29: Una historia de Potter, Black y Scamander

5.1K 616 32
                                    

Tomen esto como un maratón

Hermione susurró:
—¡Mobiliarbo!
El árbol de Navidad que había al lado de la mesa se elevó unos centímetros, se corrió hacia un lado y, suavemente, se volvió a posar delante de nosotros, ocultándolos. Mirando a través de las ramas más bajas y densas, vi las patas de cuatro sillas que se separaban de la mesa de al lado, y oí a los profesores y al ministro resoplar y suspirar mientras se sentaban.
Luego mire a otro par de pies con zapatos de tacón alto y de color turquesa brillante, y escuché una voz femenina:
—Una tacita de alhelí...
—Para mí —indicó la voz de la profesora McGonagall.
—Dos litros de hidromiel caliente con especias...
—Gracias, Rosmerta —dijo Hagrid.
—Un jarabe de cereza y gaseosa con hielo y sombrilla.
—¡Mmm! —dijo el profesor Flitwick, relamiéndose.
—El ron de grosella tiene que ser para usted, señor ministro.
—Gracias, Rosmerta, querida —dijo la voz de Fudge—. Estoy encantado de volver a verte. Tómate tú otro, ¿quieres? Ven y únete a nosotros...
—Muchas gracias, señor ministro.
Trague nerviosa y sentí que el corazón se me iba a salir del pecho ¿Por que diablos no le pedí a Harry la capa de Invisibilidad? Pudimos haber ido por ella a los dormitorios y después venir aquí a Hogsmeade. Mire de nuevo a la mesa de los profesores ¿Cuánto tiempo se quedarían allí sentados? Necesitaba tiempo para volver a entrar en Honeydukes a hurtadillas si quería volver al colegio está noche... A la pierna de Hermione le dio un tic.
—¿Qué le trae por estos pagos, señor ministro? —dijo la voz de la señora Rosmerta.
La parte inferior del grueso cuerpo de Fudge se giró, como si estuviera comprobando que no había nadie cerca, inmediatamente me escondí un poco más.
Luego dijo en voz baja:
—¿Qué va a ser; querida? Sirius Black. Me imagino que sabes lo que ocurrió en el colegio en Halloween.
—Sí, oí un rumor —admitió la señora Rosmerta.
—¿Se lo contaste a todo el bar; Hagrid? —dijo la profesora McGonagall enfadada.
—¿Cree que Black sigue por la zona, señor ministro? —susurró la señora Rosmerta.
—Estoy seguro —dijo Fudge escuetamente.
—¿Sabe que los dementores han registrado ya dos veces este local? — dijo Rosmerta—. Me espantaron a toda la clientela. Es fatal para el negocio, señor ministro.
—Rosmerta querida, a mí no me gustan más que a ti —dijo Fudge con incomodidad—. Pero son precauciones necesarias... Son un mal necesario. Acabo de tropezarme con algunos: están furiosos con Dumbledore porque no los deja entrar en los terrenos del castillo.
—Menos mal —dijo la profesora McGonagall tajantemente—. ¿Cómo íbamos a dar clase con esos monstruos rondando por allí?
—Bien dicho, bien dicho —dijo el pequeño profesor Flitwick, cuyos pies colgaban a treinta centímetros del suelo.
—De todas formas —objetó Fudge—, están aquí para defendernos de algo mucho peor. Todos sabemos de lo que Black es capaz...
—¿Saben? Todavía me cuesta creerlo —dijo pensativa la señora Rosmerta—. De toda la gente que se pasó al lado Tenebroso, Sirius Black era el último del que hubiera pensado... Quiero decir, lo recuerdo cuando era un chico en Hogwarts. Si me hubieran dicho entonces en qué se iba a convertir; habría creído que habíais tomado demasiado hidromiel.
—No sabes la mitad de la historia, Rosmerta —dijo Fudge con aspereza—. La gente desconoce lo peor.
—¿Lo peor? —dijo la señora Rosmerta con la voz impregnada de curiosidad—. ¿Peor que matar a toda esa gente?
—Desde luego, eso quiero decir —dijo Fudge.
—No puedo creerlo. ¿Qué podría ser peor?
—Dices que te acuerdas de cuando estaba en Hogwarts, Rosmerta — susurró la profesora McGonagall—. ¿Sabes quién era su mejor amigo?
—Pues claro —dijo la señora Rosmerta riendo ligeramente—. Nunca se veía al uno sin el otro. ¡La de veces que estuvieron aquí! Siempre me hacían reír. ¡Un par de cómicos, Sirius Black y James Potter!
A Harry se le cayó la jarra de la mano, produciendo un fuerte ruido de metal, inmediatamente lo vi, sin saber que hacer, le tome la mano mientras Ron le dio con el pie.
—Exactamente —dijo la profesora McGonagall—. Black y Potter. Cabecillas de su pandilla. Los dos eran muy inteligentes. Excepcionalmente inteligentes. Creo que nunca hemos tenido dos alborotadores como ellos.
—No sé —dijo Hagrid, riendo entre dientes—. Fred y George Weasley podrían dejarlos atrás.
—¡Cualquiera habría dicho que Black y Potter eran hermanos! —terció el profesor Flitwick—. ¡Inseparables!
—¡Por supuesto que lo eran! —dijo Fudge—. Potter confiaba en Black más que en ningún otro amigo. Nada cambió cuando dejaron el colegio. Black fue el padrino de boda cuando James se casó con Lily. Luego fue el padrino de Harry. Harry no sabe nada, claro. Ya te puedes imaginar cuánto se impresionaría si lo supiera.
—¿Y que hay de la chica?—preguntó Rosmerta—. Esa chica rubia y gentil que siempre iba con ellos. Recuerdo que aveces los sacaba del bar por las orejas.
Vi impresionada como a McGonagall se le aguaron los ojos y Flitwick bajaba la mirada al igual que Hagrid, sin embargo la profesora parecía la más conmocionada de todos.
—Elizabeth Scamander—respondió McGonagall, está vez la jarra se me cayó a mi, recibi ahora un puntapié de Ron—. Ella y Potter eran como hermanos, se querían mucho y bueno imagino que ya sabes el resto...
—Por supuesto que no—negó Rosmerta—. Me dijeron que la pobre mujer murió de una enfermedad.
Flitwick negó con la cabeza enérgicamente y McGonagall se veía seria.
—Elizabeth Scamander hizo hasta lo imposible para que su hija naciera sana, algo que trajo la atención de Quien Tu Sabes y sus seguidores—McGonnagal respondió, su voz quebrada, Flitwick le puso su diminuta mano dándole una palmaditas.
—Ya, ya, ya, Minerva, sabemos que esa chica fue como la hija que nunca tuviste—dijo con su voz aguda.
—¿Porque Black se alió con Quien Ustedes Saben? —susurró la señora Rosmerta.
—Aún peor; querida... —Fudge bajó la voz y continuó en un susurro casi inaudible—. Los Potter no ignoraban que Quien Tú Sabes iba tras ellos. Dumbledore, que luchaba incansablemente contra Quien Tú Sabes, tenía cierto número de espías. Uno le dio el soplo y Dumbledore alertó inmediatamente a James y a Lily. Les aconsejó ocultarse. Bien, por supuesto que Quien Tú Sabes no era alguien de quien uno se pudiera ocultar fácilmente. Dumbledore les dijo que su mejor defensa era el encantamiento Fidelio.
—¿Cómo funciona eso? —preguntó la señora Rosmerta, muerta de curiosidad.
El profesor Flitwick carraspeó.
—Es un encantamiento tremendamente complicado —dijo con voz de pito— que supone el ocultamiento mágico de algo dentro de una sola mente. La información se oculta dentro de la persona elegida, que es el guardián secreto. Y en lo sucesivo es imposible encontrar lo que guarda, a menos que el guardián secreto opte por divulgarlo. Mientras el guardián secreto se negara a hablar, Quien Tú Sabes podía registrar el pueblo en que estaban James y Lily sin encontrarlos nunca, aunque tuviera la nariz pegada a la ventana de la salita de estar de la pareja.
—¿Así que Black era el guardián secreto de los Potter? —susurró la señora Rosmerta.
—Naturalmente —dijo la profesora McGonagall—. Elizabeth Scamander fue la primera en ofrecerse pero ella estaba embarazada a lo cual James Potter se negó rotundamente, y le dijo a Dumbledore que Black daría su vida antes de revelar dónde se ocultaban, y que Black estaba pensando en ocultarse él también junto a su esposa embarazada... Y aun así, Dumbledore seguía preocupado. Él mismo se ofreció como guardián secreto de los Potter.
—¿Sospechaba de Black? —exclamó la señora Rosmerta.
—Dumbledore estaba convencido de que alguien cercano a los Potter había informado a Quien Tú Sabes de sus movimientos —dijo la profesora McGonagall con voz misteriosa—. De hecho, llevaba algún tiempo sospechando que en nuestro bando teníamos un traidor que pasaba información a Quien Tú Sabes.
—¿Y a pesar de todo James Potter insistió en que el guardián secreto fuera Black?
—Así es —confirmó Fudge—. Y apenas una semana después de que se hubiera llevado a cabo el encantamiento Fidelio...
—¿Black los traicionó? —musitó la señora Rosmerta.
—Desde luego. Black estaba cansado de su papel de espía. Estaba dispuesto a declarar abiertamente su apoyo a Quien Tú Sabes. Y parece que tenía la intención de hacerlo en el momento en que murieran los Potter. Pero como sabemos todos, Quien Tú Sabes sucumbió ante el pequeño Harry Potter. Con sus poderes destruidos, completamente debilitado, huyó. Y esto dejó a Black en una situación incómoda. Su amo había caído en el mismo momento en que Black había descubierto su juego. No tenía otra elección que escapar...

Laila Scamander y El Prisionero De AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora