|Capitulo 14|

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Capítulo 14

Cuando un sonido molesto comenzó a sonar por toda la habitación, mi primera idea fue dejar que sonara, y cuando el sonido terminará seguir durmiendo.

Pero el sonido no cesó.

No era mentira que una de las cosas que menos me gustaban en la vida era ser despertaba. Adela podía dar fe de ello, no había terminado bien parada las cinco veces que lo hizo en el pasado. De hecho, todo aquel que había tenido la dicha de despertarme alguna vez, lo sabía.

Gruñí y me removí en la cama buscando una comodidad que no existía porque el sonido no cesaba. No paraba y era la cosa más molesta que había escuchado en mi miserable vida.

Ese era mi celular. O quizá no, no sabía muy bien qué pensaba con mi mente todavía dormida.

—Mierda, —murmuré extendiendo la mano por toda la cama tratando de callar lo que sea que estaba sonando. Toquetee la cama y me encontré con mi celular vibrando como si alguien se hubiese muerto, abrí un ojo cuando lo acerque a mí, y en lo primero que me fijé fue en la hora: eran las malditas tres de la madrugada. ¿Qué carajos molestaba a esa hora?

Carajos.

Bien, lo segundo en lo que me fijé fue en el nombre en el identificar, y juro por Dios y todos Los Ángeles que en cuestión de segundos caí sentada sobre la cama con los ojos bien abiertos y los cabellos revueltos. Quizá me veía mal, pero eso era lo de menos. Miré una vez más el nombre y fruncí ligeramente el ceño.

Aunque una ligera e interesante curiosidad se instaló en mí.

¿Por qué Jason me estaba llamando a las tres de la mañana?

No era que ya no me molestaba que quien me había despertado haya sido él, pero debía admitir que me disgustaba un poquito menos. A ver, era Jason, era obvio que tendría un poquito de preferencias. Podría dejarle pasar muchas cosas que me cabreaban solo por ser él.

Aún confundida, acerqué el celular a mi oreja y respondí la llamada. Aunque me quedé un segundo callada, tiempo después, cuando no escuché absolutamente nada al otro lado de la línea terminé hablando.

— ¿Jason? —mi voz sonó dudosa, como si existiese la mínima posibilidad de que alguien hubiese robado su teléfono y me estuviese haciendo una mala broma. Porque creía a los de mi instituto muy capaces. Pero dudaba que alguien pudiese robar un teléfono a las tres de la madrugada... o no lo sabía. Todo era posible. Incómoda, porque aún seguía sin escuchar nada, repetí su nombre con un aire de incomodidad que espere él haya notado. — ¿Jason?

Instintivamente recordé lo que había sucedido en la fiesta de su hermanastra unas horas antes. Lo que me había dicho, como me había mirado, y Dios mío, sí que me había gustado y debilitado la forma tan íntima en la que me miró.

Lo primero que escuché luego de un rato, fue una respiración bastante fuerte, luego, un quejido bajito y luego, la voz de Jason sonando bastante arrastrada. Muchísimo más que como había sonado cuando aún seguía en la fiesta.

Roja.

Fruncí el ceño porque realmente su voz no había sonado como la suya, se escuchaba bastante alejada, y arrastrada, como si estuviese... oh mierda, seguía estaba borracho. Más borracho que antes.

Eso me confundió más. Por lo usual, Jason no bebía, era raro verlo borracho y lo sabía porque, ¿qué clase de chica sería si no supiese ciertas cosas del chico que me gustaba?

Mordí mi labio inferior, y suspiré.

— ¿Estas bien? —quise saber ahora preocupada. Es decir, podía estar en cualquier lugar peligroso en ese estado. Escuché su risa, suave, tranquila, y luego su voz.

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