El castaño observa un punto fijo en la habitación en silencio.
Ya no siente a su bebé.
Antes no se movía, pero podía sentir que estaba ahí.
Ahora no siente nada.
El doctor ingresa a la habitación y le sonríe al verlo.
—Christopher... ¿Como te sientes? —Pregunta y el ojimiel sólo lo mira, sin decir nada. —Mira... Lastimosamente, tuvimos que realizarte una cesárea de emergencia.
Christopher eleva una ceja confundido.
—Tu bebé estaba muy mal, y lastimosamente tuvimos que sacarlo, tu pareja decidió que así fuera.
Los ojos del castaño se aguaron y bajó la cabeza.
De cierta manera, ya lo sabía.
—De verdad, lo siento mucho... —Habló el doctor para luego retirarse.
Tenía que estar sólo.
La puerta vuelve a abrirse y visualiza a Richard entrando con los ojos rojos e hinchados.
—¿Por qué no les dijiste que salvaran a mi bebé? —Preguntó el ojimiel casi inaudiblemente.
—Chris...
—¡Debiste elegirlo a él! —Gritó el castaño mientras soltaba un sollozo.
—Mi amor podemos tener más bebés sólo.. —Intento hablar el mayor, pero fue interrumpido.
—¡No más quiero hijos contigo! —Lo calló el castaño hipando. —No quiero nada contigo...
—Bebé...
Christopher abrazó sus piernas en la cama y se echó a llorar.
Su bebé ya no estaba.
—¿Donde carajos estabas cuándo te llamé? ¿Mhm? ¿Donde estabas cuándo me di por vencido y sólo me tiré al suelo a llorar? —Preguntó el menor con la respiración entrecortada.
—¿Donde estabas cuándo nuestro bebé se iba?
El moreno mordía sus labios con fuerza tratando de no romperse.
Debía ser fuerte, por ambos.
—Te fuiste Richard, y me dejaste sólo mientras perdía a mi bebé.
Cortito, lo sé.