Capítulo 1

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     Miro a mi alrededor y noto que este lugar necesita orden urgentemente. Mi madre se arrancaría el pelo si viese este desastre.

Al recordarla, pienso en lo mucho que extraño a mis padres, no los veo desde hace casi dos años, hablamos seguido, pero no es lo mismo, solo puedo ver a Nicolás, mi hermano. Aunque no lo veo tanto como quisiera porque vive en California.

Regresando a la realidad. Debo ordenar, pero lo haré en cuanto regrese a casa, corrijo, al ático tipo estudio en el que vivo desde hace seis meses.

Me miro al espejo y sonrío. Mamá tenía razón, mis pijamas pueden matar pasiones. Sigo durmiendo con largos camisones de dibujos animados; hoy, por ejemplo, llevo estampadas a Las Chicas Súper Poderosas. Debería usar algo más de mi edad. Algo sensual, aunque sería ridículo, nadie me ve en la cama.

Más de dos años sin una relación después de terminar con Reynaldo, quien fue mi novio durante tres años. La relación se enfrió, cambiamos, no teníamos nada en común, crecimos. En ocasiones pienso en él, pero ya nada sería igual.

Está donde siempre soñó, en Londres. Y yo, en Nueva York, en Manhattan para ser más específica. Y me viene de maravilla estar aquí, me encanta.

Tomo una toalla y me dirijo a mi pequeña ducha. Como me encantaría tener una bañera, seria delicioso poder tomar un baño de sales y espuma.

Dejo que corra el agua caliente mientras me deshago de mi ropa y suelto la trenza que habitualmente me hago para dormir.

Salgo del baño y conecto mi IPod a los altavoces. La voz de Sia cantando Elastic Heart inunda la estancia. Esta sí que es manera de comenzar el día, la semana mi nuevo empleo y mi nueva vida.

Regreso rápidamente a la ducha y me meto bajo el agua caliente y deliciosa. Canto a todo pulmón mientras me pongo shampoo.

Al salir de la ducha, me seco el cabello con una toalla y tomo mi bata de baño, mientras me la pongo, me dirijo a mi pequeño armario. Observo mis opciones, que cabe destacar son muchas, y me decido por un vestido entallado azul cielo que me llega justo sobre de la rodilla. Lo combino con zapatos de tacón bajo color crema y un cinturón delgado a juego.

Me siento tan feliz que no puedo evitar mirarme al espejo y sonreír. Por fin mi vida será lo que siempre quise, haré lo que siempre soñé.

Me calzo los zapatos, me maquillo y peino rápidamente, tomo mi abrigo blanco del armario, mi carpeta de trabajo, mi bolso, mi celular y las llaves del ático.

Al salir del edificio, la brisa golpea mi rostro, cierro los ojos y respiro profundamente.

Tomo un taxi, decido no ir en metro. Durante el viaje admiro las calles de la ciudad, me gusta mucho vivir en Nueva York, aunque admito que me ha costado mucho acostumbrarme.

Al llegar al edificio Graham no puedo evitar sentirme nerviosa ante su majestuosidad. Tengo tiempo de sobra para ir a desayunar. Miro hacia el frente y visualizo un pequeño café Aroma y café.

Me siento en una mesa de afuera y leo la carta, me decido por un sándwich de jamón, queso, lechuga y tomate, además un café bien cargado. Diez minutos después, el mesero regresa con mi pedido.

-Gracias. –Digo en mi idioma natal.

Empiezo a comer de inmediato.

-A tus órdenes, preciosa. –Contesta el chico también en español, acompañado de un guiño y una seductora sonrisa.

- ¿Eres latino? –Pregunto.

Asiente. –Matías, de Argentina ¿Y vos?

Es lindo, rubio, de ojos verdes, lleva una camiseta blanca, jeans ajustados y converse negras.

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