Capítulo 8

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La habitación se sentía fría a pesar del sol iluminando la tarde, estaba envuelto en un manto de letargo, de asfixia, sentía que cada paso que daba era quizá el último, realmente se preguntaba ¿Si valía la pena vivir?.

Podía oír los gritos en el piso de abajo, pero sus oídos no querían entender lo que escuchaba, habian tantas voces, el simplemente las ignoro, estaba cansado y confundido, si Jungkook no hubiera llegado a tiempo.... No quería pensar en ello, sentía el típico camino que hacían sus lágrimas en su rostro.

Se sentía débil, inútil,  la persona con peor suerte del mundo.

El frío calaba en sus huesos y lo hacían estremecerse, buscó refugio bajo las mantas pero aún así, continuaba teniendo frío, se enfocó en el azul del cielo y los rayos del sol que no llegaban a tocar su ventana, ¿Acaso el sol se oponía a brindarle abrigo?.

Escucho el fuerte estruendo de la puerta principal  luego el sonido de él inconfundible caminar del pelinegro solo el mármol, abrió su puerta, sintió como la cama se hundía a un lado, pero se negaba a mirarlo a los ojos, no quería verlo sentía vergüenza, se sentía sucio. No creía merecedor de su consuelo.

Indigno, solo quería estar solo.

La ira disminuye una vez se acercó al pequeño que estaba bajo un montón de mantas.

Llevo sus manos a la frente del rubio, estaba ardiendo en fiebre.
- Jimin tienes fiebre. - la preocupación en su voz fue irreconocible incluso para él, luego de un pequeño lapso de inacción, decidió recoger las sábanas moviéndolas a un lado, el rubio se estremeció.

- Tengo frío - apenas se escuchó, su voz estaba congestionada por haber llorado.

- Es la fiebre, tengo que bajarla un poco. - dejo un corto beso sobre su frente, desapareció en dirección al baño, abrió la bañera con agua fría hasta que estuvo lo suficientemente llena, sus pensamientos no abandonan el hecho de haberlo puesto en peligro, aún sentía la ira brotar, ¿Qué era lo que realmente lo hacía enfurecer, el hecho de desobedecer una orden, o que hayan puesto las manos encima de Jimin?.

Ahora tenía muchos asuntos que resolver, sus peones estaban resentidos por la muerte de uno de sus miembros,  que mierda les importaba el podía matarlos a todos cuando quisiera, ellos lo sabían y reconocía que eran tan cobardes como para enfrentarlo.

 Se detuvo en la puerta preguntándose: ¿Por qué V está tan silencioso, que trama ese bastardo?, de todos, él era como una sombra participaba activamente en  los sangrientos eventos, había demostrado su lealtad  perfecta pero sentía falsa, sabía que no debía confiarse, le era difícil volver a su concentración cuando al otro lado de la puerta estaba su mayor distracción, giro la perilla y cruzó el umbral hacia la habitación, vio a Jimin, arropado otra vez por todas las sábanas, suspiro acercándose observó que  Jimin mantenía los ojos cerrados,  lo veía agotado y pálido.

Retiró  las sábanas de nuevo  se detuvo por un momento miró sus manos temblando iba a desnudarlo, tragó saliva  sintiéndose cohibido, frustrado, todo lo que intentaba se iba a la mierda, nunca se sintió asustado en su vida, él era el miedo en persona  pero de alguna manera que no sabe explicar sé sintió intimidado por un futuro sin la compañía de Jimin.

¿En dónde estaba su instinto asesino, por qué simplemente no podía hacerle daño?. Agredirle como hace con los demás, ¿Que lo hace tan inmune a su naturaleza asesina?.

Era algo que aún le costaba entender, era demasiado complejo, su instinto no era desatado, más que en otros, sentía que no podría lastimarlo, porque era como si se estuviera autolesionando.

Infantil estúpido. Se dijo.

Podía frenar al mundo a su alrededor ponerlo de rodillas y hacerlos temblar de miedo, controlarlos porque estaban en su juego, pero su corazón estaba en contra reloj,  empezaba a sentirlo y a la vez sentía que le era arrebatado cada vez que el rubio le sonreía. Ilógico, eres un hijo de puta sin corazón. Se reprendió.

- Tengo que sacarte la ropa- sintió el cuerpo de Jimin tensarse apretaba la tela de la sábana en un puño los recuerdos lo azotaron pero se mantuvo tranquilo en su mente se repetía es Jungkook, es Jungkook- no te lastimare, lo prometo.

Jungkook, jamás cumplía sus promesas.

La respiración agitada de Jimin lo hacían sentir ansioso y lo llenaban de deseo.

Los monstruos como Jungkook, nunca cambian.

Lentamente  retiro la camisa de pijama  deslizando la suavemente, sus ojos estaban contemplando su piel blanca, aún podía reconocer algunos moretones de los dedos de Kai, aquello lo hacía rechinar los dientes, odiaba que la piel de Jimin tuviera esa tonalidad oscura, deslizó los pantalones dejando a la vista sus largas y estilizadas piernas, un cúmulo de pervertidos pensamientos lo atacaron, podía resistirse se decía, la ropa quedó en el suelo, y se negó a quitarle los pequeños bóxers, que malditamente lo estaban poniendo duro, el pantalón le empezaba a apretar la entrepierna, era casi imposible no rozar sus manos por su piel, caliente, enfebrecida.

Deslizó sus manos por el cuerpo del rubio atrayéndolo hacia el, lo llevo a la tina lo depósito en la bañera aunque Jimin pataleo al sentir el frío en su piel,  seguía sin abrir los ojos, hasta  sentir que su cuerpo empezó a  relajarse, sus manos de manera inconsciente están aferradas  a la camisa de Jungkook como si la bañera no tuviera fondo y fuera a hundirse allí esas alucinación eran parte de la fiebre.

Jeon coloca algunas toallas humedecidas en la cabeza del rubio la  paseo por su cuello,  pecho, sin importarle mojar las mangas de su camisa Armani, con el claro fuego de la lujuria en sus ojos, temblando en contra de sus instintos, tratando de reprimir ese impulso, esa vocecilla en su cabeza que le decía, que se arrancará la ropa, entrará a esa bañera y poseyera lo que le pertenece.

Cada vez estaba más deseoso más tentado a llegar más abajo de la cintura del rubio.

Si tú mano te hace pecar, cortarla.

Era una hipocresía, recordar aquella cita bíblica que algún día leyó, cuando sus manos habían pecado, tantas veces.

Incluso en su mente  obstinada, creyó que esto le daría algún tipo de control,  luego disfrutaría rompiendo sus propias reglas, aún no era tiempo, debía esperar.

Lo que jamás tomó en cuenta es que la espera solo le traería más confusión.

Algo que lo tendrá tan ocupado, que no tendrá oportunidad, en contra de sus enemigos.

Aquel, que sabe dónde le dolerá más, está tan cerca disfrutando del encariñamiento de Jeon.

La ira ciega y toda esa rabia la podía utilizar a su favor, Kim Taehyung, tenía un plan, un juego, el era el puto amo del destino de Park Jimin y Jeon Jungkook.

Disfrutara su venganza.

Asesino En Série/kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora