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*2 Semanas después*

Richard se sienta en la cama escuchando las arcadas del castaño que se encuentra en el baño.

Otra vez... La misma historia.

Es estúpido, todo estaba yendo bien. Estaba funcionando.

—¿Estás bien? —Pregunta acercándose a la puerta.

—S-Si, puedes irte, estaré bien. —Responde el menor desde adentro.

—No voy a ir.

—¿Por qué no? —La puerta se abre y aparece un Chris excesivamente pálido y bastante confundido.

—Porque nop, así que vamos a ver tus series hasta muy tarde. —Chris sonríe ampliamente, pero en el fondo una sensación de incomodidad crece.

No va a salir, porque una vez más tiene que cuidarlo.

Es el cumpleaños de Larissa, pero él no se sentía en condiciones para ir, así que acordaron que por lo menos vaya Richard.

Solo sería una cena bastante pequeña.

[...]

Una serie cuyo nombre desconocía totalmente se reproducía en la tele y un Christopher dormitando se encontraba acurrucado en los brazos del moreno.

Christopher Vélez en esas condiciones, era simplemente arte.

Verlo en una constante lucha contra el sueño era bastante tierno y gracioso a la vez.

Richard acostumbraba a aprovechar esos momentos, para admirar cada detalle de él.

Cada pequeño detalle, cada pequeña cosa que lo hacía aún más perfecto.

Y es que por más cosas que pasaran, no había nada más perfecto que él.

Él siendo como es, sin tener que estar luchando contra sus demonios. O al menos luchando acompañado.

Deslizó sus dedos por sus mejillas, hasta sus labios, sin duda eran la mejor parte, tan suaves; sabían a miel.

Luego sus dedos bajaron hasta su cuello, aún habían algunas marcas que él mismo había hecho.

Luego fue por sus brazos y sintió que tanta ternura se había derrumbado.

Habían cicatrices ahí...

¿Christopher se había cortado alguna vez?

Eran de mucho antes, quizá de cuando iba a la escuela.

Deslizó sus dedos por ellas cuidadosamente y cada vez se sentía peor.

¿Por qué tuvo que sufrir tanto? Era la única pregunta que se hacía.

Últimamente esa pregunta se formulaba en su cabeza bastante.

—Me arrepiento cada día de tenerlas... —Oyó decir y levantó la cabeza.

—Pero luego me recuerdan que fui lo suficientemente fuerte como para superarlo. —Dice el ojimiel con la voz ligeramente ronca, luego baja la manga de su suéter cuidadosamente y se acomoda en los brazos del moreno.

Lo mira directamente a los ojos, tanto amor se puede descifrar muy fácilmente al ver como los ojos le brillan al mirarlo.

Lo observa con tanto cariño, amor y calidez.

Y de nuevo esa sensación se instala en el pecho del moreno.

Dolor.

Culpa, por no haber estado antes.

[...]

Una vez más... Sentado en el rincón de la cama, observando la puerta del baño.

Christopher sale tirando la puerta.

Ya no es algo voluntario.

No puede retener lo que come, nada de lo que come. Hasta lo más mínimo es expulsado segundos después de haber sido ingerido.

—Ya no quiero... —Susurra el castaño deslizando su espalda por la pared hasta llegar al suelo. —Ya no aguanto.

—Lo sé, pero falta poco.

—¿Poco? ¡Cada vez es peor! —Exclama el menor con desesperación. Nuevamente, miles de lágrimas resbalan por sus mejillas.

No estoy muerta, solo andaba de parranda 🤣🙈

Anorexia ||OreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora