Boda por amistad

Confío en ti

¿Podría hablar de lo me estaba pasando? ¿Era posible involucrar a más personas en mi sufrimiento? ¿Serías capaz de ayudarme, Darien?

Fue la casualidad o el destino lo que me hizo conocerte y en verdad estaba muy agradecida de ello. En ese tiempo fuiste alguien tan importante que hable de ti con mi mamá, y le dije que estaba enamorada. Mi primer amor... uno imposible y platónico, ya que el mismo destino que nos unió, nos separó. Es verdad que nunca pude olvidarte, pero las decisiones que tomamos no siempre son guiadas por lo que sentimos, sino por lo que vivimos día a día. Fue ahí donde perdí mi camino sin darme cuenta.

Y en ese momento estaba otra vez frente a ti, pero la situación era tan diferente a como la imaginé...

—¿Qué dices? —le pregunté, alterada.
—¿Fue Seiya? —repitió, con evidente rabia. Sabía que no era normal ver a alguien en esa situación, pero tampoco era para que se lo tomara tan personal, después de todo sólo eramos amigos.
—¡¿Cómo se te ocurre pensar eso?! —le dije molesta de que no me dejara avanzar. No quería herirlo, ni quería contarle lo que me estaba pasando, ¿de qué me serviría inmiscuir a más personas en mi problema?
—Serena... si no me dices quien fue, te juro que voy a ir a buscar a Seiya —me habló con firmeza, impidiéndome cualquier salida. ¿Qué podía hacer? "Mamá, ayúdame, por favor", pensé para mis adentros.
—Darien... no puedo...
—Dijiste que éramos amigos. ¿Cómo quieres que me quede tranquilo despues de lo que vi? No puedo hacerme el ciego, lo siento —me dijo, lo más relajado que pudo, tomando mi mano con delicadeza, como queriendo transmitirme seguridad.

¿Cuánto tiempo soñé con que tomara mi mano, con que me mirara sólo a mi, con que su preocupación fuera sólo yo? Fueron varios años anhelando encontrarlo de nuevo, pero de un día para otro todo cambió y casi olvidé ese deseo... No pude seguir mirando sus ojos, así es que bajé la mirada, buscando una salida a toda esa situación.

—¿Podemos ir a otro lugar, por favor? —fue lo único que salió de mis labios en ese momento. En verdad, sabía que no podía ocultarle lo que ya había visto.
—Claro. Sígueme —dijo decidido, llevándome de la mano, sin pensar en que todos podían vernos.

Me condujo directo a la salida, luego caminamos hasta la esquina y cruzamos la calle donde había un café. Me invitó a entrar con toda la delicadeza del mundo y, sin esperar a que viera la carta, pidió por los dos. No podía creer que ese fuera el mismo Darien tímido que conocí. Parecía que los años le habían hecho muy bien...

—Chocolate caliente para ambos, por favor.
—Está bien —le contestó la camarera.
—¿Cómo...
—¿Cómo me acuerdo? Recuerdo demasiadas cosas, Serena.
—Gracias...

Y, ahora, ¿cómo le decía? ¿Por dónde empezaba? Sólo esperaba que me creyera y que mantuviera mi secreto así como estaba... como un duro secreto.

—Tómate tu tiempo si es necesario.
—Darien —susurré.

Necesitaba un apoyo para empezar mi relato, así es que no pude evitar tomar su mano. Estaba tan cálida... eso era algo que siempre quise sentir. No fui capaz de levantar mi cabeza, pues sentía el peso de mis secretos sobre mi espalda y sólo quería...

—Serena, quizás no llevemos mucho tiempo desde que nos volvimos a ver, pero no dudes de que puedo ayudarte, siempre.
—Está bien, pero no sigas pensando que fue Seiya, por favor. Él... él ha sido el único que me ha ayudado todo este tiempo —solté sin meditar en nada, solo quería que siguiera viendo a su amigo tal y como era, una excelente persona.
—Está bien. Te creo... —me respondió.

Sentí como su mano se relajó un poco, en demostración de que en verdad confiaba en lo que le estaba diciendo. Mi corazón latía acelerado, tanto por lo que iba a contarle, como por la situación tan cercana que estábamos viviendo. Sus ojos azules tan profundos como el océano me miraban con súplica, pidiéndome que revelera mi dolor, que descargara sobre él esa angustia que llevaba sobre mi corazón por más de un año.