Una sensación de felicidad envolvía el ambiente.
Era de esas típicas veces donde cualquier palabra o acción te dejaba un buen sabor de boca y no es para menos.
Todos casi saltaban de felicidad al saber que el anciano había sido dado de alta, bajo observación claramente.
Pero salir del hospital después de varios días, ya era un logro tremendo para ellos.
Ambos ancianos se mudaron temporalmente a la casa de la joven pareja, por decisión de ambos.
Pero todos se sentían bien en la compañía del otro, aunque para Hyungwon a veces resultara un poco estresante ver a muchas personas, incluyendo a Ruby, merodeando por la casa.
Al igual que ese día.
A pesar de que era un domingo, estaba compartiendo sofá con Wonho, su suegro y su padrastro.
Los 4 en silencio mirando hacia al frente, donde estaban ambas mujeres discutiendo.
- Pero Ruby... mira, si te fijas en este color, es más sutil y adecuado para una boda y más si es una ceremonia pequeña.
Ruby tomó el catálogo de sus manos y lo acercó a su cara entrecerrando los ojos.
- ¿Qué cojones es ese color? ¿Rosado? Ellos son hombres, no princesas.
Le entregó el catálogo en manos de la señora de nuevo.
- No es rosado, es salmón... y deja los estereotipos de lado, por Dios...
Ruby arqueó una ceja.
- ¿Salmón? ¿Quieres que mi bebé y tu hijo se casen en una boda plagada de un color que tiene nombre de pescado? No, no señora.
Los varones no sabían si reírse o llorar por lo absurda que era la discusión de ambas mujeres, que ya llevaba alrededor de 40 minutos en eso.
Wonho suspiró cansado y se puso de pie arrebatando el catálogo de las manos de su madre.
- A ver... creo que es suficiente por hoy... ¿Alguien tiene hambre?
Todos los varones levantaron la mano, aunque aún fuera muy temprano, preferían comer y no discutir por colores con un par de mujeres seguramente alteradas por las hormonas de la menopausia.
Se pusieron de pie y se dirigieron a la cocina dejando a ambas mujeres solas en la sala, estupefactas por la reacción infantil de sus familiares.
Al final ambas se vieron, suspiraron y sonrieron, cediendo a la acción infantil y los acompañaron a la cocina.
Sin perder mucho tiempo, la cocina comenzó a ocuparse en cada rincón, todos colaborando en una cena improvisada que comenzaba a oler delicioso.
Pero aunque la cocina fuera muy grande, tener a 6 personas trabajando en ella y una mascota merodeando por allí, no era muy cómodo.
Así que cuando terminó la ensalada de vegetales que estaba preparando, Hyungwon salió de la cocina y aprovechando la distracción de todos, se fue hacia el patio.
Su amado y enorme patio de lectura.
Se estiró perezosamente y se sentó en una de las sillas que habían cerca de la piscina, simplemente disfrutando de la poca luz natural que había en esos momentos y del silencio del calmado suburbio.
Pero a los pocos minutos escuchó la puerta trasera de la casa abrirse, así que volteó pensando que era Wonho quien había decidido acompañarlo.
Pero era su suegra.
Le sonrió.
- Lamento lo de Ruby... ella es un poco... tosca.
