Números, números y más números.
Sabía que terminaría por mandar todo a la mierda algún día, estaba más que seguro de eso, pero mientras tanto se dedicaba a trabajar mucho, pensando en el bienestar de su bebita, que ya faltaba muy poco para verla.
Cada vez que lo pensaba, su pecho parecía agrandarse y una situación extraña se presentaba en su cuerpo, algo así como un cosquilleo en las manos y un escalofrío.
Como si fuera algo irreal.
Pero era real, iba a ser padre y compartiría esa etapa con el amor de su vida.
A veces sentía que no era verdad, a veces estaba feliz y otras veces simplemente tenía miedo.
Pero llegar a los brazos de Hyungwon después de una jornada laboral intensa y percibir su calidez, siempre se había sentido como ese refugio que necesitaba en su vida.
Aparcó el auto en el amplio garaje y al ver el otro auto estacionado, se sorprendió un poco de saber que Hyungwon ya estaba en casa, aunque debía admitir que no le molestaba en absoluto.
Pues definir el horario de Hyungwon era casi tarea imposible, ya que al ser su propio jefe decidía su hora de entrada y su hora de salida cuando quería.
Aunque generalmente siempre elegía llegar tarde, porque según él, llegar antes que Wonho significaba pasar tiempo a solas con los suegros o con Ruby cuando ella llegaba de visita.
Y no es que le molestara, pero después de un largo día de trabajo, lo único que quería era besar a Wonho y cabe mencionar que Wonho pensaba lo mismo.
Aunque pensándolo mejor, también querían eso en sus días libres, incluso con más necesidad.
— ¿Hyungwon? — Abrió la puerta principal e ingresó mirando a todos sitios pero no vio a nadie — ¿Mamá...? ¿Papá...? — frunció el ceño extrañado y avanzó a través de la casa con lentitud, como si no quisiera pasar por alto ningún detalle de su entorno, teniendo en claro que era muy raro el silencio — ¿Hola? ¿Hay alguien? — suspiró resignado al no haber señal de vida por ningún lado, pero en ese momento miró a través de la ventana del comedor, que Hyungwon estaba sentado en el sillón colgante de su enorme patio, parecía estar leyendo.
Entonces sonrió, sabía lo mucho que Hyungwon disfrutaba tener una cómoda lectura en el patio y también el poco tiempo que le quedaba últimamente para hacerlo.
Así que dio por sentado que si él estaba leyendo tranquilamente era porque no había nadie más en casa.
Puso en el suelo una caja que había traído especialmente para Hyungwon y rápidamente se dirigió hacia afuera, necesitaba esa calma que solo Hyungwon le daba, antes de darle una buena noticia.
Caminó lentamente para evitar dale un susto y cuando estuvo lo suficientemente cerca, le tocó el hombro dándole una caricia.
Su mascota dejó su pequeña pelota y salió corriendo hacia ambos, muy contento de ver a su otro dueño nuevamente en casa.
Entonces Hyungwon volteó muy calmado y le sonrió levemente para volver a clavar su mirada en las páginas de su amado libro, mientras él se agachaba a darle un par de mimos al perro.
— Hola... Bienvenido a casa... — Wonho se levantó del suelo y se acercó a él suavemente, dejandole un beso en los labios para finalmente tomar asiento a su lado.
— ¿Tarde de lectura? — Pasó el brazo por detrás de Hyungwon, le señaló el libro y Hyungwon asintió fingiendo mirar las pulcras páginas.
— Es extraño estar solo ahora... No tenía nada más que hacer en el trabajo, así que decidí venir aquí... — Hyungwon suspiró sin despegar su mirada del libro y Wonho frunció el ceño extrañado por el tono de voz que usó.