|Capitulo 11|

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Capítulo 11

— ¡Feliz cumpleaños!

Por un momento yo solo me quedé pasmada en mi lugar sin saber muy bien qué hacer. Me fijé en el montón de gente que había dicho eso, y arrugué las cejas. Entre el montón vi varias caras conocidas: Adela, Owen, Saúl, Ayden, Irina, y Jason.

De verdad que por un momento solo me quedé quieta. Mirándolos con fijeza, como si no creyera lo que estaba viendo. Después de un rato me fijé en el lugar. Estábamos en mi casa, y como hacían siempre en las fiestas habían acomodado el montón de sofás en una esquina, dejando una pista libre.

Adela me había pedido que fuera por unos libros al instituto que ella había dejado sin querer, y fui lo suficiente ilusa para no sospechar nada. ¡Pero qué había pasado un día completo y nadie había recordado mi cumpleaños!

Solo pensé que lo habían olvidado y no fue algo que me molestó realmente. Es decir, cada cual tenía su vida, no era necesario que recordaran mi cumpleaños como si fuese la gran cosa, porque no lo era. Mi cumpleaños no era importante para mí, no tenía por qué serlo para ellos.

De pronto una música comenzó a sonar a todo volumen. La gente comenzó a disiparse y Adela fue quien se acercó hasta mí primero. Me quitó los libros de las manos y se lanzó a darme un abrazo que me dejó sin aire momentáneamente.

—No sabes lo que me costó no lanzarme sobre ti en todo el día, —ella dijo por encima de la música, —feliz cumpleaños, bebé. Sé que no te gustan las fiestas de cumpleaños pero fue inevitable.

—No sé qué decir.

Ella soltó una risa relajada. Me dio un sonoro beso en la mejilla antes de hablar.

—Sólo disfruta, este es tu día.

Realmente todavía seguía algo en el aire. Por lo que con rareza elevé las manos y le devolví el abrazo. Ella se separó unos segundos después y dejó que su hermano fuese quien me abrazara esta vez. Ayden me apretó contra su cuerpo, dejó un beso en mi frente y me dijo lo mucho que me quería.

—No puedo creer que hayas crecido tanto, —él susurró contra mi cabello, —literalmente ayer eras una chiquilla obsesionada con las películas de zombies.

—Todavía estoy obsesionada con ellas, —le recordé. Ayden bufó.

Me reí contra su pecho. Sentí una calidez que solo él podía proporcionarme. Y me sentí triste, ¿saben? por un momento mientras él me abrazaba me sentí tan triste. A mamá le hubiese encantado aquella fiesta, le hubiese gustado mucho estar allí celebrando mi cumpleaños. Y hasta podía escucharla decirme que cumplir dieciocho no significaba que podía hacer lo que me diera la gana. Me sentí triste porque quise que ella estuviese allí, desee que no me hubiese dejado sola tan pronto. Y Ayden notó mi cambio de humor porque me abrazó con más fuerza.

—Ella está feliz, está viendo a la mujer en la que te has convertido y está orgullosa de ti, te lo aseguro peque.

—Lo sé, —fue lo que dije. Él me besó de nuevo en la cabeza y se alejó para que una Irina muy entusiasmada me abrazara. Me felicitó unas cinco veces y me agradeció por lo de la fiesta, después le dio el paso a Saúl, que incómodo me tendió un puño para que lo chocara con el suyo. Puse mala cara, pero de igual forma extendí mi puño y lo choqué con él.

La gente iba y venía felicitándome. Y así fue por unos minutos. Todos ellos caminaron hasta mí y me dieron sus respectivas felicitaciones.

Owen me abrazó, y me tendió una cajita que me pidió abriera cuando estaba sola, no entendí porque pero tampoco lo discutí. Jason, se acercó también. Y fue la primera vez en toda mi vida que ese sujeto me abrazó. Y de verdad sentí todo el calor que su cuerpo emanaba y podía jurar que me había puesto roja como un tomate. ¡Como un tomate dije!

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