¿Actuación?

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Había preparado todo con demasiada emoción, cuidando cada detalle, con la intención de que aquella proposición fuera inolvidable para Serena. No me importaba si ella estaba junto a mí sólo por amistad o por ayudarme, le demostraría que a mi lado podría ser más feliz que en cualquier otro lugar. Sin embargo, me había olvidado de que ese sitio despertaría en mi los recuerdos que guardaba con tanto amor, haciéndome perder la razón. Nunca pensé en besarla, pero percibir su felicidad al entrar en aquel salón, ver su emoción al poner el anillo de mi madre en su dedo y contemplar su hermosura bajo la luz de la luna que se colaba por los ventanales, me impulsó contra todo razonamiento a apropiarme de su boca con desesperación. Ni siquiera fui sutil. Sólo quería besarla con todo el amor y el deseo que estaba contenido dentro de mi pecho. Mi corazón latía furioso, mientras buscaba recuperar el aliento sin separarme de ella, porque sabía que en el segundo en que nuestras bocas se distanciaran, toda el encanto se acabaría. Y así fue.

Ella se apartó de un momento a otro y pude percibir el frío del aire sobre mis labios que añoraban volver a sentir el calor de los suyos, aún cuando vi como le temblaban debido a mi efusiva acción. Sin embargo, ambos sabíamos que aquello había sido un error, uno garrafal para los planes que teníamos. A pesar de eso, lo había disfrutado de principio a fin, por lo que me debatía entre mi mente y mi corazón. Además, sus hermosos ojos celestes me atraían como si poseyeran un poderoso imán, al que no podía negarme.

—Serena... yo...

Adoraba como sonaba su nombre en mis labios, sobretodo ahora que era oficialmente mi novia a vista de los demás. Quería decirle, anhelaba revelarle todo mi amor, demostrarle que aquello no era una mentira, sino que representaba lo que sentía desde que la conocí. ¿Era prudente hacerlo o mejor esperaba a la boda? Después de eso, quizás, ella me entendería o me aceptaría mejor. Pero, ¿me perdonaría haber omitido información tan importante? Estaba en esa encrucijada, sin poder continuar con mi diálogo, cuando toda la magia se desvaneció de repente al abrirse la puerta de golpe.

—Disculpe, joven, pero ya es tiempo de que se vayan.

¡Claro! El guardia me había permitido sólo unos minutos dentro de la sala, pues las cámaras de vigilancia grababan todo y él podría apagarlas sólo un tiempo limitado. Debíamos salir pronto de ahí.

—Sí, por supuesto —acepté, mientras me ponía de pie, extendiendo mi mano para ayudar a Serena—. Perdón, pero sólo conseguí que nos dejaran entrar por unos minutos.
—No hay problema. Entiendo —me respondió aceptando mi apoyo.

Cuando sentí sus dedos encontrarse con los míos, una descarga eléctrica recorrió mi brazo hasta inundar mi cuerpo de esa sensación tan maravillosa. Definitivamente estaba enamorado de Serena.

A pesar de que intenté ser un buen respaldo para ella, debido al tiempo en que estuvo hincada, sus piernas temblaron y su cuerpo se tambaleó hacia adelante, teniendo que sostenerla en el aire para que no cayera, yéndose directo a estrellarse con mi pecho. Percibí su calor traspasar mi ropa, llenado mi piel de deseo por envolverla en un abrazo fuerte y necesitado, más ella se apartó de inmediato, incómoda por la situación. Tenía que entenderla.

—Vamos...

Ella ya ni siquiera me respondió, sólo caminó a mi lado sin tomarme siquiera la mano, lo que me empezó a carcomer por dentro. ¿Lo había arruinado todo? Sólo habían sido las circunstancias, pero quizás ella pensaba algo más. ¿Había sido muy evidente? ¿Estaría dudosa de arriesgarse a casarse conmigo si averiguaba que tenía sentimientos muy profundos por ella? Mi estómago se hizo un nudo al imaginar que ella podría arrepentirse de un momento a otro. Nada estaba seguro hasta el día de nuestra boda. Por lo que decidí que lo mejor era limitar nuestro trato hasta ese día. Debía ser fuerte, de todas formas dentro de un mes sería mi esposa, y ahí me encargaría de conquistarla como se debía.

Boda por amistad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora