18: Clases

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Si se lo preguntan el boggart alternativo de Laila eran los padres de su madre diciendo que ella no era suficiente, nunca sería como su madre y que era una carga para Newt y Tina todos estos años.

Me había encerrado en uno de los cubiculos del baño, había ido al infame baño de Myrtle. Por lo que aquí estaba yo, llorando como una niña pequeña con la cara oculta, abrazando mis piernas. ¿Y si Trewlaney tenía razón? ¿Y si me estaba volviendo mala en realidad? Nunca me considere una buena persona digo; soy arrogante, vanidosa, egoísta y floja. Pero tampoco me considere malvada...
—Te digo que aquí no está...—escuche una voz.
—Bueno no está en el dormitorio, ni en las afueras, ni en...¡oye vuelve aqui!
—Lo único que se escucha es a Myrtle la Llorona— ese era Ron.
—¡No soy yo!—se escuchó una voz mucho más chillona; oh, allí estaba Myrtle.
—¿Laila?—pude identificar la voz de Hermione, sin embargo escuche unas pisadas mucho más rápidas y de el espacio entre el suelo y el cubiculo Cody III fue lo más rápido hasta mi y se puso en mi regazo, acurrucándose; di un sollozo que luego se convirtió en una especie de risa triste, desde afuera abrieron el cubiculo y pude ver a mis tres amigos.
—Te trajimos esto—dijo Harry yendo a mi lado y entregándome a Castiel y a James; ambos fueron hacia mi y se acurrucaron en mi cuello mientras abrazaba a mi Niffler contra mi.
—Gracias, chicos—murmuré—. Por traer a mis criaturas.
—En realidad la idea fue de Harry—dijo Hermione, parecía orgullosa.
—¿Por qué corriste así?—preguntó Ron. Me seque las lagrimas con enojo.
—Miren, hay algo que no saben...solo Harry lo sabe, y tal vez ustedes también lo tienen que saber...—di un respiro y me limpie los ojos, mientras los invitaba a sentarse en el suelo conmigo, aprovechando que hoy no estaba inundado—. El año pasado, cuando el basilisco casi nos come y hablamos con Dumbledore...yo...él me dijo que Morgana, la bruja oscura me había entregado algo enorme, algo de ella, no se que es...creo que eso está relaciónado a que puedo entender a los animales...
—¿¡Espera puedes entender a los animales?!—Ron me interrumpió.
—Es mucho más complicado que eso—explique—. Algunos puedo sentir sus sentimiento porque sus pensamientos e ideas no son tan nítidas como las de otras criaturas. Y además está mi varita.
—¿Qué hay con tu varita?—preguntó Hermione.
—El núcleo no es...normal, es pelo de Thestral.
—¡Pelo de Thestral!—se escandalizó Hermione.
—¿Que tiene el pelo de Thestral?—preguntó Ron.
Saque mi varita, viéndola.
—Se supone que es un núcleo muy poderoso, creo que el más poderoso—suspire—. ¿Y si Trewlaney tienes razón? ¿Y si me estoy volviendo mala? ¡Morgana era todo lo contrario a Merlín! ¡Era su némesis! ¡La peor bruja y más oscura!
—Así que tú peor miedo es...¿herirnos? Oh Laila—Hermione me dio un abrazo—. Claro que nunca nos herirías, no eres mala, claro eres un poco...
—...vanidosa—la interrumpió Ron.
—...creída—le siguió Harry
—Pero así te queremos—los interrumpió severamente Hermione—. Ahora vamos, que Fay debe tenerlo listo.
—¿Fay?—la mire confundida—. ¿Donde está Fay?
—Fue a las cocinas por comida, al parecer ella sabe mucho sobre eso, dijo "tengo un contacto De Hufflepuff" y se fue corriendo.
Sonreí, y puse a Cody III debajo de la túnica, mientras que Cas y James iban a mis bolsillos. Ron se levantó y me tendió la mano, la acepté y en cuanto me pare me revolvió el cabello, medio abrazándome;
—Vamos, estoy muerto de hambre.

🌙

En muy poco tiempo, la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras se convirtió en la favorita de la mayoría. Sólo Draco Malfoy y su banda de Slytherin criticaban al profesor Lupin:
—Mira cómo lleva la túnica —solía decir Malfoy murmurando alto cuando pasaba el profesor—. Viste como nuestro antiguo elfo doméstico.
Pero a nadie más le interesaba que la túnica del profesor Lupin estuviera remendada y raída. Sus siguientes clases fueron tan interesantes como la primera, viendo a los kappas y a los gorras rojas y yo ya quería ver a los kelpies. La peor de todas las clases era Pociones. Snape estaba aquellos días especialmente propenso a la revancha y todos sabíamos por qué. La historia del boggart que había adoptado la forma de Snape y el modo en que lo había dejado Neville, con el atuendo de su abuela, se había extendido por todo el colegio. Snape no lo encontraba divertido. A la primera mención del profesor Lupin, aparecía en sus ojos una expresión amenazadora. Al pobre Neville lo acosaba más que nunca.
Además de Adivinación que me tenía hasta la coronilla, descifrando símbolos y formas confusas, procurando olvidar que los ojos de la profesora Trelawney se llenaban de lágrimas cada vez que miraba a Harry, y además evitaba mirarme a mi a toda costa. Incluso unos cuantos de la clase la trataran con un respeto que rayaba en la reverencia. Parvati Patil y Lavender Brown habían adoptado la costumbre de rondar la sala de la torre de la profesora Trelawney a la hora de la comida, y siempre regresaban con un aire de superioridad que resultaba enojoso, como si supieran cosas que los demás ignoraban. Habían comenzado a hablarle a Harry en susurros, como si se encontrara en su lecho de muerte. Y a mi parecían odiarme más que nunca y eso que siempre nos habíamos llevado bien.
A nadie le gustaba realmente la asignatura sobre Cuidado de Criaturas Mágicas, que después de la primera clase tan movida se había convertido en algo extremadamente aburrido. Hagrid había perdido la confianza. Ahora pasábamos lección tras lección aprendiendo a cuidar a los gusarajos, algo que yo había aprendido a hacer a los seis años, podía hacer esto incluso dormida.
—¿Por qué alguien se preocuparía de cuidarlos? —preguntó Ron tras pasar otra hora embutiendo las viscosas gargantas de los gusarajos con lechuga cortada en tiras.
—Por que son criaturas vivientes, Ronald—murmuré.
A comienzos de octubre, sin embargo, hubo otra cosa que alegró el ánimo; la temporada de Quidditch, lo que significaba levantarme a el campo de Quidditch a acompañar a Harry, tres tardes a la semana, mientras yo hacía mi tarea. El tiempo se enfriaba y se hacía más húmedo, las noches más oscuras, pero no había barro, viento ni lluvia que pudieran empañar la ilusión de ganar por fin la enorme copa de plata para ellos.
Una tarde, después del entrenamiento, regresamos a la sala común de Gryffindor con frío, bueno más Harry, yo estaba abrigada con bufanda y guantes, y encontramos la sala muy animada.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Harry a Ron y Hermione, que estaban sentados al lado del fuego, en dos de las mejores sillas, terminando unos mapas del cielo para la clase de Astronomía, que yo había hecho afuera.
—Primer fin de semana en Hogsmeade —dijo Ron, señalando una nota que había aparecido en el viejo tablón de anuncios—. Finales de octubre. Halloween.
—Estupendo —dijo Fred, que nos  había seguido por el agujero del retrato—. Tengo que ir a la tienda de Zonko: casi no me quedan bombas fétidas. Laila, querida, obviamente vendrás conmigo,
Di un suspiro y me deje caer en el sillón, con una mueca y toda energía que tenía despareció.
—No puedo ir—murmuré.
—¿Qué?—se escandalizó Fred. Parecía como si le hubiera dicho que Slytherin era la mejor casa.
—Todo por ese Idiota de Black—murmuré.
—Chicos, estoy segura de que podrán ir la próxima vez —nos consoló Hermione —. Van a atrapar a Black enseguida. Ya lo han visto una vez.
—Black no está tan loco como para intentar nada en Hogsmeade. Pregúntenle a McGonagall si pueden ir ahora. Pueden pasar años hasta la próxima ocasión.
—¡Ron! —dijo Hermione—. Harry tiene que permanecer en el colegio y Laila también, así lo quieren sus abuelos...
—No pueden ser los únicos de tercero que no vayan. Vamos, pregúntenle a McGonagall...
—Sí, lo haré —dijo Harry, decidiéndose.
Hermione abrió la boca para sostener la opinión contraria, pero en ese
momento Crookshanks saltó con presteza a su regazo.
Una araña muerta y grande le colgaba de la boca.
—¿Tiene que comerse eso aquí delante? —preguntó Ron frunciendo el entrecejo.
—Bravo, Crookshanks, ¿la has atrapado tú solito? —dijo Hermione.
Crookshanks masticó y tragó despacio la araña, con los ojos
insolentemente fijos en Ron, inmediatamente fui hasta el gato, nunca fui una madre de ellos pero se parecía un poco a Molly, mi kneazle, le rasque las orejas y ronroneo.
—No lo sueltes —pidió Ron irritado, volviendo a su mapa del cielo—.
Scabbers está durmiendo en mi mochila.
—¿Saben que? Tengo una idea mejor, le preguntare a mi tío Lupin, es mi padrino después de todo, nunca me niega nada.—dije recobrando mi energía y sentándome de nuevo.
Harry bostezó y tomó la mochila, sacó pergamino, pluma y tinta, y empezó a trabajar.
—Si quieres, puedes copiar el mío —le dijo Ron, poniendo nombre a su última estrella con un ringorrango y acercándole el mapa a Harry.
Hermione, que no veía con buenos ojos que se copiara, apretó los labios, pero no dijo nada. Crookshanks seguía mirando a Ron sin pestañear; sacudiendo el extremo de su peluda cola. Luego, sin previo aviso, dio un salto.
—¡EH! —gritó Ron, apoderándose de la mochila, al mismo tiempo que Crookshanks clavaba profundamente en ella sus garras y comenzaba a rasgarla con fiereza—. ¡SUELTA, ESTÚPIDO ANIMAL!
Ron intentó arrebatar la mochila a Crookshanks, pero el gato siguió aferrándola con sus garras, bufando y rasgándola.
—¡No le hagas daño, Ron! —gritó Hermione. Todos los miraban. Ron dio vueltas a la mochila, con Crookshanks agarrado todavía a ella, y Scabbers salió dando un salto...
—¡SUJETEN A ESE GATO! —gritó Ron en el momento en que Crookshanks soltaba los restos de la mochila, saltaba sobre la mesa y perseguía a la aterrorizada Scabbers.
George Weasley se lanzó sobre Crookshanks, pero no lo atrapó; Scabbers pasó como un rayo entre veinte pares de piernas y se fue a ocultar bajo una vieja cómoda. Crookshanks patinó y frenó, se agachó y se puso a dar zarpazos con una pata delantera.
Ron y Hermione se apresuraron a echarse sobre él. Hermione tomó a Crookshanks por el lomo y lo levantó. Ron se tendió en el suelo y sacó a Scabbers con alguna dificultad, tirando de la cola.
—¡Mírala! —le dijo a Hermione hecho una furia, poniéndole a Scabbers delante de los ojos—. ¡Está en los huesos! Mantén a ese gato lejos de ella.
—¡Crookshanks no sabe lo que hace! —dijo la joven con voz temblorosa—. ¡Todos los gatos persiguen a las ratas, Ron!
—¡Hay algo extraño en ese animal! —dijo Ron, que intentaba persuadir a la frenética Scabbers de que volviera a meterse en su bolsillo—. Me oyó decir que Scabbers estaba en la mochila.
—Vaya, qué tontería —dijo Hermione, hartándose—. Lo que pasa es que Crookshanks la olió. ¿Cómo si no crees que...?
—¡Ese gato la ha tomado con Scabbers! —dijo Ron, sin reparar en cuantos había a su alrededor; que empezaban a reírse—. Y Scabbers estaba aquí primero. Y está enferma. ¡Laila léele la mente a ese estupido gato!
—¡Cállate idiota!—le exclamé en un susurró.
Ron se marchó enfadado, subiendo por las escaleras hacia los dormitorios de los chicos.

LAILA:

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Spam: TENGO UNA SERIE DE CINCO FICS DE MARVEL Y NO HE DORMIDO EN DOS PUTOS DÍAS HACIENDO PORTADAS Y ESCRIBIENDO. ESPERO QUE LES HAYA ALEGRADO LA VIDA UN POCO ESTE CAPÍTULO

Laila Scamander y El Prisionero De AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora