Víctor y Yuuri son dos agentes acostumbrados a trabajar en solitario y que repentinamente son asignados a un mismo equipo. Ninguno está acostumbrado y para completar, está ese asunto del discurso de graduación que ambos tenían que trabajar. Claro...
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Apenas llegaron de vuelta a la base de la federación, Víctor y Kenjirou fueron enviados a la enfermería mientras que Yuuri tuvo que informar de lo sucedido durante la misión. Fueron cinco horas las que estuvo llenando papeles y dando informes por lo que al final del día su humor era tan negro como su uniforme.
Decidió visitar a los dos heridos para aliviar un poco la tensión que sentía luego de aquel trago amargo. Primero fue a visitar al agente Minami, pero se sorprendió cuando le fue denegada la visita. Según la información, el agente no terminaba de dar su informe. No había sido enviado al tanque de regeneración por alguna razón que Yuuri desconocía y que era, al parecer, confidencial.
Solo le quedaba ir a visitar al agente Nikiforov.
Al entrar a la habitación lo primero que pudo notar fue que el cabello del agente estaba suelto, desparramado sobre la almohada y parte de la cama en finas hebras de plata. Se quedó muy quieto mientras la imagen se grababa a fuego en su mente. Era lo más hermoso que alguna vez hubiera visto y le costaba admitirlo porque aquel era un hombre arrogante al que no soportaba. Sin embargo, su corazón latió levemente acelerado y nervioso ante aquella visión. Además de los cabellos desparramados, la forma en que su cabeza descansaba, totalmente relajada hacia un lado, con los labios ínfimamente entreabiertos y los ojos cerrados de una forma tan suave hacían que su corazón se enterneciera sin hacerle caso.
Se acercó un par de pasos hasta llegar al lado de la cama y se debatió entre quedarse o salir corriendo. No tuvo ánimos para negar que el agente era, definitivamente, su tipo. De no haber esa pequeña rencilla entre ambos lo habría admitido antes.
Se preguntó si sería un alfa. Era la respuesta más evidente. De pronto se imaginó aquella voz tersa y levemente acentuada dando un suave gemido con aquellos labios entreabiertos y su corazón se aceleró mucho más. Para Yuuri aquella era una reacción normal en él. Siempre que alguien le gustaba imaginaba el sonido de su voz al excitarse y cómo se verían justo en medio de un orgasmo, no podía evitarlo. El problema estaba en que imaginar al agente en esa situación le causaba una vergüenza mayúscula.
Decidió tener valor y sentarse al lado de la cama. Ya ni sabía realmente cuál había sido la importancia del malentendido entre ambos. Solo sabía que le daba vergüenza pensar en ello.
Víctor se movió levemente estirándose un poco y giró la cabeza instintivamente hacia donde Yuuri estaba sentado como si se lo hubiera presentido. Por unos instantes, la expresión en los ojos azules era una de confusión, hasta que reconoció al agente Katsuki. Una sonrisa se fue formando lentamente, atontada y algo cómica con forma de corazón.
—Yuuri.
El que lo llamara por su primer nombre lo sorprendió. Esperó a que estuviera un poco más despierto para ver qué reacción tendría. Le sorprendió el hecho de que la sonrisa no cambiara mucho y se preguntó cuándo cambiaría a la expresión seria y orgullosa que le conocía.
