20: El fin del mundo

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Por si se lo preguntan Fay Dunbar la amiga de a Laila. No me la inventé de verdad estaba en los libros; les dejó una foto en multimedia

—Vamos, Laila—dijo Hermione ya vestida, sentada en mi cama.
—No—me queje como una niña pequeña—. Ve y déjame hundirme en mi miseria.
Era la mañana del día de Halloween, y aunque todas hablaban muy animosas yo solo quería lanzarme desde la torre de Astronomía. Me acurruqué más con mi almohada y Hermione suspiró poniéndome una mano en el hombro.
—Te vas a perder el desayuno.—trató.
Yo negué con la cabeza, luego sentí que otra persona se sentaba a mi otro lado; era Fay, que estaba muy animada y me daba más envidia.
—Vamos, niña, no es el fin del mundo.
—¿No es el fin del mundo?—me senté e hice a un lado mi cabello que tapaba mi cara—. ¡Sirius Black está suelto! ¡Puede estar suelto por años! ¡Tal vez me gradúe de Hogwarts y él seguirá suelto! ¡Nunca podré ir a Hogsmeade con ustedes! ¿¡Explícame cómo eso no es el fin del mundo!?
—Lo van a atrapar, ya veras—dijo Hermione—. Ahora, vamos levántate, además no estarás sola, Harry estará contigo.
—Oh, genial, ahora la aburricion será por dos.
—Aburricion no es una palabra.
—Déjenme morir ya.
—Bien, no quería hacer esto, pero...—comenzó a decir Fay, inmediatamente me senté de nuevo y vi que se sacó una cadena de plata que siempre traía y la alzó en el aire, inmediatamente pensé en que Fay era una de las pocas personas que sabía que traía a Cody III.
—Mujer, no lo hagas—dije, antes de levantarme completamente ya sintiendo el ritmo de las pisadas, hice las mantas a un lado y me tiré encima del suelo, agarrando justo a Cody III quien se revolvía desesperado en busca de la cadena de Fay.
—Muy bien, ahora que saliste de la cama date una ducha, por que hueles terrible—me dijo Fay, luego se acercó a mi escarbato y le tendió la cadena, el rápidamente la tomó—. Ten Cody III.
—Pensé que te la había dado tú abuela muerta—dije parándome con Cody III en brazos como un bebé, por lo menos mis otras compañeras se habían ido.
—Nah, no creo que lo vaya a extrañar—dijo antes de salir.

🌙

Cuando entre al Gran Comedor vi a Harry que estaba tan cabizbajo como yo. Cuando me senté, Fred y George me pusieron un plato con dos huevos fritos y habían pequeñas rodajas de tomate formando una línea curva, haciendo una carita feliz. Por lo menos no le habían puesto tocino, lindo detalle.
—Anímate, mi rubia—dijo Fred sentándose a mi lado.
—Si, te compraremos bombos fétidas, lo juro—dijo George sentado a mi otro lado.
—Y les traeremos un montón de golosinas de Honeydukes —dijo Hermione.
—Sí, montones —dijo Ron. Por fin habían hecho las paces él y Hermione.
—No se preocupen por mí —dijo Harry con una voz que procuró que le saliera despreocupada—. Ya nos veremos en el banquete. Diviértanse
Los acompañamos hasta el vestíbulo, donde Filch, el conserje, de pie en el lado interior de la puerta, señalaba los nombres en una lista, examinando detenida y recelosamente cada rostro y asegurándose de que nadie salía sin permiso.
—¿Te quedas aquí, Potter? —gritó Malfoy, que estaba en la cola, junto a Crabbe y a Goyle—. ¿No te atreves a cruzarte con los dementores?
Rodé los ojos y le hice una seña para volver, volvimos por las escaleras de mármol y los pasillos vacíos, y llegamos a la torre de Gryffindor.
—¿Contraseña? —dijo la señora gorda despertándose sobresaltada.
—«Fortuna maior» —contestó Harry con desgana.
El retrato dejó paso y entramos en la sala común. Estaba repleta de chicos de primero y de segundo, todos hablando, y de unos cuantos alumnos mayores que obviamente habían visitado Hogsmeade tantas veces que ya no les interesaba.
—¡Harry! ¡Harry! ¡Hola, Harry! —Era Colin Creevey, un estudiante de segundo que sentía veneración por Harry y nunca perdía la oportunidad de hablar con él—. ¿No vas a Hogsmeade, Harry? ¿Por qué no? ¡Eh! —Colin miró a sus amigos con interés—, ¡si quieres puedes venir a sentarte con nosotros!
Trate de disimular mi risa.
—No, gracias, Colin —dijo Harry, que no estaba de humor para ponerse delante de gente deseosa de contemplarle la cicatriz de la frente, bueno, por lo menos no dejaba de ser amable—.Yo... tengo que ir a la biblioteca con Laila. Se lo prometí.
—Oh, eh si—respondí después de que Harry me golpeó el costado.
Después de aquello no tenía más remedio que dar media vuelta y salir por el agujero del retrato.
—¿Con qué motivo me han despertado? —refunfuñó la señora gorda cuando pasamos por allí.
—Muy bien, obviamente no quiero hacer tarea y tú tampoco ¿Adonde vamos?
Harry suspiró y se encogió de hombro pero en cuanto nos dimos la vuelta, me agarre a el brazo de Harry asustada y casi di un grito al ver la horrenda cara de Filch, al sentir mi miedo mi escarbato se acurruco en mi chaqueta, oh, claro que no iba a estar sola con Harry, obviamente iba a traer a mi escarbato, además sin casi nadie aquí era una oportunidad para pasearlo en el castillo, así que ahí estaba Filch que acababa de despedir al último de los visitantes de Hogsmeade.
—¿Qué hacen? —gruñó Filch, suspicaz.
—Nada —respondió Harry con franqueza.
—¿Nada? —le soltó Filch, con las mandíbulas temblando—. ¡No me digas! Husmeando por ahi. ¿Por qué no están en Hogsmeade, comprando bombas fétidas, polvos para eructar y gusanos silbantes, como el resto de sus desagradables amiguitos?
Harry se encogió de hombros.
—En realidad, es una larga historia—dije dejando el brazo de Harry—. Verás; todo comenzó cuando nací...
—Bueno, regresen a la sala común de tu colegio —me interrumpió Filch, que nos siguió mirando fijamente hasta que lo perdimos de vista.
Pero no fuimos a la sala común; subimos la escalera, pensando en que tal vez podíamos ir a la pajarera de las lechuzas, y tal vez podría escribirles a mis abuelos de que tan miserable me sentía sin poder ir a Hogsmeade e iba por otro pasillo cuando dijo una voz que salía del interior de un aula:
—¿Harry? —Harry retrocedió para ver quién lo llamaba y se encontró con mi tío  Lupin, que lo miraba desde la puerta de su despacho—. ¿Qué haces? —le preguntó Lupin en un tono muy diferente al de Filch—. ¿Dónde están Ron y Hermione?
—En Hogsmeade —respondió Harry; con voz que fingía no dar importancia a lo que decía. Luego como me había adelantado fui corriendo a su lado.
—Te dije, solo yo y James somos los únicos idiotas que nos quedamos aqui, tío—dije, sacando a Cody II, quien inmediatamente se acurrucó en mi cuello, antes de ver a su alrededor.
—¿Es eso un escarbato?—preguntó mi tío Lupin señalando a Cody III
—¿Te sorprende?
—Para nada —él respondió . Observó a Harry un momento—. ¿Por qué no pasan? Acabo de recibir un grindylow para nuestra próxima clase.
—¿Un qué? —preguntó Harry.
—¿Y cuando tendremos un Kelpie ?—pregunté a la vez que Harry.
Entramos en el despacho siguiéndolo. En un rincón había un enorme depósito de agua. Una criatura de un color verde asqueroso, con pequeños cuernos afilados, pegaba la cara contra el cristal, haciendo muecas y doblando sus dedos largos y delgados; grindylow.
—Es un demonio de agua —dijo Lupin, observando el grindylow ensimismado—. No debería darnos muchas dificultades, sobre todo después de los kappas. El truco es deshacerse de su tenaza. ¿Te das cuenta de la extraordinaria longitud de sus dedos? Fuertes, pero muy quebradizos.
El grindylow enseñó sus dientes verdes y se metió en una espesura de algas que había en un rincón, inmediatamente me acerque pero mi tío me dio una mirada.
—¿Una taza de té?—le preguntó Lupin, buscando la tetera—. Iba a prepararlo.
—Bueno —dijo Harry, yo me senté.
Lupin dio a la tetera un golpecito con la varita y por el pitorro salió un chorro de vapor.
—Siéntate —dijo Lupin a Harry, destapando una caja polvorienta—. Lo lamento, pero sólo tengo té en bolsitas. Aunque me imagino que estarás harto del té suelto.
Harry lo miró. A Lupin le brillaban los ojos.
—¿Cómo lo sabe? —preguntó Harry
—Me lo ha dicho la profesora McGonagall —explicó Lupin, pasándole a Harry una taza descascarillada—. No te preocupa, ¿verdad?
—No —respondió Harry
—El mío...—comencé a decir.
—Con leche, lo se, pero no te puedo poner mucha azúcar Laila, es pedido de tus abuelos.
Me crucé de hombros molesta, y saque la lengua; mi escarbato comenzó a salir y vi a mi tío.
—¿No tienes algo de valor aquí por casualidad?
Él negó con la cabeza y deje que Cody III comenzara a vagar libremente por el despacho.
—¿Estás preocupado por algo, Harry?—le preguntó.
—No —mintió Harry, era obvio que estaba mintiendo, bueno para mi. Sorbió un poco de té y vio que el grindylow lo amenazaba con el puño, yo hice lo mismo.
—. Sí —dijo de repente, dejando el té en el escritorio de Lupin—. ¿Recuerda el día que nos enfrentamos al boggart?
—Sí —respondió Lupin.
—¿Por qué no me dejó enfrentarme a él? —le preguntó.
—Di te sirve de algo, yo escape.
Lupin alzó las cejas.
—Creí que estaba claro —dijo sorprendido.
Yo bebí de mi te.
—¿Por qué? —volvió a preguntar.
—Bueno —respondió Lupin frunciendo un poco el entrecejo—, pensé que si el boggart se enfrentaba contigo adoptaría la forma de lord Voldemort.
Harry se le quedó mirando, impresionado. No sólo era aquélla la respuesta que menos esperaba, sino que además Lupin había pronunciado el nombre de Voldemort. Mi tío me había dicho que la primera guerra mágica contra Voldemort había sido horrible pero que mamá había sido importante: todavía no me decía porque.
—Es evidente que estaba en un error —añadió Lupin, frunciendo el entrecejo—. Pero no creí que fuera buena idea que Voldemort se materializase en la sala de profesores. Pensé que se aterrorizarían.
—El primero en quien pensé fue Voldemort —dijo Harry con sinceridad—. Pero luego recordé a los dementores.
—Ya veo —dijo Lupin pensativamente—. Bien, bien..., estoy impresionado. —Sonrió ligeramente ante la cara de sorpresa que ponía Harry—. Eso sugiere que lo que más miedo te da es... el miedo. Muy sensato, Harry.
Harry no supo qué contestar; de forma que dio otro sorbo al té.
—¿Así que pensabas que no te creía capaz de enfrentarte a un boggart? —dijo Lupin astutamente.
—Bueno..., sí —dijo Harry. Estaba mucho más contento—. Profesor Lupin, usted conoce a los dementores...
Le interrumpieron unos golpes en la puerta.
—Adelante —dijo Lupin.
Se abrió la puerta y entró Snape. Llevaba una copa de la que salía un poco de humo y se detuvo al ver a Harry. Entornó sus ojos negros.
—¡Ah, Severus! —dijo Lupin sonriendo—. Muchas gracias. ¿Podrías dejarlo aquí, en el escritorio? —Snape posó la copa humeante. Sus ojos pasaban de Harry a Lupin—. Estaba enseñando a Harry y a Laila mi grindylow, aunque claro mi sobrina ya sabe todo sobre ellos—dijo Lupin con cordialidad, señalando el depósito.
—Fascinante —comentó Snape, sin mirar a la criatura—. Deberías tomártelo ya, Lupin.
—Sí, sí, enseguida —dijo Lupin.
—He hecho un caldero entero. Si necesitas más...
—Seguramente mañana tomaré otro poco. Muchas gracias, Severus.
—De nada —respondió Snape. Pero había en sus ojos una expresión que me hizo ver la copa preocupada. Salió del despacho retrocediendo, sin sonreír y receloso.
Mi tío sonrió.
—El profesor Snape, muy amablemente, me ha preparado esta poción — dijo—. Nunca se me ha dado muy bien lo de preparar pociones y ésta es especialmente difícil. —Cogió la copa y la olió—. Es una pena que no admita azúcar —añadió, tomando un sorbito y torciendo la boca.
—¿Por qué...? —comenzó Harry.
Lupin lo miró y respondió a la pregunta que Harry no había acabado de formular:
—No me he encontrado muy bien —dijo—. Esta poción es lo único que me sana. Es una suerte tener de compañero al profesor Snape; no hay muchos magos capaces de prepararla.
Él bebió otro sorbo e hice una mueca, creo que ya sabía para que era esa poción pero no podía dejar de pensar en Snape.
—El profesor Snape está muy interesado por las Artes Oscuras—balbucee.
—¿De verdad? —preguntó, sin mucho interés, bebiendo otro trago de la poción.
—Hay quien piensa... —Harry dudó, pero se atrevió a seguir hablando—, hay quien piensa que sería capaz de cualquier cosa para conseguir el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.
Lupin vació la copa e hizo un gesto de desagrado.
—Asqueroso —dijo—. Bien, chicos. Tengo que seguir trabajando. Nos veremos en el banquete.
—De acuerdo —dijo Harry, dejando su taza de té. La copa, ya vacía, seguía echando humo, yo me termine todo, manchándome la nariz de te y leche, antes de salir me agache.
—Cody III—dije, antes de que el escarbato saliera y se tirara a mis brazos.

El próximo capítulo va a ser enteramente dedicado a Laila y Harry solos tratando de no aburrirse; tal vez pasen cosas raras y quién sabe? incluso ilegales...🤷🏽‍♀️

Laila Scamander y El Prisionero De AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora