Me despierto en la misma celda que hace 13 años.
Llevo casi toda la vida encerrada aquí.
Mi padre era el Alfa de la manada Black Moon, cuando en mi tercer cumpleaños un ejército de vampiros invadió mi hogar.
Mi madre, mi padre y mis dos hermanos ma...
Abrí los ojos lentamente, la luz me estaba matando. En cuanto recuperé mi visión lo primero que vi es que estaba en un hospital, el de la manda, mire hacia los lados y me encontré a Atka hecho un ovillo en una de las butacas de la habitación.
Me miré las manos y a parte de ver mi piel más blanca de lo habitual tenía las muñecas más estrechas.
Me levanté sin despertar a Atka para dirigirme al baño para mirarme en el espejo, me pareció imposible, no podía ser yo, pero si parecía que estuviera muerta, estaba blanca a matar, ahora sí que me faltaban horas de sol, la cabeza me empezó a doler mucho y todo el baño daba vueltas, me iba, me estaba cayendo pero antes de darme con el frío suelo, algo o más bien alguien me cogió al aire.
Pude ver que Atka me miraba con una mirada seria.
-Creía que te perdía dentro de la guarida de los vampiros- Intenté tocarle la mejilla con mi mano pero me fue imposible
-Como se te ocurre, con lo débil que estás y vas y te levantas, no sabes lo preocupado y lo solo que me he sentido sin ti, no me vuelvas ha hacer esto nunca, antes de que esto te vuelva a pasar me suicido-
-Pero que estás diciendo, no te estoy entendiendo-
-Cariño, llevas dos meses en coma-
El mundo ser paró, mi mundo se paró, no podía ser, dos meses de mi vida en una cama, sin hacer nada sin poder ver ni hablar con nadie, pequeñas lágrimas se formaron en mis ojos que caían lentamente por mis mejillas.
-¿Dónde está Karen?-
Atka miró al suelo con una cara que podía descifrar que en ella se peleaban la tristeza y a la vez la felicidad.
-Hace más de un mes su padre despertó, ya sabíamos todos que pasaría algun día, se fue con él, aún así ha estado viniendo por su cuenta con su padre a verte, te echa realmente de menos.
Me había perdido un momento de felicidad de Karen, sabía perfectamente que no era mi hija, pero se había vuelto como una y me daba mucha lástima y a la vez me alegraba mucho por ella.
-Así que ahora solo estamos tu y yo
-Porfin todo volvera a ser como antes, la casa volvera a recobrar vida con ti allí, no sabes lo desierta que estaba sin tus risas. De verdad te he hechado mucho pero mucho de menos.
