No te esperaba

Capítulo 3

     Llego al café y me siento en la misma mesa de la última vez. Tomo el menú y un par de minutos después, aparece una chica menuda de cabello rojizo largo, aparenta unos 20 años.

-Hola, soy Victoria. –Sonríe dulcemente. –¿En qué puedo servirte?

-Hola, quiero un sándwich de pollo y un cappuccino para llevar, por favor.

Asiente y entra, pero quién aparece con mi orden no es Victoria, sino Matías.

-Samantha, te ves hermosa. –Me halaga con una sonrisa. –Te sienta el verde.

Le devuelvo el gesto y miro mi vestido, no es verde, es turquesa, pero decido obviar eso y acepto y cumplido.

-Gracias, pensé que no estabas hoy.

-Estaba en la cocina con mi padre. Un empleado enfermó y necesita ayuda. Veo que ya conocés a Victoria.

¡Dios! Me encanta su acento.

Apoyo mi codo en la mesa y la mejilla en la mano. –Es encantadora. –Sonrío.

-Es mi adoración. –Resalta.

Ese sentimiento que no me agrada hace aparición ¿Por qué demonios estoy celosa? Es Adam quien me gusta... ¿O me gustan los dos?

Victoria regresa y lo abraza. Él besa su cabeza y la rodea con sus brazos. Los celos no hacen más que aumentar.

¿Cómo no sentir celos? Es... Preciosa, sus ojos verdes, sus pecas, su cabello rojo, natural, cabe destacar... Un momento ¿Ojos verdes?

- ¿Son hermanos? –Pregunto.

Matías se parte de la risa.

-Obvio ¿Vos que pensabas?

Victoria frunce el ceño.

- ¿Yo? Nada. –Intento disimular con una sonrisa.

Dejo el dinero en la mesa y me despido de ellos.

-Nos vemos luego. –Se despide Matt besándome la mejilla.

En editorial encuentro a Beth sentada en mi silla. La miro molesta.

-Levántate de la silla. –Le ordeno.

Se pone de pie lentamente y sin mirarme a los ojos. Se ve muy arrepentida por dejarme tirada anoche.

-Sam, por favor discúlpame. –Junta ambas manos.

- ¡No, no lo haré, me dejaste sola Elizabeth! –Estallo. - ¿Quién lleva a una amiga a un Club que esta no conoce y la deja sola para irse con su ex?

-No me olvidé de ti, lo juro. Tenía que hablar con él. –Hace pucheros. –Además, no estabas sola, Graham estaba ahí. Yo los vi hablando y no quise interrumpir. Christian me aseguró que él te llevaría a casa.

-Ese es otro tema. Tu sabías que Adam es el dueño ¿Por qué coño me llevaste ahí?

Baja el rostro de nuevo. –El me lo pidió. –Confiesa.

Abro la boca, atónita. Esto sí que es demasiado. Tomo aire.

-Bien. –Digo. –Estas disculpada, pero que no se repita. No me dejarás tirada en el futuro, y mucho menos me tenderás emboscadas, ni con Adam, ni con nadie. –Sentencio.

- ¡Gracias! –Exclama. – Eres la mejor, te prometo que no sucederá de nuevo. –Me abraza con efusividad.

Guardo el número de teléfono de Beth y así no la pierdo de nuevo. Durante la mañana no sé nada de Adam, es probable que me haya escuchado y decidiera alejarse. Pero mientras más pienso en ello, más enojada me siento, sé que le pedí que se alejará, pero... ¿Es realmente lo que quiero?