Dos manos fuertes y grandes, recorren mi cuerpo. No necesito abrir los ojos para saber de quién se trata.
-Adam, basta. –Murmuro medio dormida.
- ¿Quieres que pare? –Restriega su cuerpo desnudo contra el mío.
Me revuelvo bajo las sabanas. Lo oigo sonreír y me giro para mirarlo. Rayos de luz entran por el ventanal de la habitación e iluminan su cabello reflejando destellos dorados.
No puedo resistirme, y después de darle los buenos días como es debido, nos metemos a la bañera.
- ¿Me acompañas a Aroma y café?
Frunce el ceño.
-Es un café que está cruzando la calle del corporativo. –Explico.-Sé cuál es ¿Por qué quieres ir ahí?
-El hijo del dueño es mi amigo…
- ¿Amigo? –Alza las cejas.
Suspiro y acaricio su pecho.
-Sí, Matt, ya te lo mencioné antes. También es amigo de Beth. –Al no recibir respuesta, continúo. –Los brownies que tanto te gustan los hacen ahí.
-De acuerdo, haremos lo que gustes. –Me dedica una sonrisa ladeada. –Si quieres que conozca ese lugar, iré.
Lo observo atónita durante varios segundos.
- ¿Sucede algo? –Pregunta.
- ¿Dónde está?
- ¿Quién?
-El Adam serio al que no le gusta que le digan qué hacer. –Me rio.
Deja caer la cabeza hacia atrás y ríe a carcajadas.
-No te acostumbres, en cualquier momento hace aparición la pared de acero. –Me guiña un ojo.
-Mi Iron Man. -Con que Iron Man ¿Eh? –Repite divertido.
Asiento y salgo de la bañera apresurada cuando veo en su mirada que pretende hacerme cosquillas. Corro hacia la habitación, desnuda y mojada.
- ¡Te vas a caer! –Grita molesto.
Antes de llegar a la cama, me atrapa en el aire y me lanza sobre ella. Ya estoy perdida.
- ¿Quieres lesionarte el otro tobillo? –Gruñe. Está molesto, muy molesto.
-Bienvenido, Iron Man. –Agrego con sorna.
***
En el estacionamiento, mientras camino hacia el Tiguan, Adam toma mi mano para detenerme.-Iremos en el Lancer.
- ¡¿Tienes un Lancer?! –No puedo ocultar mi emoción.
Asiente y señala con el mentón hacia el lado derecho del todoterreno. No puedo evitar gritar y saltar de emoción al ver un espectacular Mitsubishi Lancer Evolution de color blanco reluciente.
-Señor Graham, me sorprende cada día más. –Admito. - ¿Puedo preguntar qué haces con un auto así?
-Un capricho, supongo. –Encoge los hombros.
Pongo los ojos en blanco. De repente, se me ocurre una idea. - ¿Me dejas conducirlo? –Pregunto entusiasmada.
Abre mucho los ojos y retrocede.
-No, no hasta que esté seguro de que enserio sabes conducir.
-Pues obvio que sé conducir. –Pateo el suelo con fuerza.
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No te esperaba
RomanceSamantha Alfonso, se muda a Nueva York para cumplir su mas grande sueño, ser editora. Pero de repente su carrera deja ser lo más importante para ella; se tropieza con Adam Graham, un hombre sexy, inteligente y escandalosamente rico. Pone su mundo de...