Capítulo 24

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Pequeñas gotas caían con prisa  sobre su cuerpo arrastrando de su cabello la espuma del shampoo recorriendo cada parte de su anatomía,  bajando desde su barbilla hasta recorrer sin prisa sus pectorales, lamiendo sus fruncidos y erectos pezones llegando a un camino recto entre las hendiduras de sus abdominales, desapareciendo por el pequeño montículo de vello genital.

Rememoró su infancia, la cual no estuvo llena de privilegios, era diferente al resto de niños que vivían bajo el yugo Norcoreano, su madre solía decirle que era el niño de la buena suerte que salvó a su familia, que había nacido con el pan bajo el brazo, su hermano Namjoon siempre fue elogiado por su intelecto, aunque no tenía un carácter fuerte, siendo un niño manipulable.

De pequeño tenía problemas de conducta, a veces solía ser  un niño dulce  y cuando nadie lo veía le gusta ir hacia los nidos de las aves en el bosque cercano, tomar a las pequeñas e indefensas avecillas  apretar sus cuellos con sus pequeñas manos, aquella simple acción género en él satisfacción, con el tiempo buscaba animales más grandes para torturarlos, recuerda como aquel conejo chocaba contra las rocas al estar ciego, sus ojos estaban sobre el suelo, el sufrimiento que imponían lo hacían sentir poderoso y al crecer siempre ambiciono más.
Hasta que su hermano Namjoon lo descubrió y lo acusó con sus padres, como buen mentiroso y manipulador logró convencerlos de que era inocente.

Antes de cumplir catorce conoció a Jeon y hubo un choque de egos, ambos eran  manipuladores, pedantes, orgullosos, llenos de maldad, ambos habían nacido con el alma envenenada de furia, ira, celos y bajos instintos, matar perros solo era un juego muy básico, torturar niños fue su siguiente nivel de todos modos nadie podía decirles nada. Eran los dueños del lugar, su patio de juegos macabros. Así empezaron a raptar jóvenes violarlas, torturarlas y matarlas.

El día en que conoció a Jin, su mentalidad cambió, el era un joven que pertenecía a la familia Kim pero no eran de gran influencia, educado, sonriente y lleno de ocurrencias que volvía amena una plática, lo conoció y se enamoró de él perdidamente.


Tanto que jamás imaginó que mientras ellos coqueteaban, Jin era el novio de su hermano.

Jin quizá nunca contempló la idea de que los dos hombres que le gustaban eran hermanos. Admirando a uno por su inteligencia, paciencia y amor dulce. Al otro por su locura apasionada, por su ferocidad en sus besos y la intensidad de su amor.

Tae llegó a obsesionarse con él, no importa si era novio de su hermano o si el lo conoció primero, Jin fue suyo.

Sin embargo aquello no se pudo cumplir.

Y todo lo que un día se propuso sobre la tumba de su amado lo ha logrado.

Pero ahora, justo esa noche no había tenido un choque de realidad, hoy era mucho más consiente de que Jimin jamás sería su hermoso Jin que por más que lo persuadiera en mostrarse con hábitos propios de su difunto amor, tenía que reconocer que Jin jamás volaría por los aires en una sensual danza era demasiado torpe, tampoco correría a sus brazos como lo hacía Jimin cada que lo veía, Jin podía ser el ser más hermoso que haya conocido y amado, sin embargo tenía dos pies izquierdos, era incluso más alto,  sus hombros más anchos que el mar, él podía llegar ha ser vanidoso, descarado, caprichoso, inalcanzable, todo lo que Jimin no era y jamás sería.

Compáralos ha estas alturas cuando su boda está tan cerca le agotaba, realmente quería abrir sus ojos y ver a Jin a su lado, aún así tenía una vista gloriosa de los despertares de Jimin. Y le gustaba más de lo que pudiera admitir, no era amor, el no podría amar más que al fantasma de su pasado, pero si lo quería lo suficiente.

Posó su frente sobre la cerámica, mientras el agua lo recorría hasta los pies, su mente estaba llena de recuerdos y quería sacarlos, estaba tan llenos de ellos, estaba orgulloso de sus decisiones.

Asesino En Série/kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora