¿Qué estoy haciendo conmigo?

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  ¿En qué momento estar sola se volvió un castigo para mí? Ando, siempre, buscando a alguien que llene ese vacío llamado "soledad". Ahora te espero a vos, mi misterioso "A". Desde ese día de Marzo en el que tocaste la puerta de mi habitación porque no te podías dormir (y yo tampoco) empecé a sentirme diferente. Nos recostamos en mi cama y hasta abrazarte se sentía distinto, me sentía a salvo, segura, en mi lugar. Podía permanecer en cualquier ambiente si me rodeaban tus brazos.

 Nos besamos, y jamás pensé que lo haríamos, yo siendo yo y tu siendo tú... No había pensado que existía una posibilidad, ni aunque de rozar tus labios se tratase. Conocí el sabor de tu piel y, luego, todo quedó en el olvido, como debía ser. Conocí a alguien nuevo y tu lo hiciste también. Casi ni hablábamos, pocas palabras; un "hola" y un "chau".

 El 14 de Mayo me viste caer y tocar fondo en mi propio abismo y, para serte sincera, pensé que jamás te volvería a ver, que me dejarías de hablar, así como dejé de ver a personas que pensé que no lo iban a hacer. Sin embargo, luego de haber tenido un encuentro cara a cara con la muerte y luego de mi pronta recuperación, reapareciste el 16 de Noviembre, como si nunca te hubieras ido, pidiendo una mano amiga en un momento de conflictos. Una vez más, te rompieron el corazón. No sé como una cosa llevó a la otra, ni por qué estábamos solos  los dos, pero me diste un beso que no se me olvidó. Me dijiste que "Te habías quedado con ganas de un beso más" y no entendí por qué me lo decías hasta que me dejaste de besar.

Y acá estoy, como una tonta, esperando que aparezcas y me vuelvas a besar, aunque no nos lleve a nada, aunque que no seamos más que amigos, aunque sé que no va a durar.


Cartas que nunca di.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora