MAS HAYA DE LAS MONTAÑAS

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Farid se encontraba en el jardín del castillo, él intentaba ponerse de pié dejando a un lado la silla de ruedas.

—¡Tengo que lograrlo! —. Dijo Farid quien dio el primer paso.

Pero sus piernas no aguantaron lo suficiente y cayó al suelo, poniéndose de rodillas.
De su cuello cayó un collar.

—Ainara... —. Farid no soportó caer en llanto.

—¡Perdonadme, debí estar ahí! —

—¡Pude haberlo matado junto a mi padre! —

—¡¡Haaa!! —. Gritaba Farid sin parar de llorar.

Dentro del castillo, Esmeralda escucho los gritos de Farid y bajo a buscarlo.

—¡¿Que te sucedió?! —. Preguntó Esmeralda corriendo hacia Farid.

Esmeralda se arrodilló para levantar a Farid.

—Tranquilo, estoy aquí contigo —. Dijo Esmeralda abrazando a Farid, soltándose a llorar aún más.

—¡No me quedá nada! —

—¡Solo quedó yo! —

Esmeralda lo abrazó más fuerte.

—¡Mama, padre... Ainara , todos murieron! —

—¡Estoy solo, ya no tengo un hogar donde regresar! —. Decía Farid entre lágrimas.

Esmeralda no sabía que decirlo y lo único que dijo fue.

—Quedate conmigo —. Ella lo abrazo con más ternura y cariño.

Después de varios minutos, Farid se calmó, él le contó todo a Esmeralda.
Fue tanto el dolor en las palabras de Farid que ella no soportó las lágrimas.

—¡Debo regresar, ese maldito sigue con vida! —. Dijo Farid.

—Irma y sus abuelo... —

—¿Eran sobre vivientes de la raza de aquél tipo, no es así? —. Preguntó Esmeralda.

—Si, pero yo solo quiero a Wyatt, Irma no tiene nada que ver —. Contestó Farid.

—Cora es tu prometida —. Dijo Esmeralda muy triste.

Dos meses después. En el imperio Heroriano, miles de soldados entraban por las grandes entradas, en el frente iban Cora, Zaida e izan, los comandantes más poderosos del imperio.

—Otra victoria... —. Dijo Zaida con la mirada sería.

—Si, pero aun así perdimos a muchos soldados —. Comentó Izan.

—Aún no encontrados rastros de ese maldito, de nada sirven estas victorias si no lo encontramos —

—¡Podría pasar lo mismo que hace un año y el sacrificio de mi padre y de Farid serian en vano! —. Dijo Cora apunto de llorar.

— Cora... Tranquila —. Izan la abrazó.

—Es que no dejo de pensar en él, me cuesta creer que se haya ido —. Argumentó Cora.

—La siguiente semana exploráremos cerca de las montañas norte, donde ella lo indicó —. Dijo Izan.

—Debemos cumplir la promesa de enterrar los cuerpos —. Comentó Zaida.

—No lo creó... Llevaría más tiempo —. Dijo Izan.

Zaida se molestó.

—¡Pero era el hogar de Farid y el de ella! ¡Ella te lo pidió! —

EL DESTINO DE FARIDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora