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El castaño miraba con una mezcla de sentimientos, el objeto que sostenía.

Positivo.

Sus manos temblaban, y de sus ojos no paraban de escapar lágrimas.

Decepción sería la palabra correcta para describir lo que más sentía, aparte de miedo.

Miles de preguntas invadían su mente.

¿Se lo digo a Richard? ¿Como reaccionaría? ¿Y si aborto?

Pero principalmente una, ¿Que hago?.

En ningún momento había pensado en la posibilidad de quedar embarazado y obviamente, no era algo que deseara en estos precisos momentos.

Estuvo minutos y minutos, y minutos pensándolo, hasta que llegó a la conclusión de que tendría ese bebé.

Después de todo, aquel inocente no tenía la culpa de los errores que ellos cometieron.

Y si Richard no lo aceptaba, su opinión no cambiaría, simplemente buscaría trabajo y trataría de asegurarse de poder darle una vida digna a su hijo.

Pero en tanto dolor, rabia e impotencia, necesitaba acudir a alguien.

Y ese alguien era su madre.

Confiaba en ella tanto como en Erick.

Pero ya escuchaba las palabras de cubano; "Maldito calentón" "Pudiste usar un condón y ahora no tendrías una bendición" "Eso te pasa por ser tan apresurado".

De verdad no quería oírlo.

Luego de tres tonos la mujer atendió la llamada.

—¿Mamá? —Pregunto tratando de sonar normal, como si no estuviera destruido.

—No, Santa Claus, si me llamaste a mi ¿Quien crees que contestaría MI teléfono? —Ironizó la mujer.

Amaba el humor de su madre, pero no era un buen momento para reír.

—¿Chris? ¿Paso algo? —Pregunto la pelinegra con preocupación.

—¿Como le dijiste a papá que estabas embarazada de mi? —Preguntó sin rodeos, con la voz rota y la garganta hecha un nudo.

—No me digas que...

—Lo siento, yo.. —Sus palabras fueron pausadas al oír un grito a través de la línea.

—No lo puedo creer, no lo puedo creer, ¡No lo puedo creer! ¡Seré abuela por fin! Ya se habían tardado ehhh... —Exclamó la mujer con emoción, lo cual causó una leve sonrisa en el castaño.

Por lo menos tenía el apoyo de su madre.

—¿Como se lo dijiste? —Repitió la pregunta.

—Pues, compré unos zapatitos para bebé, blancos obviamente, los puse en una cajita y se los dejé en la barra donde desayunabamos... —Respondió la mujer.

—¿Se lo tomó bien?

—Se puso muy feliz —Sonrió la mujer. —Richard también lo hará.

—¿Lo creés? —Preguntó el ojimiel con inseguridad.

—Lo creo hijo, lo sé.

—¿Y si no le pone feliz?

—Si no le pone feliz se hará cargo, porque Richard es una persona bastante madura, sabrá que el error fue de ambos. —Respondió su madre con tranquilidad.

—¿Como sabes que no lo planeamos?

—¿Quien planea un bebé a los 21? ¡Por favor Christopher!—Preguntó la mujer con un tono burlón.

—¿Tú me planeaste? —Interrogó el castaño.

—¡No! Y al principio no quería ni verte, pensé que arruinarías mi vida, pero no, la cambiaste, si. Pero la llenaste de alegría y colores tan auténticos, y luego te amé como nunca porque eras como un arcoiris, brillabas donde sea... —Respondió la mujer con sinceridad.

—¿Cuando perdí esos colores?

—No los perdiste, siempre estuvieron ahí, solamente te olvidaste de ellos...

¿Hago cap Joerick, si o no? Comenten 😊

Anorexia ||OreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora