—Por cierto... —Habló el castaño en la cocina mientras preparaban la cena.
—¿Si? —Dijo el moreno dándole a entender que tenía su atención.
—Tengo que contarte dos cosas... —Anunció.
—Dime. —Animó el mayor concentrado en lo que hacia.
—No, te cuento, si tu me cuentas que paso para que tengas la cara así y la sala este hecha mierda.
—¿Es en serio? —Preguntó el moreno riendo.
—Si. —Asintió el menor.
—Si te cuento... No te asustes ni desesperes ¿Si?
El castaño asintió.
—Entraron dos hombres, no sé como, ingresaron a la habitación mientras yo terminaba de ducharme y comenzaron a golpearme... —Contó el moreno de forma lenta y el castaño levantó una ceja. —También los golpee, por eso se fueron. Sin decir nada.
—¿Y te vieron desnudo? —Preguntó Christopher mientras cortaba los tomates.
Richard soltó una carcajada.
—Te estoy contando que pude haber muerto ¿y te preocupa si me vieron desnudo o no?
—Si. —Asintió el castaño sin mirarlo.
El moreno sólo sonrió.
—No, no me vieron desnudo. —Respondió abrazando la cintura del menor. —Para ese show sólo tienes entradas tú.
Susurró lo último en el oído del ojimiel causándole un sonrojo bastante notable.
Éste sólo rió con nerviosismo.
El bulto en su entrepierna comenzaba a molestar.
Imaginarse a Richard saliendo de la ducha, con las gotas resbalando por todo su cuerpo, con sólo una toalla cubriendo su cintura, su cabello rubio mojado, sus labios húmedos y esos tatuajes a la vista, sin duda lo excitaron demasiado.
—Te toca. —dijo el moreno sin despegarse de el castaño mientras éste se lavaba las manos y las secaba.
Christopher se separó del moreno y caminó hacia su mochila, el mayor sólo frunció el ceño.
—Bueno... Mamá te mando algo. —Dijo caminando de vuelta hacia el. —Ésto.
Richard abrió con intriga el sobre para saber que contenía, llevándose una gran sorpresa al verlo.
La carta de recomendación firmada por ambos.
—No... —Susurró aún sin poder creerlo.
—¿Que es? —Preguntó Christopher sin entender y al verlo también se sorprendió.
—E-Es..
—Si. —Lo interrumpió el mayor.
—La carta de recomendación. —Susurró el ojimiel.
Eso le daba paso a una de las empresas más importantes del país y del mundo, pudiendo así ejercer su profesión.
Ingeniería en comercio internacional.
—No pienses en devolverla, te lo mereces... —Leyó el moreno en voz alta, la nota que había dejado la señora Yenny.