Capítulo 5

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-No te alejes. –Susurra con voz quebrada. –Por favor. –Suplica.

Sus hermosos y radiantes ojos, se vuelven tristes, verlos así, me duele.

-Yo no sé... No sé quién eres. –Me tiembla la voz.

-Sí que sabes, nena. No me dejes, yo te necesito. –Me sujeta entre sus brazos y roza su nariz con la mía.

De la nada, todo se desvanece, ya no siento sus labios, sus brazos, su calor. No sé dónde estoy, las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas, siento que algo falta en mi interior, tengo frio. Caigo de rodillas al suelo, con los ojos cerrados.

- ¡Adam! –Grito con desesperación. –Regresa por favor. –Sollozo sin fuerzas.

Abro los ojos y estoy nuevamente en mi cama. Fue un sueño ¡Todo ese sufrimiento fue un maldito sueño! Me paso las manos por el rostro y noto las mejillas húmedas. No solo lloré en el sueño.

Me siento de golpe en la cama y me arrepiento inmediatamente. La cabeza me va a estallar. Debe ser por los gin-tonics de anoche, voy por una pastilla de ibuprofeno y regreso a la cama.

- ¿Qué hora es? –Tomo el teléfono. 06:20 am.

Me quedo unos minutos esperando que se me alivie un poco el dolor de cabeza, pero no es así.

Me doy por vencida y me doy una larga ducha de agua caliente y consigo aliviar el dolor. Termino mi maleta, hoy me voy a Los Ángeles, mañana es el cumpleaños de mi hermano. Me pongo un vestido blanco con escote de corazón y falda de vuelo, me lo regaló mi padre en mi cumpleaños pasado, pero estoy segura de que lo escogió mi madre, es ella quien siempre suele comprarme ropa, mi papá no sabe nada de moda. Lo convino con botas cortas de color ciruela. Puede no sea apropiado para el trabajo, pero necesito algo que me levante el ánimo.

Dejo mi cabello al natural, me maquillo como a diario, me preparo el desayuno, lo tomo rápido, al igual que el café. Dejo mi maleta en el pasillo, tomo mi bolso y salgo.

Hoy trabajaré media jornada, hablé con Leo hace un par de días y dijo que no tenía problema si terminaba mi trabajo a tiempo. Tomo un taxi y llego rápido al trabajo.

- ¿Se va de viaje, señorita? –Pregunta Joseph al ver mi maleta.

-Solo el fin de semana, Joe. –Le sonrío.

En la editorial, me encuentro a Elizabeth y a Christian.

-Tengo que contarte algo, pero luego. –Susurra Beth pasando por mi lado.

Se dirige a la oficina de Christian, quien camina tras ella y le palmea el trasero. Beth da un respingo y lo golpea en el brazo. Green cierra la puerta ¡Qué par de desvergonzados!

Miro a todos lados y al parecer, soy la única que presenció el espectáculo.

-Buenos días. –Leo sacándome de mis pensamientos.

Sonrío y me siento en mi silla.

-Parece que te vas por un mes, digo por el tamaño de esa maleta. –Comenta con sorna.

-Así somos las mujeres. –Encojo los hombros.

Sonríe de medio lado y se apoya en mi escritorio.

-Empecemos cuanto antes, para que no pierdas tu vuelo.

-Claro ¿Hay mucho trabajo hoy? –Pregunto.

-No, en realidad no. Pero tienes un artículo que debes redactar. –Comenta como si nada.

¡¿Qué?!

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