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—¿Christopher? —Pregunto el moreno ingresando a la habitación sin pedir permiso al escuchar los sollozos del menor.

—Vete.. —Sollozó con más fuerza el castaño.

—No... Yo.. Entiendo como te sientes, no es lo mejor que estés sólo.

—¡Dije que te vayas! —Se cubrió con la frazada blanca que se encontraba en su cama.

—Chris... —Lo llamó poniéndose de cuclillas frente a el y destapando su cara.

Su padre le había gritado cosas horribles, el moreno iba al despacho del señor Vélez a preguntarle si no se le ofrecía nada más para poder retirarse y logró oír que le gritaba a su hijo.

Le dijo cosas tan feas, como que no era lo suficiente para llevar el apellido Vélez, que era un marica, que lamentaba que el le haya tocado como hijo, entre otras cosas aún peores.

—Yo.. Alcancé a oír.. —El castaño bajo la cabeza y liberó un suspiro intentando calmarse. —Eres genial pequeño, no eres en lo absoluto nada de lo que el dijo.

—El tiene razón, soy un enfermo.

—¡No! Estamos en el siglo XXI, ser homosexual no es una enfermedad, después de todo es amar, amas con la misma fuerza y pasión con la que amarías a una mujer, el debe actualizarse porque ser gay es algo completamente normal, no te hace ni más capaz ni más incapaz de hacer algo...

El castaño sólo observaba atónito.

Segundos después se lanzó a sus brazos.

—¿Sabes? Tus abrazos siempre me transmiten mucha paz... —Dijo el ojimiel levantando levemente la cabeza.

—Tu me transmites mucha paz.

El castaño no dijo nada más, sólo unió sus labios en un dulce y suave beso, una verdadera danza de sentimientos sin ser revelados.

Sus manos se dirigieron al cuello del moreno para enrollar sus brazos en este, y profundizar el beso.

Un torbellino de emociones arrollaban a los dos jóvenes, que, sin saberlo, estaban demostrando todo lo que sentían el uno por el otro en lo que para muchos sería un simple beso.

El moreno saboreó por última vez el labio inferior del castaño dándole un leve estirón para finalmente separarse y poder reponer todo el aire que habían perdido.

Vergüenza, eso sentían ambos luego de aquel beso.

Pena de parte del moreno por (según el) haberse aprovechado de la debilidad del menor.

Y pena por parte del castaño por haberse aprovechado de la voluntad del mayor.

Ambos habían sentido algo con aquel beso, pero no lo dirían.

—Yo.. Lo siento.. Ahm t-tengo que irme —Anunció el moreno levantándose y el castaño sólo asintió con la cabeza abajo.

El moreno salió de la mansión y apenas estuvo en su auto, golpeó el volante con fuerza y luego apoyo su cabeza en este.

—¿Que carajos hice? —Se preguntaba.

Mientras el castaño se hallaba sentado en la cama apoyado en la cabecera sin poder dejar de acariciar sus labios.

—No, no, no... —Susurraba para si mismo, pero aún así aún pasaba su lengua por sus labios intentando recordar el sabor de aquel beso.

[...]

—Buenos días —Saludó el moreno bajando la cabeza.

Vergüenza, eso era lo que seguía sintiendo.

—¡Buenos días Richard! —
Sonrió la señora Yenny.

Lucía feliz, brillante, como la primera vez que la vio.

—¿Esta todo bien? —Preguntó el moreno con algo de confusión.

—Esta todo demasiado bien —Amplió su sonrisa.

—¿Puedo preguntar porque? —Se atrevió a decir.

—Pues, mi madre salió de terapia intensiva y posiblemente si sigue así, mañana en la mañana le den su alta.

—Eso es muy bueno —Sonrió.

—Y.. Hoy en la mañana vi a Christopher sonreír y ser amable —El moreno frunció el ceño ante eso, ¿Sonreir y ser amable? El ya lo había visto sonreír y ser amable.

—Se que suena raro, pero Chris suele ser muy frío y distante, y mucho peor ayer que discutió con su padre. —Explicó la pelinegra.

«¿Discusión? Eso no había sido una discusión, o en todo caso fue una muy injusta discusión. » Pensó el moreno.

—Lo sé. —Sonrió —aunque no se porque es raro que sonría, ya lo había hecho anteriormente.

—¿De verdad?

—Ahm... Si. —Sonrió al recordar lo de la noche anterior, si bien le avergonzaba, le había gustado mucho.

Anorexia ||OreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora