Capítulo nueve: Jaula de oro

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Ha pasado mucho tiempo, tres años ya donde Viktor lo único que hace es levantarse, desayunar, tomar cada materia de rigor, sacar a pasear a Makkachin, leer todo lo que pueda, juntarse con Chris después de la escuela, ignorar sus pedidos de volver, esquivar los golpes voladores de Yuri (cada vez está más indomable) y volver a repetir el patrón al día siguiente.

Después de la conversación con su padre esa mañana hace tiempo, Viktor comenzó a asistir a psicólogo por lo menos el primer año, aprendió con ayuda de su familia, que siempre habría gente dispuesta a hacerte daño, pero solo tú tenías el poder para que realmente te lastimaran, era fácil decirlo, al menos ya no se escondía al salir y había vuelto su buen humor de siempre.

Viktor está deprimido, pero ya no por la razón de hace tres años si no por que vive en esa hermosa jaula dorada, donde el mismo se escondió para protegerse.

Ahora Viktor está rabiando solo en la biblioteca porque jamás había sabido de personas tan tercas como Mr Darcy y Lizzy Bennet, él quiere ser algún día como él pero menos cobarde a su parecer. Termina suspirando, quizás Yuri se burle de él por leer Orgullo y Prejuicio, pero, es tremenda ¿a quién no le gusta?. Cuando termina aun sonriendo deja en el estante correspondiente el libro, para después vagar por los pasillos, viendo todas las vidas que ha vivido, Príncipe, mitad ángel mitad demonio, cazadores de demonios, domador de dragones, semi-Dios y muchos más hasta llegar a un simple caballero prejuicioso. Se detiene y mira su reflejo en la ventana, ahí está su pelo que llega hasta los hombros y esos ojos que su madre adora, pero que los nota tan vacíos, se crió acompañado de ellos, entre letras y amigos imaginarios; pero ansía vivir su vida, la vida de Viktor Nikiforov, extraña el patinaje y sonríe apenas al recordar cuando sentía que podría llegar lejos asiéndolo. Quiere detener esto ¿pero cómo?, algunas noches mientras abraza a Makka, imagina que sale corriendo de casa y va todos los lugares que quiere, camina con la cabeza en alto, patina la más bellas de las tonadas, y cuando toma el valor se detiene en la reja que divide esa fortaleza del mundo exterior, es cobarde lo sabe, pero el miedo es como una sombra que se apodera de a poco de ti hasta hacerte a su voluntad.

Sale de esa bruma cuando siente una presencia y se agacha justo a tiempo para ver pasar volando un almohadón, se gira aun arrodillado y está Yuri mirándolo.

<<¿Qué haces ahí? Si tanto te gusta la vista, salgamos>>

Ambos van caminando, abrigado, el mayor juega con las volutas que salen de su boca por el frio que representa Rusia en invierno, mientras Yuri se termina su chocolate caliente. El pelo de Yuri también creció pero lo mantiene cortado como honguito a pedido de tía Yulia.

<<El abuelo Nikolai me dijo que traería Piroshki >>

<< Wow, ya quiero comerlos>> Viktor deja salir lo que lleva tiempo guardando <<Yuri, creo que es hora de que asistas a un colegio y uses tu voz, aunque uses las señas puedes hablar>>

Yuri solo lo mira para desviar la vista << ¿Porque no me dejas decidir lo que quiera hacer?>> le rebate al final << Yo quiero estar contigo, no por lastima ni nada, si no...- se sonroja- porque te quiero y me gusta estar contigo y >> - carraspeo- está bien usaré mi voz de ahora pero pobre de ti que te quites el audífono cuando te grite.

Viktor quedó anonadado por la declaración para después formar la sonrisa de corazón y lanzarse a los brazos de su primo y ser alejado por el mismo de un empujón.

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