CAPÍTULO. CENIZAS

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—¡¿Pero como puede ser posible?! —. Preguntó Zaida mirando aquél pueblo destruido.

A penas unas cuantas casas se encontraban intactas, las demás fueron consumidas por alguno incendio o derrumbadas, todo el suelo del pueblo estaba lleno de cráteres.
Cora bajó de su caballo, no logró contener el llanto.

—Sepulten todos lo cadáveres que hay —. Ordenó Cora.

Doscientos soldados que los acompañaban bajaron de su caballo y caminaron por las calles a penas reconocibles.

—¡Ese demonio sigue vivo y no se detendrá! —. Grito Cora arrodillada en el suelo.

Izan bajo de su caballo para abrazarla.

Mientras tanto un viejo centurión caminaba por los restos de una calle.

—Mire señor un escudo —. Dijo un joven soldado que lo acompañaba.

—¿Creé que se a de oro y plata? —. Preguntó él soldado.

Ambos llegaron donde el escudo.

—Así que tu también moriste, Hasan —. Dijo él centurión.

—¿A quién le hablá ? —. Preguntó él soldado.

—Ha mi viejo amigo, él dueño de este escudo —. Respondió él centurión, mirando los escombros de lo que una vez fue un hombre.

—Debiste dar todo para defender a tu pueblo, espero que descanses en paz —. Pensó el centurión.

Una vez que Hasan fuera sepultado, él centurión dejó el escudo encima del montón de tierra.
Los doscientos regresaron donde Cora.

—Ya terminamos heredera —. Dijo él centurión.

Cora se levantó.

—Vámonos... —.

—Tengo que dejarlo ir... ¡Tenemos que encontrar a ése mal nacido! —. Cora subió a su caballo.

Todos bajaban de la montaña. Zaida no le quitaba la mirada a Izan, quien veía a Cora con preocupación.

Zaida se acercó a él.

—Izan, por favor no te acerques demasiado a Cora —. Dijo Zaida mirándolo.

—¿Otra vez con lo mismo?, Ya dejame en paz, ¡Farid está muerto! —. Comentó Izan alejándose de Zaida.

—¡Heredera! ¡Hay soldados enemigos! —. Grito un soldado acercándose a Cora.

—¿Cuantos! —. Preguntó Cora.

—¡Más de seis mil del imperio jäger! —. Respondió él soldado.

Inmediatamente Cora avanzó donde estaban toda la caballería.

—¡Todos prepárence para la batalla, más de seis mil enemigos se dirigen al  noroeste! —

—¡Los interceptaremos antes que llegen a su destino! —.

—¡Todos alinience en una fila de quinientos caballos, ya! —. Grito Cora.

La caballería se formó como Cora lo ordenó.

—¡Vamos a la carga! —. Cora levantó su espada y la apunto contra el enemigo.

La caballería avanzó a todo galope en dirección al enemigo. A unos novecientos metros antes, el enemigo se dio cuenta de la presencia de la caballería Heroriana.

—¡Todos atención! ¡Den medía vuelta hacía la derecha ! —

—¡Lanceros al frente! —. Grito quien los dirigía.

EL DESTINO DE FARIDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora