Él Espadachin Negro

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Paso un mes, la leyenda de farid se esparció por todo el continente.

Farid caminaba por un sendero de piedras, justo por la entrada de un pueblo.

Él parecía algo descuidado, su apariencia era otra, tenía grandes ojeras, su cabello le tapaba la cara, además de tener una barba descuidada.

En su mano derecha sostenía la siga de su caballo y el la otra sostenía una cadena que arrastraba un sin miembros.

—¡Mira es él, él espadachín negro! —

—¿Él caballero de ojos grises? —

—¡Dicen que acabo con un ejército de quince mil hombres él solo... Y los enpalo a todos! —

—Además lleva al hombre sin piernas ni brazos, se rumorea  que ese sujeto mató y violo a su pequeña hija de cinco años —

—Los rumores cuentan que lo tortura y lo obliga comer su propia carne que él arranca de su cuerpo —

—Imagina por lo que tuvo que pasar, perder a toda su familia y terminar así — Rumoreaba las personas.

Farid entró al pueblo, observó a varios soldados del ejército imperial Dragón azul.

Busco la posada más cercana y entró, cuando cruzó por la puerta todos lo que estaba dentro se quedaron callados.

Se acercó a la barra y tomó asiento.

—¿Que ordenará espadachin negro? —. Preguntó él dueño del lugar.

—Solo quiero un filete y agua por favor —. Respondió Farid.

Él dueño tomó su orden y se dirigió a la cocina.

Un hombre a su lado estaba llorando, Farid no tomó importancia y siguió esperando.

—¿Tú eres él Espadachin Negro no? —. Preguntó él hombre a su lado.

—Tengo muchos apodos... —. Respondió Farid.

—Hace unos meses tuve que salir de mi pueblo por esta estúpida guerra... Deje a mi esposa y a mis dos hijos... Un par de mellizos

—Pero me enteré de que el pueblo fue destruido por unos desgraciados y no hubo sobrevivientes... —

—¿Podría ayudarme? ¿
Quiero vengar a mi familia —. Dijo él hombre entre lágrimas.

Farid levantó su mirada, era él el padre de los mellizos a los que no pudo proteger.

Las lágrimas de los ojos de farid calleron a la barra.

—¡No puedo decirle que sus hijos murieron por mi culpa, si le digo que su hijo Malak lo enpalaron y a su niña la volaron! ¡Todo po mi culpa! —. Pensó Farid.

—Ya los he vengado, los hombres que destruyeron el pueblo seguían las órdenes de un hombre en la ciudad de Ikam —

—Yo mate a ese rey, lo desmembre y lo enpale —

—Ya no hay nada que vengar... —. Respondió Farid.

Él hombre a su lado, se levantó y se fue.

—Aquí está su orden —. Él dueño del lugar le sirvió un filete y agua.

Farid comió y salió de la posada.

Tomo al caballo y al hombre encadenado.

En la mente de él un vago recuerdo de la advertencia de la princesa Athenea.

—Esto es a lo que ella se refería que no sería el mismo de antes... —. Pensó Farid.

Unos pasos detrás de él.

EL DESTINO DE FARIDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora