Su amor por mí

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Desde que Darien había vuelto a mi vida, todos los días eran una vorágine de emociones que viajaban por mi cuerpo, haciéndome sentir más viva que nunca. Era maravilloso... sus ojos me hacían perderme en su profundidad azulada, tal como si fueran un océano por descubrir; sus manos me acariciaban de forma suave, pero firme a la vez, invitándome a sentirme segura en ellas; sus besos... no había palabras para describirlos, pues cada uno era tan distinto y tan parecido a la vez que el anterior, que siempre quedaba con ganas de más.

Y ese beso que me estaba dado en ese instante, me llevó al cielo de inmediato, borrando cualquier duda o inquietud que tuviera en mi corazón, haciéndome perder la razón, aferrándome a la esperanza de que todo lo que me hacía sentir era verdadero, tan real como sus manos sosteniéndome por la espalda, tan sincero como sus labios dejando un último beso suave sobre los míos. Apenas podía respirar después de semejante demostración y no tenía el valor de mirarlo a los ojos, aterrada de que pudiera leer en ellos la transparencia de mi amor. Su frente junto a la mía, me permitía apreciar su propia aceleración, viendo como su pecho subía y bajaba preso de todas las emociones que estaba sintiendo, incluso podía percibir su aliento caliente sobre mis labios. Cuando me llamó, no quería levantar mi cabeza, pero su voz grave llegó a mis oídos como un ruego, haciéndome obedecer en el acto. Estaba perdida, absolutamente perdida. Volví a reflejarme en esos ojos que me miraban con tanta intensidad, sintiendo como si todo a nuestro alrededor de pronto se desvaneciera y sólo estuviéramos los dos en el mundo. Mi corazón latía firme y constante, casi podía escucharlo en mis oídos, que esperaban atentos cualquier cosa que saliera de sus labios. Sin embargo, nunca, pero nunca esperé oír lo que en verdad de ellos salió.

—Te amo...

Su aliento rozó mi boca en una confesión perfecta. Perfecta para quien tiene tiempo de procesar tan grande verdad. En cambio, yo ni siquiera sabía cómo reaccionar y me quedé ahí, estupefacta, sorprendida, muda. ¿Era posible? ¿Era verdad lo que mis oídos escuchaban? Mi corazón me gritaba en cada latido que sí, que Darien al fin me había dicho lo que tanto anhelaba escuchar, pero, mi cabeza estaba en blanco, como si se negara a aceptar esas dos palabras mágicas.

Imaginé que debía estar pensado que yo jamás podría amarlo así, tan de pronto, cuando nuestros caminos casi recién se habían encontrado, pero esa no era mi verdad, más yo no tenía el mismo valor que él. ¿De dónde sacarlo para lanzarme a sus brazos? ¿A qué le temía? A que estuviera confundido debido a la situación, a que quisiera tanto cumplir el deseo de su padre, que se estuviera engañando él mismo.

Al final, no fue necesario decir nada, pues Darien puso sus dedos sobre mis labios y después de sonreírme con tanta ternura, me dispensó.

—No es necesario que me digas algo ahora. Esperaré hasta la boda como pediste. Pero, yo...
—Darien —susurré contra sus dedos que me acallaban.
—Serena, te entiendo.

¿Entendía lo que ni yo misma podía entender? ¿Cómo? Cerré mis ojos y disfruté cada segundo de su caricia cuando besó mi frente en una demostración más de su amor sincero. ¡Me amaba! ¡Era cierto! En ese momento, sentí como las cosquillas no sólo se quedaban en mi estómago, si no que viajaban por todo mi cuerpo, encendiendo cada célula de él. Mis manos de deslizaron hacia su espalda y mis labios sonrieron llenos de felicidad, dejando reposar mi cabeza sobre su pecho, donde pude percibir el sonido de su amor golpeando suavemente mi oído, entregándome toda la confianza que necesitaba. Yo también lo amaba de esa misma forma, con esa misma intensidad, y mi alegría por saberme amada se tradujo en cálidas lágrimas que corrieron libres por mis mejillas, sin previo aviso. Sus fuertes brazos me envolvieron, dejándome claro que él sabía lo que yo sentía y que no era necesario decirlo antes de nuestra supuesta ficticia boda, porque desde ese momento ya no sería una farsa...

Boda por amistad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora