2 semanas después.
Seguir el plan, repetía en su mente, necesitaba mantenerse enfocado, había sido cauteloso, debía seguir fingiendo su estado catatónico, ahora que la mayoría de sus recuerdos estaban dando origen a la verdad, faltaban unos detalles que aún se hallaban renuentes a rellenar ese vacío, era un rompecabezas incompleto pero con un claro objetivo.
Vante, hijo de puta.
Era el rostro y el maestro de su caída hace unos años atrás, él que siempre fue cauteloso, había caído tan bajo, a pesar que se libró de la cárcel, pero sabe que una vez que salga de aquí, se convertirá en un objetivo un asesino que pudo haber sido condenado a muerte pero el juicio fue pospuesto hasta su recuperación, ahora eso no importaba morir o ir a la cárcel le daba igual, solo quería ver arder al mundo, incendiarlo, quemar cada maldita célula del cuerpo de cada malnacido que haya formado parte de su caída.
Verán al diablo a los ojos, sus ojos los trasladaran al infierno y temblaran como los cobardes que eran.
Iría tras ellos, tras cada uno de ellos y dejaría al final, a su mayor enemigo, a la única persona que tomó todo lo suyo, ahora debe estar disfrutando de la gloria, o creyéndose el Amo del Mundo pero el verdadero Rey regresa por su Corona.Y con ello lleva la condena de miles de almas sangrando, si alguien debería aquí llamarse el Rey del Infierno, debería ser él, su nombre era el nombre del único Hombre que haría temblar la tierra y remover el cielo, reducir a escombros los grandes imperios, Jeon Jungkook era lo que todos temían y algo más. Él es el Apocalipsis.
De su mano caerán Naciones, su mirada diabólica y sus pensamientos han sido consumidos por el deseo de venganza, la ira dentro de él, es un volcán tan lleno de resentimiento, como una caja de Pandora, que se derramará en cada lugar del mundo.
La causa de la devastación en la tierra.
Era casi un plan siniestro escondido tras sus acciones, todo conspira a su favor.
El hecho de haber pasado tanto tiempo, algunos se confiaron de su frágil situación haciéndole las cosas fáciles, ese día a primera hora llegó el amable enfermero Minjoon, que como siempre hizo su trabajo de asearle y darle de comer con la paciencia y comprensión que lo caracteriza, lástima que estaba siendo demasiado amable con la persona equivocada, fue solo en un segundo cuando la cuchara cayó al piso rompiendo el silencio en un sonido chirriante, Minjoon se agachó a recogerlo ni siquiera le dio tiempo a reaccionar cuando unas piernas se enredaron en su cuello y un segundo más tarde el sonido de sus huesos romperse con tanta facilidad no supuso ningún esfuerzo, Jeon bajo la mirada con arrogancia y un toque de asco, la persona que había estado ocupándose de él todo este tiempo, murió sin una pizca de compasión, sí, como si a Jeon le importará, ni siquiera su nombre era digno de recordar, se levantó tomó los medicamentos que tenía bajo su almohada una jeringa cargada de un letal veneno, que le fue entregado hace unos días atrás, era su arma, ahora debía encontrar el camino a la salida, iba descalzo ya que nunca usaba zapatos su uniforme blanco, se fundía entre las paredes blancas camino por el largo pasillo, habían cámaras de seguridad, pero aquellas habían sido intervenidas, así que los guardias nunca sabrán lo que está pasando, caminando con seguridad mientras las puertas van abriéndose a su paso, dos o tres enfermeros que intentaron detenerlo estaban sobre el piso retorciéndose de un agonizante dolor.
Cuando la luz del sol tocó su piel, sus ojos fueron cegados momentáneamente cuando logró enfocar la puerta de salida camino entre el evidente escándalo y gritos que se oían dentro del recinto, los guardias de la entrada caían luego de recibir sendos balazos propinados por los cómplices de Tom Kaulitz.
Un auto se estaciono en la entrada cuando sus pies tocaron la fría acera y se adentro a la invitación de aquella puerta abierta de aquel Cadillac negra.
No necesitaba escuchar halagos de ningún tipo, solo se enfoco en lo que haría los siguientes semanas, conseguir lo que necesitaba información valiosa que le proporcionaría Kaulitz, el auto se detuvo en un muelle privado una pequeña embarcación pesquera reposaba allí en su espera.
- Espera aquí regresaré con lo acordado, y tú deberás cumplir con tu parte- dijo con su voz fría y etérea, aún mirando el muelle de Incheon las gaviotas revolotear en el cielo, era raro el mundo ahora se sentía extraño después de tanto tiempo, el admiraba el camino que tomaría hacia su venganza.
- Se que en Corea del Norte, no eres bien recibido, eres un desertor no quiero perder todo, me parece una mala idea. - trato de explicar su punto pero Jeon no le importaba si le preocupaba o no el hecho de regresar a su país natal, con vida y con el destino del mundo en sus manos, así que solo caminó hacía la pequeña embarcación. Cruzar el límite marítimo de las dos coreas era de por sí un suicidio ¿Cómo demonios haría para pasar desapercibido de la marina Norcoreana?, su plan era una completa ridiculez, ¿Qué era lo que lo tenía tan confiado?.
Escucho el clic de una arma al ser activada detuvo unos pasos por un momento sabía que esto era una advertencia, aunque aquello le valía mierda.
- Prefería matarte ahora a ver perder mi esfuerzo por una estúpida decisión tuya - mencionó con una irritante voz, que por supuesto no le hizo cosquillas a Jeon, quien giró y abrió sus brazos, lo miró directamente a los ojos intimidándole con su voz, su mirada plantada en el sin parpadear.
- ¡Hazlo!, dispárame y será el peor error de tu vida. - El viejo Tom tragó saliva, bajando el arma no muy convencido del plan del pelinegro, pero no le quedaba de otra que hacer lo que Jeon decía.
- Hay un arsenal a tu disposición dentro de la embarcación - vio impotente como Jungkook lo ignoraba y encendía el pequeño buque y el ruido del motor al encenderse las gotas de agua que le fueron salpicadas a la hora en la que el pequeño barco arrancó a toda velocidad perdiéndose en el mar - Maldito hijo de puta, más te vale volver.
Y sí, volvería con el peor pacto para la historia de la humanidad.
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Asesino En Série/kookmin
FanfictionEn el asiento trasero de un Mercedes Benz clásico, un joven vestido de seda, leia un libro sobre el Arte de la Guerra, mientras escuchaba música clásica con sus audífonos. Hermosamente bello, impecablemente hermoso. Tras ellos una estela de polvo...