Prólogo

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Había roto muchas normas, cada que lo hacía un sentimiento de culpa se apoderaba de su alma.

Caminaba nervioso a traves de ese espeso bosque, y es que aunque ya lo había hecho varias veces, el sentimiento seguía instalado en su pecho como algo pesado. Giro la cabeza hacía atrás varias veces antes de ingresar por la entrada de una cueva que hizo su escondite (de ambos).

Encendió una vela para poder alumbrar dentro de ella, revisando cada rincón buscando con la mirada a esa "persona", sonrió cuando la vió entre la penumbra jugando con las rocas que se encontraban en el suelo.

-Hasta que por fin llegas. -El demonio alzó su mirada fijandola en la de él, sus cuernos largos rasparon sobre el bajo techo que se encontraba en el lugar donde el se sentaba, provocando un pequeño polvo al rededor de él.

-Lo siento, Namie -sonrió mientras se acercaba y se sentaba frente al demonio, sus manos rápidamente se colocaron sobre sus rodillas del contrario.- Sabes que no es tan fácil salir del cielo, mucho menos bajar...-

-Lo sé, lo sé, tampoco para mi es fácil -La mano de Namjoon se colocó sobre la mejilla de SeokJin, que a pesar de lo aspera que era ésta proporcionó una caricia sueve, tierna- Pero vale la pena la espera si con eso puedo verte al menos unos cuantos minutos.

No pasó mucho tiempo cuando sus labios de juntaron en un suave toque. Las Alas del Ángel cubriendo ambos cuerpos proporcionandoles intimidad (aunque estaban sólos), al separarse se miraron fijamente perdiéndose, adorandose, amándose, que no se percataron de los ruidos fuera de la cueva.

Fueron al menos quince soldados de los Ángeles y Demonios los que irrumpieron dentro y los separaron con violencia, los Demonios, tomaron a Namjoon y amarraron sus manos detras de su espalda mientras que cubrian sus ojos, impidiendo ver como se llevaban a su Ángel amarrado de las alas y manos, sólo pudiendo escuchar como Jin lo llamaba aterrado, los habían descubierto, ¿Cómo lo habían hecho? No lo sabían, nadie conocía ese lugar.

Tal vez ambos bandos debieron sospechar de las continuas salidas de ambos de sus respectivos hogares, tal vez Jin se volvió un poco más ambicioso con su felicidad, tal vez Namjoom se volvió más débil cuando conoció al Ángel, lo cierto es, que habían quebrantado la ley, la quinceaba regla del libro de Kall.

Pasaron al menos un par de años para que les dieran sentencia.

Kim SeokJin, despojado de sus alas, aureola, y todo rango que se le haya asignado en el cielo.

Kim Namjoon, sin cuernos, ni cola, despojado de su rango y sus pertenencias

Desterrados de sus hogares para siempre, desterrados de la historia.

Nunca debe saberse que un Ángel llamado Kim SeokJin y un Demonio llamado Kim Namjoon se enamoraron, nunca debe repetirse la historia. Nunca.

Don't fall in love to the Demon (YoonSeok)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora