Capítulo XXVII

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Los guerreros McDougal estaban muy contentos por al fin haber encontrado a Anika, Kieran les pidió de inmediato encender una fogata y preparar algo caliente para que ella comiera, levantaron una tienda para que la revisara uno de los hombres quien sabía de medicina y heridas, al hacerlo con sumo cuidado claro estaba, noto que estaba muy golpeada, seguramente tendría una costilla si no rota si astillas ya que no soportaba el dolor de su costado izquierdo seguro al ser arrastrada se golpeó con algo y le saldrían moretones por todo el cuerpo al día siguiente, su amigo le dio de sus ropas para quitar todas las que estaban mojadas, Aní apenas podía ligeramente mantener los ojos abiertos, estaba muy agotada y tenía mucho dolor, con cuidado Kieran la ayudó a cambiarse, era extraño, nunca habían estado en una situación similar pero ahí entendieron por completo que su cariño si era mucho más que de amigos, sin duda Anika era su hermanita y pasará lo que pasará siempre la protegería y estaría a su lado.

Anika se acurruco en los brazos de su amigo, tenía mucho frío, por un rato él solo acarició su cabello mientras que ella no paraba de llorar, había llegado a pasar por su mente que tal vez nunca regresaría con su familia, no volvería a ver la sonrisa alegre de Clarisse, a pelear con Diana o a pedirle un consejo a Briana, no volvería a molestar a Kieran o a sentirse orgullosa y protegida estando junto a su padre, habían pasado tantas cosas por su cabeza en esos días que, estando entre los brazos de su amigo no podía dejar de llorar, lloraba de felicidad, de rabia, de dolor por todo lo que había pasado, de repente se enderezo sintiendo una horrible punzada en su costado, sobresalto a Kieran.

- ¿Qué pasa? ¿Aní estas bien? - estaba preocupado por sus lágrimas y su mueca de dolor - ¿Aní? -se acercó a ella y empezó a acariciar su cabello

-¿Dónde? ¿Dónde está Duncan? - pudo decir al fin

-No debe estar lejos, ordene a uno de nuestros hombres que fuera a buscarlos, él se encuentra con su hermano y Edmund, nos separamos para abarcar más terreno.

Anika se acomodó nuevamente junto a su amigo, quien notó que estaba temblando aún más.

-Salgamos a la fogata, tienes que calentarte - la tomó en brazos y la acomodó cerca del fuego, le puso una manta en los hombros y se sentó junto a ella

-Mi Lady, nos alegra tanto tenerla de regreso -le acerco un plato de guisado caliente, olía delicioso

-Muchas gracias, Jacob -dijo Kieran mientras Anika hizo una mueca en forma de sonrisa-

Kieran la ayudo a comer, no le dijo nada, ni le hizo preguntas, al terminar su comida le empezó a ganar el sueño, con la ayuda de su amigo se acomodó y tranquilamente cerro los ojos.

Su amigo no podía quitarle la mirada de encima, ¿cómo podría haber llegado a ese grado de desesperación para hacer algo tan peligroso? Hay Aní ¿qué haríamos sin ti? Después de un rato escucharon cascos de caballos, el hombre que venía frente a los recién llegados, era Edmund.

- ¿dónde está? - gritó, sus ojos se veían cristalinos y emocionados, aunque también había algo más en él, algo que no le gustaba - ¿Cómo se encuentra? ¿Qué paso? ¿Cómo escapó de esos hombres?

-Edmund tranquilo, acaba de quedarse dormida, no me ha dicho nada, está muy mal, tiene muchos golpes y se encuentra agotada, ella nos contará todo cuando esté lista

-Bien, lo siento- y se sentó de su otro lado sólo viéndola dormir.

Kieran notó que no venía todo el grupo completo y eso se le hizo sumamente extraño uno de los guerreros McKenna se acercó y le pidió alejarse un poco.

- ¿Que sucede?

-Señor hubo un problema, pero -El hombre dudaba demasiado, por la gravedad del asunto no sabía cómo explicarlo

Siempre fuiste Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora