Capítulo 4

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     ¡Dieciséis días! Dieciséis putos días desde que vi a Adam por última vez. No hubo llamadas, mensajes, nada, no da señales de vida. Sé que apenas lo conozco, pero me hizo sentir hermosa, sensual, ardiente y llena de vida. Mi mente está invadida por imágenes de ojos azules, cabello castaño, mandíbula cuadrada, labios rosados y carnosos, con un cuerpo y un andar como para morirse. Trato de repetirme que debo olvidarme de la gran tensión sexual que provoca en mí.

Hoy es jueves. Organicé la agenda de Leopold, quien, por cierto, me pidió disculpas por haber sido tan "Imbécil" Palabras suyas no mías, estuve en una entrevista con un autor. Estoy terminando de recoger mis pertenencias, cuando Leo se acerca a mi lugar.

-Sam. –Se sienta sobre mi mesa. –Me gustaría pedirte algo. –Sonríe de medio lado.

Frunzo el ceño y ladeo la cabeza. - ¿Qué necesitas?

-Me gustaría que cenaras conmigo hoy. –Dice con suavidad.

Me quedo pasmada y abro los ojos de par en par.

-Eh... Yo... Lo siento Leo pero no quiero involucrarme con alguien del trabajo. –Le explico.

Aprieta los labios y luego asiente.

- ¿Y una copa? Prometo que será solo como amigos. –Insiste.

¿Qué debo decir? Solo será una copa, no veo inconveniente con ello, además tengo días sin salir, ni siquiera fui a la fiesta de Aroma y café.

-Bien, pero solo una copa. –Acepto.

Sonríe abiertamente y se pone de pie.

- ¿Lista? –Pregunta.

Asiento. - ¿Iremos lejos?

-No, es un bar bastante cerca en realidad.

Toma su abrigo, su maletín y esperamos el ascensor. No se me escapa la mirada de Beth al ver con Harris, la muy descarada alza las cejas un par de veces.

Las puertas se abren y me quedo inmóvil al encontrarme con esos ojos azules que tanto deseaba ver. Está aún más guapo que la última vez que lo vi, si eso es posible. No lleva traje, sino una sencilla camiseta marrón con lentes de aviador colgando de ella y jeans que le quedan de infarto.

- ¿Qué tal Harris? –Saluda alzando el mentón.

-Todo en orden señor Graham. –Contesta mi jefe.

Adam me mira y aprieta la mandíbula. No le gusta nada el hecho de verme con Leo. Siento que la tensión aumenta cuando cierran las puertas del ascensor. No me dirige la palabra durante todo el rato, cierro los ojos y respiro.

- ¿Te sientes bien? –Pregunta Leo poniendo su mano en la parte baja de mi espalda.

Me pongo rígida al instante. –Descuida, solo tengo un poco de calor. –Me abanico el rostro con la mano.

Cuando por fin se abren las puertas del ascensor, salgo tan apresurada que tropiezo con mis propios pies. Un par de brazos me sujetan antes de caer. Es Adam.

-Tenga más cuidado, señorita Alfonso. –Susurra en mi oído erizándome la piel.

¿Señorita? ¿Y desde cuándo dejó de tutearme? Me deshago de sus brazos y me acomodo el vestido. Miro a Leo que me observa con el ceño fruncido. Se acerca a mí y entrelaza su brazo con el mío y salgo con el del vestíbulo, no sin antes mirar hacia atrás para ver la intensa y colérica mirada de Adam.

Harris, me lleva a un bar cercano al corporativo. Es muy elegante, con tonos térreos, iluminación tenue y una gran barra donde nos sentamos.

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