|Capitulo 2|

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Capítulo 2

Si se me preguntaba directamente las fiestas y estar rodeada de un montón de gente, no era lo mío. Evitaba totalmente ese tipo de ambientes, no porque no me gustara divertirme, sino, porque ese tipo de ambiente se estaba propenso a muchas cosas.

Y ninguna de ellas me parecía agradable. De hecho, lo único agradable de las fiestas a mi parecer era tomar alcohol gratis y ver a los chicos volverse locos gritando cosas obscenas que me causaban risas. Después, ver cómo los chicos subían hasta el segundo nivel, con sus respectivas acompañantes, no era algo muy agradable. Verlos vomitando por cualquier esquina tampoco lo era.

Y así podía seguir nombrando un montón de cosas más desagradables.

Oh Dios mío. No podía olvidar aquella vez que una chica me vomitó justo en mis converse blancas. Había quedado tan traumada. Y juro por todos los dioses que quise volarle la cabeza.

Pero, definitivamente casi siempre asistía a las fiestas de Owen, porque, era agradable el ambiente, y porque siempre quería que Adela estuviese cerca de él, para que notara de una vez por todas, la química que rebosaba en el aire cuando estaban cerca.

No lo notaba de igual forma. Ella creía que el aire era tóxico y contaminando.

Solté aire por la nariz mientras caminaba con la mencionada a mi lado.

—No puedo creer que le hayas mencionado el asunto de los apuntes.  — Adela reprochó mientras caminábamos. Guarde  las manos dentro de los bolsillos de mi sudadera y me encogí de hombros. Como hacía siempre cuando Adela me recordaba constantemente las cosas que hacía mal, y las cosas que según ella debía mejorar.

Adela le estaba dando demasiada importancia a ese asunto. Cuando evidentemente no la tenía. Yo solo era la típica chica de instituto enamorada de alguien totalmente fuera de su alcance. Ya había aceptado que no pasaría nada más, y era hora de que ella fuese aceptando lo mismo.

—Siento ser un desastre con los chicos —bufé molesta. Junte las cejas y me recordé pidiéndole los apuntes a Jason cuando para todo el instituto era evidente que él no tomaba apuntes, que era bastante perezoso para eso. Me vi ridícula, y solo me di cuenta de ello cuando tuve la cabeza fría. Pensé en la idea de esconderme una semana de él, pero tampoco era tan miedosa y no huirá de él.

Ella rodó los ojos y resopló con fastidio. Adela se molestaba constantemente cuando algo no resultaba como ella quería. Era una caprichosa de mierda. Pero de igual forma la quería, y sabía que ella me quería a mí.

Desde ese día que ella me vio suspirando por Jason se obsesionó con emparejarnos. Era algo que hacía muy a menudo y no solo conmigo. Pero en cuanto a Jason decía que éramos el uno para el otro. Cosa que me parecía hipócrita viniendo de ella, porque cuando yo decía lo mismo de Owen ella bufaba, rodaba los ojos y me decía que era patética la forma en la que veía la vida.

Su forma era la patética.

—Además, deberías dejar de querer emparejarme y buscar tu propio rumbo —le solté segundos después, de repente molesta —No solo yo estoy botando la baba por alguien aquí.

Abrió la boca para decir algo, cuando una chica la saludó a lo lejos gritando su nombre con muchísimo entusiasmo. Adela le devolvió el saludo levantando las manos, gritando un muy efusivo: «Hola»

Rodé los ojos por instinto. En el instituto todos nos conocíamos, pero de hecho, cada chica insistía en querer ser amiga de Adela. Todas iban por la vida queriendo agradarle. A Adela le molestaba eso, porque sabía, que el asunto no era por ella, sino, por la famosa diseñadora de modas que tenía como madre. Como diría ella, qué ambas teníamos como madre. La mismísima Sofía Reece de Grace, por supuesto.

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