Capítulo 6 (II)

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Nada más despertarme, veo que son las tres y media, y me levanto de golpe

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Nada más despertarme, veo que son las tres y media, y me levanto de golpe.

-Mierda, mierda, mierda.

Me visto rápidamente con un jean y un jersey rojo, me pongo encima la chaqueta y me hago una coleta alta. Me pongo las gafas ya que no me da tiempo a ponerme las lentillas, cojo el bolso y bajo rápidamente.

Salgo de casa, subo al coche y arranco a toda prisa para ir hacia el aeropuerto. Joder, últimamente duermo como una marmota, hacía muchísimo tiempo que no dormía tanto. Supongo que mi cuerpo ya asume que está de vacaciones.

Veinte minutos después, llego al aeropuerto. Voy hacia la entrada a pista con el coche, muestro mi tarjeta y me dejan pasar. Conduzco hasta el sitio al que el avión ha aterrizado, pues veo desde aquí el jet de la aerolínea. Aparco y bajo rápidamente del coche.

Veo a Marco bajando con maletas con otro hombre que lleva más maletas. Marco me sonríe y deja las maletas en el maletero de mi coche. Miro la puerta del jet y veo como Dante saca su cabecita rizada por ella.

-¡Mamá! Ha sido una pasada. -exclama contento.

Yo me río y me acerco a las escaleras. Él las baja rápidamente, haciéndome sufrir por si se cae. Lo cojo en brazos, lo levanto y beso su mejilla muchas veces.

-Ay, mamá. -se queja riendo.

-Mi niño guapo. -digo sin dejar de besarlo. -¿Te gustó el viaje?

-¡Si! Vi las nubes, mamá. Pasamos por encima de ellas y dormí en una cama como la de casa. -dice emocionado. Yo me río y lo bajo al suelo.

Un hombre alto, muy fuerte, de pelo algo rizado y corto, castaño, y de ojos azules, se acerca a mí y me abraza. Mi hermano Matteo.

-¿Te ha ocasionado problemas este granuja? -le pregunto, después de besarle la mejilla.

-Sabes que no, Becs.

-Sabes que no, mamá.

Me río un poco y beso la frente de mi hijo. Miro a Marco y lo saludo con la mano.

-Gracias, Marco. -sonrío.

Él hace un asentimiento de cabeza y me sonríe. Miro a mi hijo y lo cojo en brazos, lo llevo hasta el coche y lo siento en la parte trasera en su alzador. Le abrocho el cinturón y beso su mejilla. Subo al asiento del conductor y mi hermano al lado. Pongo la radio y arranco el coche.

-¿Cómo han ido los días aquí? -pregunta mi hermano. Y sé a qué se refiere.

-Bien. -digo, pero niego con la cabeza para que me entienda.

Sigo conduciendo en silencio y cuando llegamos a casa, entre los tres llevamos las maletas. Bueno, mi hijo lleva sus dos maletas como puede y acabamos ayudándolo. Al entrar, Dante mira la casa con una sonrisa.

Diecinueve días antes (I & II) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora