieron a un helicóptero.

El plan era que sería piloteado automáticamente.

-Sabes lo mucho que te amo, y contigo mi vida volvió a  tener color, pero, perdóname por esto. -Le dije, mientras la abrazaba-.

Corrí directo al helicóptero, lo encendí, y salí con rumbo a la mitad del océano.
Era una misión con un viaje quizás sólo ida, pero todo sería por un bien mayor.
La máquina esta tenía doble función, la de la contaminación del aire por medio de radiación, y de la otra, la cual se encargaría de mandar la orden para lanzar las bombas atómicas al planeta.
Laura se comunicaba por radio, entre llanto pidiéndome que no lo hiciera, pero no tenía opción, y sólo respondí diciéndole que la amaba.
Quizá no había que hacer mucho drama, éramos sólo unos chicos ignorantes en el tema. La máquina de aquellas bombas podría ser desactivada si se conseguía lo que vendría siendo un código presidencial. Estando camino a mi fin, me paré y puse el piloto automático, revisé la máquina, y recordé que estando en aquel búnker, había encontrado un papel con un código, con un número sin total sentido, así que saqué el papel del bolsillo, y puse los números. Acto seguido, una luz verde se pone donde estaba la roja, y me da la opción de cancelar todo, así que le apreté el botón, pero no quería funcionar, por más que le apretara, no podía, algo estaba faltando.
La máquina titilaba, y decía que hacía falta algo.

  La máquina titilaba, y decía que hacía falta algo

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