Mis condiciones

2.9K 241 17
                                    

Tuve suficiente valor para llegar hasta el departamento de Darien, pero en cuanto vi su puerta, mi corazón se detuvo para luego comenzar a latir cada vez más rápido. De repente, reaccioné y me pregunté que estaba haciendo ahí. Mi estómago se hizo un nudo y no fui capaz de tocar el timbre, sintiendo como mis manos temblaban de nerviosismo. Entonces, me devolví al ascensor, decidida a irme sin hablar con él, pero, después pensé que no podía marcharme así sin más, que tenía que contarle lo que había decidido. Tuve una lucha interna conmigo misma durante unos diez minutos en los que caminaba por el pasillo del ascensor a la puerta de Darien y viceversa. ¿Por qué era tan difícil?

En verdad, lo sabía... no iba a pedirle ayuda para un examen, ni siquiera iba a pedirle que salieramos juntos, iba a aceptar casarme con él. ¿Quién no estaría hecho un atado de nervios? Además, nuestra situación no era común y mucho menos normal, sería un matrimonio entre amigos que se querían ayudar en un momento difícil. Y, concentrándome en eso, tomé aire de forma profunda para luego exhalar contando hasta diez y de esa manera relajar mi alterado corazón. Era ahora o nunca, así es que toqué el timbre sin pensar en nada más.

El minuto en que se demoró en llegar hasta la puerta y escuchar que la abría, fue para mí una verdadera tortura. Todo el valor que me había dado, se estaba esfumando otra vez, sintiendo que, de un momento a otro, mi corazón no sería capaz de resistir semejante presión. Sin embargo, todo se detuvo a mi alrededor cuando vi sus ojos azules mirándome sorprendidos por ser yo quien buscaba.

—Serena... —me llamó con su voz tan varonil que me derretía por completo.

Tuve que apretar mis manos para darme valor otra vez y no salir arrancando de la situación en la me había metido solita.

—Acepto —dije sin dudar—, pero tengo condiciones.

Sus ojos se abrieron de asombro y, aunque quiso decir algo porque vi que movió sus labios, al final se mantuvo en silencio, sin quitar su mirada de mis ojos, los que obligué a no desviarse, haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad. Sin embargo, pasaron unos segundos eternos sin que él dijera nada, quedándose en un estado de shock, al que ni yo misma sabía bien cómo reaccionar.

—Parece que vine en un mal momento —fue lo único que atiné a decir, girándome hacia el ascensor una vez más, decidida a salir de ahí, antes de que me desmayara de la ansiedad.

Sin embargo, no pude avanzar, pues su mano tomó la mía, en un intento por detenerme.

—Perdón —musitó, aún bajo el efecto de la impresión—. Yo... estaba durmiendo y tú...
—Por eso mismo, creo que no fue buena idea venir sin avisar... —acepté, mirando el suelo.
—¡No! Pasa, por favor —me invitó, tirando de mi mano.

Hubo un segundo de duda en mí, en el que deseé salir corriendo, arrepentida de lo que había dicho. Pero, mi loco corazón obligó a mis piernas a caminar hacia dentro del departamento, condenándome a terminar aquello por lo que había ido hasta ahí, a pesar de que estaba dudando de ser capaz de hablar.

—Bueno.
—Serena... ¿escuché bien? —me preguntó en cuanto cerró la puerta.

Fue mi turno de quedarme en silencio, mientras observaba su departamento. De seguro el estaba estudiando porque había libros y cuadernos regados por el sillón y la mesa de centro, donde permanecía una taza a medio beber. Caminé en silencio, y por inercia me puse a ordenar los libros para hacer espacio en el sillón, mientras Darien me miraba confundido.

—No es necesario que hagas eso —dijo, acercándose y tomando algunos libros de forma rápida, llevándolos a la mesa del comedor.
—Tengo que acostumbrarme a ayudarte o ¿no?
—Serena, ¿en serio vas a aceptar?

Boda por amistad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora