Capítulo 20

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     El lunes por la mañana, salgo de mi edificio y me sorprendo al ver a Mark, estacionado en la calle. No lleva traje, va en jeans y camisa azul con las mangas remangadas.

-Vine por ti. –Dice nada más verme. –Y antes de que digas que no… Te puedo asegurar que Adam no sabe que estoy aquí.

     Frunzo el ceño y sonrío al mismo tiempo. –Bien… ¿Y entonces? -Inquiero.

-Te llevaré al trabajo, pero antes, necesito un favor. –Desvía la mirada. –Hay alguien que deseo conocer… 

     Un par de minutos después, me encuentro en Aroma y café buscando a Victoria, si a Victoria.

–Mark. –Susurro. –Mueve tu trasero o juro que cruzo la calle y te dejo solo en todo esto. –Amenazo. 

     Entra al café y se seca las manos del pantalón ¿Está nervioso? Reprimo una sonrisa.

- ¿Crees que le agradaré? –Pregunta.

-Pues claro que sí, eres divertido, inteligente y un todo un caballero. -Lo animo.

- ¿En serio lo crees?

-Por supuesto.

Tomamos asiento y como era de esperar Vicky llega pasados unos minutos.  Posa sus relucientes ojos verdes en Mark y este abre la boca sin decir palabra alguna.

Lo pateo por debajo de la mesa ocasionando que de un respingo.

-Vicky, él es Mark un amigo. - Tomo la iniciativa.

-Creo que ya nos habíamos visto ¿No? –Interviene ella y reprime una sonrisa. 

    No había mucho por hacer, se agradaron al instante, sabía de antemano que a Victoria le gustaba Mark, asi que la mitad del trabajo ya estaba hecho. Los dejé observándose mutuamente y estoy casi segura de que no notaron cuando me fui. 

     En la editorial, todo está patas arriba, Harris no está y debo ocuparme de todo, para ello, me instalo en su oficina. El día transcurre lentamente; me cito con un nuevo autor y con Christian a la hora del almuerzo. El manuscrito es magnífico, Christian aprueba la publicación y un rato más tarde, regresamos a la oficina.

-Tengo algo para ti. –Me dice.

-Si es algo de Adam, es mejor que no te molestes en entregarme nada. –Suelto molesta. 

     Frunce los labios. –Es solo una carta, Sam. -De acuerdo. –Me resigno.  Me entrega el sobre. –No la tires, por favor. Sé que se comportó como un auténtico imbécil. Pero te ama… Hace días que la envió, pero…

-No quiero oír más. –Le ruego.

-Disculpa. –Se detiene en la puerta antes de salir. –Estuviste excelente hoy, serás una estupenda editora. –Y sin más se retira. 

Me hundo en la silla de Harris y giro el sobre en mis manos ¿A quién quiero engañar? Lo amo, por más que lo niegue, sigue provocando que mi corazón se acelere con el siempre hecho de oír su nombre. Saco la carta y comienzo a leer:

      Toda la vida, he sido una persona bastante cerrada, meticulosa, ordenada y agendada. Siempre he hecho planes, lo hago casi todos los días. Con lo que comeré, como he de caminar por la calle y cuales calles en particular. He planeado a futuro muchas cosas desde hace muchos años. Conocerte no estaba en ellos, y que bien que no fue así, porque me gusta sorprenderme de vez en cuando, y vaya que el que entrarás en mi vida me sorprendióTú, llegaste a mi vida, acomodando al azar las piezas de mi tablero, por no decir que las derribaste todas. Viniste a mí, atravesando todas mis murallas, los obstáculos y mis reticencias. Hubo un momento en el que supusiste un verdadero desafío, no supe que hacer, era seguir mis planes o arriesgarme a vivir con emoción por primera vez; la decisión fue difícil, pero elegí bien. Es difícil equivocarte cuando es tu corazón quien te guía. Deseché varios planes, pero… Te gané a ti. Volvería a cometer los mismos actos si se me plantease nuevamente.  Creo que eres la única persona que ha logrado que cambie de opinión con respecto a algo, con respecto a cómo vivo mi vida. Tú haces que me replantee las cosas a diario.
Pones patas arriba mi mundo y te amo por ello.

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