Después de una jornada laboral completa, ayuda extra en el trabajo de Wonho, una jornada exhaustiva de sexo, una mala noticia, conducir por dos horas, llorar hasta el cansancio y dormirse a las 9 de la mañana, por fin había abierto los ojos a un nuevo día.
O más bien a lo que restaba del día, porque ya pasaban de las dos de la tarde.
Se removió un poco incómodo y se estiró, intentando poner sus músculos en funcionamiento, pero entonces fue cuando se fijó en su entorno y se enterneció.
Wonho estaba sirviendole de almohada o más bien de colchón humano en aquel incómodo sofá, para proporcionarle una buena jornada de sueño.
Sonrió sintiéndose más enamorado de ese hombre, jamás había dejado de cuidarlo hasta en los mínimos detalles y gracias a esa acción, durmió placenteramente por muchas horas.
Se levantó del asiento y Wonho le sonrió.
- Buenas tardes Hyungwonnie...
Hyungwon lo abrazó con agradecimiento por darle el merecido descanso.
- Buenas tardes... ¿Estas bien? ¿Cuánto tiempo llevas sirviendo de colchón humano?
Wonho se rió.
- Un par de horas... y si... igual estoy un poco entumecido...
Hyungwon se puso de pie buscando el maletín que habían traído de la casa y Wonho se lo pasó también poniéndose de pie.
- Quizá deberías ir a caminar un poco, no debiste haberlo hecho...
Hablaba sin mirar a Wonho mientras revisaba dentro del maletín, en busca de su cepillo dental, entonces Wonho lo abrazó por la espalda y le dio un pequeño beso en el cuello.
- Esta bien... iré por un poco de comida para ti, seguro estas hambriento.
Hyungwon asintió con una sonrisa.
- Si, un poco... Pero Wonho... ¿Cómo está él?
Hyungwon se giró y Wonho tomó sus manos entre las suyas, para finalmente depositar un beso allí.
- Mucho mejor... y yo también, gracias a ti.
Hyungwon suspiró al escuchar la buena noticia y sonrió como un tonto mirando a Wonho salir de la sala de espera.
Entonces rápidamente hizo su rutina mañana y se cambió de ropa, porque tenía algo muy importante que hacer.
Abrió la puerta de aquella sala con el corazón casi saliendo de su pecho, entonces cuando vio al anciano soltó todo el aire que había retenido en el pasillo.
Corrió hacia él y lo abrazó sin vergüenza alguna, el señor soltó una suave risita ante la reacción de Hyungwon y como pudo, le correspondió el abrazo.
- Que susto nos diste...
- Ya pasó Hyungwon, sigo aquí, esperando a mi nieto.
El hombre soltó una débil risa, Hyungwon asintió y se separó del señor, sentándose a un lado de la camilla.
Sus ojos se estaban llenando de lágrimas sólo de acordarse de lo mal que se sintió en saber que probablemente no podría conocer a su nieto.
Hyungwon le sonrió con tristeza.
- Pues más vale que te levantes de allí para que juegues a la avioneta con él...
El hombre arqueó una ceja.
- ¿La avioneta?
Hyungwon se reprendió mentalmente al recordar que ese juego era algo que solo él y Wonho hacían.