Las súplicas no eran nada, más que música placentera, la dimensión de sus crueles adicciones, lo tenían en un estado de euforia constante.
Él era todo, lo que los chicos y chicas deseaban, un sueño de amor a primera vista.
Te impresionaba con su porte elegante, gallardo con un rostro que te mostraba gentileza y confianza, sonreía y cualquiera que viese su sonrisa, caía enamorado.
Aquella bondad que mostraba, esa aura pacífica que todos creían sentir, era solo la fachada perfecta.
¿Quién imaginaría que alguien tan hermoso, podría ser un monstruo?
La policía de Seúl estaba alarmada con una ola de crímenes, que habían ocultado a los pobladores para que no hubiera pánico y él... era el culpable.
Su mirada sombría y cínica, estaba posada sobre aquel cuerpo, los temblores que yacían en sí, espasmos de dolor corrompian su paz, débiles gemidos, rotos de súplicas, eran apenas cánticos agónicos en la terrorífica atmósfera; aquella joven estuvo en el lugar equivocado.
A veces el camino más corto es el que te lleva a salvo a casa.
Pero se distrajo por aquel largo camino de inmenso jardín, flores silvestres, desprendían un aroma a libertad e inocencia, siendo, ellas el viento y el cielo testigos, de aquel grito, que nadie más escuchó.
Allí, una casa a las afueras de la ciudad, mientras sus amigos se encargaban de torturar la, golpearla, violarla, el solo observaba, había sido partícipe de todo aquello, saboreo sus gritos, disfruto del dolor, y luego de satisfacerse, decidió, que podían los demás tener un poco de aquella muchacha, incluso mientras miraba la escena indiferente, fumaba un cigarrillo eléctrico, sintió esa necesidad de terminar con la diversión, no porque tuviera piedad de la chica, es solo que ya se estaba aburriendo, y le gustaba ver como los ojos de sus víctimas se apagaban.
Cerró los ojos y exhaló el humo en un intento de refrenar sus deseos, pero el impulso fue mas fuerte, quería terminar ya con este juego.
Los peones ya obtuvieron lo suficiente, era hora del desenlace.
Camino despacio y firme, sus pasos se escucharon sobre la baldosa, todos se detuvieron de sus acciones, aun cuando se habían divertido muy poco, no protestaron, ellos sólo tomaban las sobras, como perros, el lobo, su líder, su alfa, estaba allí, con su rostro pacífico y sereno, era habitual, aquella no sería la primera ni la última víctima, chicos o chicas, el jamás discrimina en gustos.
Sus dedos recorrieron su cuello, sintió el pulso, el ritmo de un corazón asustado, que parecía galopar sin control, aquel escandaloso sonido le estresa, tomó una pequeño lazo y lo paso por entre su cuello, empezó a apretarlo, tan fuerte, y no se detuvo hasta que hubo cortado su garganta, pequeñas manchas de sangre salpicaron su rostro, era una costumbre, una maldita y enferma necesidad de sentir la falta de aliento, ojos vidriosos, con lágrimas que se salen de sus cuencas, dolor, a él le encantaba infringir dolor, es lo que mas lo excita.
Era un éxtasis que lo corrompía, como droga, era una necesidad, necesitaba sentir que era capaz de todo, de controlar todo, de sentir todo, de tener todo, de ser el único con el libre albedrío de herir, lastimar, y no parar hasta sentirse satisfecho.
El amaba lo que hacía y no se arrepentía de nada.
...
Ese día como muchos otros, salió a caminar solo, su pandilla le era muy fiel pero le gustaba tener su propio espacio, había logrado aquella paz que en su país natal Corea del Norte, no tenía, había desertado lleno de secretos familiares, su apellido Kim fue dejado atrás, solo era un astuto e inteligente bastardo, ahora llevaba el apellido de su madre Jeon, una joven mujer que murió antes de que cumpliera los seis años, asesinada frente a sus ojos.
El jamás podrá olvidar ese día.
Era difícil encontrar tristeza en los ojos de un asesino.
Correr y esconderse no era lo suyo, todos temían de enfrentarlo, eso lo colocaba en una situación de oportunidad, conocían lo sanguinario que era, y parecía ser de piedra, no le tenía miedo a nada, el era el miedo en persona.
Había sido criado en lo más bajo del mundo, sobrevivió por su cuenta y cada golpe, cicatriz, lo moldearon a ser un soldado con una mente enferma, el recuerdo vivido de su memoria, esa infancia del cual nunca fue parte, le recuerdan el lugar que ocupa en el mundo, su jerarquía, su antagonismo, incluso si pareciese haber sido creado por ángeles su fachada era la distracción perfecta, para convertirlo en lo que es; un MONSTRUO.
Pero incluso aun cuando cree poseerlo todo, algo que nunca ha tenido se cruza en su camino para mostrarle una faceta distinta de sí mismo.
Sí, ... porque incluso siendo un cruel asesino en serie; puede caer cautivo del amor.
Del amor de un tierno muchachito.
Porque Jeon Jungkook se enamorara del eternamente hermoso Park Jimin.
¿Podrán tener un final feliz?
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Asesino En Série/kookmin
FanfictionEn el asiento trasero de un Mercedes Benz clásico, un joven vestido de seda, leia un libro sobre el Arte de la Guerra, mientras escuchaba música clásica con sus audífonos. Hermosamente bello, impecablemente hermoso. Tras ellos una estela de polvo...