El plan

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Si era sincero, jamás esperé estar en una situación como esa. Serena siempre había sido como un sueño lejano, inalcanzable, pero, en ese momento estaba ahí, conmigo, en mis brazos. Aunque no era la forma que hubiese preferido para estar más cerca de ella, de alguna manera, eso estaba juntando nuestros caminos otra vez. Y, por eso me juré a mí mismo que no permitiría que algo tan horrible volviera a sucederle, jamás.

No sabía qué clase de novio era Seiya; en realidad, era la primera vez que no hablaba de su conquista, ya que antes se la pasaba alardeando de las mujeres con las que salía y a las que llevaba a su cama. No era un mal joven, sólo disfrutaba y vivía el momento, haciendo uso de su influencia sobre las chicas, como todo buen músico. Le bastaba sentarse a tocar su guitarra y todas se juntaban a su alrededor suspirando. Era gracioso verlo, Michiru siempre lo molestaba por eso. Así fue, hasta que conoció a su Bombón, que según nos contó en ese tiempo, era amiga de la novia de su hermano Yaten. Sin embargo, por primera vez se reservó los detalles y nunca habló mucho de ella, más allá de lo fascinado que estaba, incluso, llegué a pensar que se había enamorado por primera vez.

¿Como podía ser el destino tan caprichoso? Yo, que tenía tan pocos amigos, vine justo a formar lazos con quien sería más tarde el novio de mi amor platónico.

Lo que sí sabía de Seiya, era que jamás golpearía a una mujer. Creo que esa pregunta se escapó de mis labios sin siquiera pensarla o quizás, la hice para presionar a Serena y que me dijera la verdad. Al menos, había resultado. Lo que se me escapó de las manos, fue la forma en la que resolví las cosas. Perdí mis sentidos y la razón al llevarla de la mano hasta el café, a vista y paciencia de toda la Universidad, por lo que se convirtió en el chisme más reproducido en pocos minutos, el que llegó a oídos de Michiru, que a su vez se lo contó a Seiya. Y, ahí estábamos ahora... yo abrazando a Serena, y nuestras respectivas parejas mirándonos con cara de interrogación y decepción.

—Darien...

Mi novia me miraba como a punto de llorar. El instinto me llevó a sacar mi mano de los hombros de Serena, a pesar de que hubiese preferido no hacerlo, pero, no podía herir a quien me había entregado su corazón.

—Bombón —escuché la voz de mi amigo, en una mezcla de molestia y preocupación.

—Siéntense, por favor —les dije, indicando con mi mano hacia los asientos frente a nosotros. Era necesario salir de ese lugar en paz, como los compañeros que éramos.

Ambos se miraron entre sí y asintieron. Seiya se sentó frente a Serena y le extendió sus manos por sobre la mesa, para alcanzar las de ella, quien no tardó en responderle y entrelazar su dedos que minutos antes habían sido míos. Una punzada atravesó mi corazón en ese momento, pero sabía que era mejor así. Ella había escogido su camino y yo no era nadie para impedírselo. Mientras tanto, Michiru tomó mi mano llamando mi atención. La miré a los ojos y le sonreí, acariciando sus dedos para que estuviera tranquila. Sus verdes iris eran demasiado expresivos, y podía notar la tristeza al darse cuenta de que podía interesarme en otra que no fuera ella. De seguro, jamás lo imaginó, pues en los dos años que llevábamos de amigos y compañeros, ella era la única que había entrado a mi reducido círculo de amistades. Sabía que muchas chicas andaban detrás mío, pues me enviaban cartas y otras cosas que prefería ni siquiera mirar, ya que no estaba pensando en eso, sólo me concentraba en mis estudios y en mi sueño por llegar a ser un excelente Obstetra.

—¿Qué sucedió? ¿Por qué están aquí? —preguntó Michiru, mirándome a los ojos.
—Serena no se sentía bien —le respondí escueto. No podía decirle nada más.
—Perdón, Michiru... —le dijo.
—Pudiste buscarme, Bombón —habló mi amigo.

Él sabía lo que estaba pasando con ella, pero no entendía en qué momento entraba yo en toda esa ecuación.

—No hubo tiempo, sólo salimos de la universidad para buscar un lugar más tranquilo —expliqué.
—Lo sabemos. De hecho, todos lo saben —reveló con voz dolida Michiru.
—¿No pensaste que llevar a mi novia de la mano fuera de la universidad sería algo de lo que me enteraría de todas maneras?
—Te pido disculpas, Seiya, pero, necesitaba conversar con ella. Sabes a qué me refiero...

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