20. TK

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Fue un momento de auténtico terror en el que el mundo del chico se tambaleó violentamente, amenazando con venirse abajo.

Esa mirada que Kari le lanzaba tan inquieta, tan intensa fue como una mano fría agarrando su corazón y estrujándolo con fuerza hasta no dejarle latir más. Le pareció, incluso, oír la voz de Kari llamándole a través del muro, cada vez más bajito, sin poder entender lo que ella le decía. Se quedó paralizado, sin saber qué esperar; pero por una vez y aun con clara dificultad, Kari estaba dispuesta a revelar el secreto de lo que ocultaban sus pensamientos.

—Pues... claro que lo somos —asintió, pero TK no se fio.

—¿Pero?

—Pero... nada —El chico aguardó, sabiendo que si había un pero, hasta que su amiga cabeceó—. No es como era antes, ¿verdad? —Frunció el ceño y dijo—. A principios de curso, cuando supe que habías vuelto a Odaiba y que estarías en mi clase... me sentí muy feliz —le explicó ella. Lo hacía delicadamente, colocando una palabra delante de otra con tal cuidado como si fueran de porcelana. Y sonreía, de un modo frágil, pero también muy bello—. Creí que podríamos volver a ser amigos; la clase de amigos que éramos de pequeños. Y que podría volver a sentirme como antes —Su ceño seguía fruncido y además sacudió la cabeza débilmente—. Y sin embargo no fue así y todavía no sé por qué.

TK sí lo sabía. Lo había sabido siempre, era ese muro que se interponía entre ellos. No eran solo imaginaciones suyas, Kari también lo había sentido. Era, irremediablemente, real.

—Yo sentí lo mismo —admitió él. Dejó que las palabras se liberaran de él y que sus piernas se estiraran, relajadas, sobre la cama—. Y no se me ocurre otra explicación más que la más evidente.

—¿Y esa cuál es?

TK suspiró, creyendo ver la situación desde un lugar distinto, más realista, por una vez.

—Nos hemos hecho mayores —respondió sin más—. Éramos grandes amigos, pero solo nos conocíamos de niños y seis años es demasiado tiempo.

>>. Yo no he estado en tu vida y tú no has estado en la mía. Y de pronto, aquí y ahora, todo es diferente.

Mientras lo decía fue cuando realmente se convenció de esa idea. Esa era la gran brecha que los separaba. Los dos habían creído que podían retomar la amistad en el punto en la que la dejaron, pero aquello se había perdido en un pasado muy lejano. Tenían que conocerse de nuevo, pero conservando todos aquellos recuerdos y eso había sido tan extraño que los había acabado separando.

Al menos ahora ya lo sabía y por fin todo encajaba. Y no solo para él; Kari meditó sus palabras unos minutos en silenciosa reflexión y acabó asintiendo con la cabeza como si acabara de comprenderlo. Y debió ser un alivio para ella, porque volvió a sonreír más tranquila.

—Hay una cosa a la que siempre podemos volver —dijo ella—. Algo que no cambiará.

Estiró la mano para pasar la siguiente página del álbum y descubrió un increíble collage de imágenes de todos sus amigos junto a los digimons. TK dio un respingo, abriendo más los ojos para pasearlos rápidamente por todas ellas; nunca antes había visto esas fotos. La única que él tenía era la de Andromon y pensaba que no existían más.

—¿Cuándo hiciste todas estas? —preguntó, anonadado. Patamon estaba en muchas de ellas, ¡incluso él! Pero no las recordaba.

—No fui yo; le pedí a Andromon que hiciera algunas más después de la primera.

—Yo no me di cuenta.

—Nadie lo hizo.

Todos aparecían en la mayoría de las fotografías y nadie posaba o miraba a la cámara. Pero igualmente eran muy bonitas, pues habían atrapado la auténtica alegría y diversión de aquellos momentos en los que todos eran tan felices. A TK le trajeron un montón de gratos recuerdos, algunos incluso que se habían ido quedando muy atrás en su memoria, sin nada que los hiciera salir.

Reencuentro (Takari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora