5. TK

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Gatos.

La palabra no se le fue de la cabeza durante las siguientes horas de clase. Entre eso y que sus ojos saltaban sobre Kari a cada instante, no logró concentrarse en nada de lo que dijeron los profesores. Sus apuntes fueron emborronados, pero le dio igual; porque una cosa sí era cierta: Kari estaba muy rara.

Algo le estaba pasando... Parecía estar constantemente distraída, apartada del resto de la gente que intentaba hablar con ella (incluido él) y cada vez más melancólica. Después de reflexionar y cuando llegó la hora de comer TK tenía una nueva palabra rodando por su cabeza y que para él, lo explicaba todo: Gatomon.

¡Kari echaba de menos a Gatomon! En cuanto se le ocurrió estuvo seguro de que tenía que ser eso. Desde que habían vuelto a reunirse meses atrás, no habían hablado de ella, ni de Patamon o de los digimon en ninguna ocasión. Se trataba de un tema que solo podían hablar a solas, pues nadie más del colegio podía oírles y... ahora que lo pensaba, puede que tampoco hubiesen estado a solas desde entonces.

De hecho, volver a estar tan pendiente de Kari y preocupado por ella le hizo retornar de algún modo a aquella época lejana que habían vivido de niños con los digimon. Y eso, inevitablemente hizo que se acordara de Patamon.

Desde que se separan seis años atrás TK había intentado recordar con alegría los buenos momentos que había pasado con Patamon para no dejarse llevar por la tristeza. Ese día, por alguna extraña razón, los recuerdos fueron los que le pusieron más triste. Le echaba tanto de menos... y más ahora, con la complicada situación que tenía en casa. Patamon había sido el mejor amigo que jamás había tenido; era al único al que le había contado todo lo que pensaba o sentía, sin reservas de ningún tipo, pues confiaba plenamente en él y en su lealtad.

Habría dado cualquier cosa por tener a Patamon con él de nuevo, solo unas horas, para poder compartir con él todo lo que le estaba pasando. Y entonces se imaginaba que él le miraría con sus enormes ojos, sonreiría y aleteando sus alas le diría algo así como: No te preocupes TK, todo se solucionará. Y se sentiría mejor. Solo con eso se sentiría mucho mejor.

Pero Patamon no estaba con él... Y Kari no estaba bien por alguna razón.

Trató de acercarse a ella para preguntarle qué le ocurría, pero Davis siempre estaba en medio. Siguiéndola con los ojos a cada instante y dispuesto a escucharlo todo. No podía mencionarle a Gatomon con ese chico siempre presente.

Justo cuando iba a rendirse en su empeño, recordó otras cosas de aquella época. Precisamente, lo amigos que habían llegado a ser Kari y él cuando eran más pequeños. Incluso, que una vez creyó poder confiar en Kari igual que lo hacía en Patamon. Solo era un crío y pensó que, a pesar del tiempo y de lo que pudiera ocurrir, ellos seguirían siendo grandes amigos para siempre.

Por eso, el septiembre pasado cuando se reencontraron, TK había tenido la esperanza de recobrar esa clase de relación con Kari, pero ya era demasiado tarde. Habían crecido y ahora, cuando estaban juntos y hablaban, él sentía que se había levantado un muro entre los dos. Y sin embargo había veces, como esa mañana cuando ella le había mirado de esa forma tan peculiar, que era como si se abriera un pequeño agujero en el muro por el que, tal vez, pudiera volver a llegar hasta ella.

Tal vez... sería posible, si no se daba por vencido.

Al final del día, aunque tenía el estado anímico por los suelos, TK fue al gimnasio donde se entrenaba con su equipo de baloncesto para decirles que hoy no podría quedarse y después salió corriendo hacía la puerta del colegio, rogando porque Kari no se hubiese ido todavía.

Estaba a pocos metros de la puerta cuando recibió una nueva llamada de Matt. Llevaba todo el día igual y TK le había estado ignorando, pero se dijo que más tarde se la devolvería.

Cuando levantó la vista, vio de refilón a su amiga saliendo al exterior.

—Kari... —murmuró, sorprendido. De golpe echó a correr tras ella antes de que se le escapara—. ¡Kari! ¡Espera!

Reencuentro (Takari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora