40: Oh examenes, malditos examenes

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A medida que se aproximaba junio, los días se volvieron menos nublados y más calurosos, y lo que a todo el mundo le apetecía era pasear por los terrenos del colegio y dejarse caer en la hierba. Presidente Besos parecía agradarle el nuevo cambio de clima al igual que mis otras mascotas, que siempre lo veían con curiosidad.
Sin embargo los exámenes se echaban encima y, en lugar de holgazanear, los estudiantes teníamos que permanecer dentro del castillo haciendo enormes esfuerzos por concentrarnos mientras por las ventanas entraban tentadoras ráfagas de aire estival.
Fruncí el ceño cuando vi el calendario de exámenes que tenía Hermione. La primera columna indicaba:

LUNES
9 en punto: Aritmancia
9 en punto: Transformaciones Comida
1 en punto: Encantamientos 1 en punto: Runas Antiguas

—¿Hermione? —dijo Ron con cautela, porque aquellos días saltaba fácilmente cuando la interrumpían—. Eeeh... ¿estás segura de que has copiado bien el calendario de exámenes?
—¿Qué? —dijo Hermione bruscamente, tomando el calendario y observándolo—. Claro que lo he copiado bien.
—¿Serviría de algo preguntarte cómo vas a hacer dos exámenes a la vez? —le dijo Harry.
Mire a Hermione con los ojos entrecerrados. Yo no me considero lista, digo, por algo Ravenclaw fue la primera casa que descartó el sombrero y que yo también lo había hecho; no pensaba racionalmente, odio la lógica y los acertijos sin embargo pude ver la cadena que colgaba un poco oculta en el cuello de Hermione; Harry había vivido la mayoría de su vida con Muggles y Ron era muy despistado, pero después de un par de segundos fui capas de unir los puntos.
—No —respondió Hermione—. ¿Habrán visto mi ejemplar de Numerología y gramática?
—Sí, lo tome para leer en la cama —dijo Ron en voz muy baja.
Hermione empezó a revolver entre montañas de pergaminos en busca del libro. Entonces se oyó un leve roce en la ventana. Hedwig entró aleteando, con un sobre fuertemente atenazado en el pico.
—Es de Hagrid —dijo Harry, abriendo el sobre—. La apelación de Buckbeak se ha fijado para el día 6.
—Es el día que terminamos los exámenes —observó Hermione, que seguía buscando el libro de Aritmancia.
—Y tendrá lugar aquí. Vendrá alguien del Ministerio de Magia y un verdugo.
Cerré mi libro de Herbologia rápidamente, viéndolo sin poder creerlo.
—¡Traen a un verdugo a la sesión de apelación! Es como si ya estuviera decidido.
—Esto es horrible—suspire.
—¡No pueden hacerlo! —gritó Ron—. ¡He pasado años leyendo cosas para su defensa! ¡No pueden pasarlo todo por alto!
La Comisión para las Criaturas Peligrosas había tomado ya su decisión, presionada por el señor Malfoy. Draco, que había estado notablemente apagado desde el triunfo de Gryffindor, había recuperado parte de su anterior petulancia. Por los comentarios socarrones que entreoía, Malfoy estaba seguro de que matarían a Buckbeak, y parecía encantado de ser el causante. Cuando pensaba en propinarle un puñetazo, tenía que resistir mis impulsos y ver en mi cabeza una y otra vez la hermosa imagen de cuando le patee en la entrepierna. Y ni siquiera  teníamos tiempo ni ocasión de visitar a Hagrid, cuando le había preguntado a Harry porque no podíamos usar su capa de invisibilidad me respondió que tuvo que dejarla en el interior de la estatua de la bruja porque Snape casi lo había encontrado, recibió un codazo de mi parte porque las nuevas y estrictas medidas de seguridad no se habían levantado, y Harry no se atrevía a recoger la capa invisible del interior de la estatua de la bruja.
Comenzó la semana de exámenes y el castillo se sumió en un inusitado silencio. Yo y el resto de mis compañeros salimos del examen de Transformaciones el lunes a la hora de la comida, comparando lo que habíamos hecho y los otros quejándose de la dificultad de los ejercicios, consistentes en transformar una tetera en tortuga. Aunque esa era la materia en la que mejor me iba, por lo que aprobé sin problemas. Hermione irritó a todos porque juraba que su tortuga era mucho más galápago, cosa que a los demás les traía sin cuidado. Me iba a quedar con la tortuga pero decidí volver a transformarlo en tetera por la cantidad de animales que tenía.
—La mía tenía un pitorro en vez de cola. ¡Qué pesadilla...!
—La mía seguía teniendo un sauce dibujado en el caparazón. ¿Creen que me quitarán puntos?
Después de una comida apresurada, la clase volvió a subir para el examen de Encantamientos. Hermione había tenido razón: el profesor Flitwick puso en el examen los encantamientos estimulantes. Después de cenar; todos volvimos a la sala común a seguir estudiando.
Hagrid presidió el examen de Cuidado de Criaturas Mágicas, que se celebró la mañana siguiente, con un aire ciertamente preocupado. Parecía tener la cabeza en otra parte. Había llevado un gran cubo de gusarajos al aula, y dijo que para aprobar teníamos que conservar el gusarajo vivo durante una hora. Como los gusarajos vivían mejor si se los dejaba en paz, resultó el examen más sencillo que había tenido nunca, y además nos concedió muchas oportunidades de hablar con Hagrid.
—Buckbeak está algo deprimido —dijo Hagrid inclinándose un poco, haciendo como que comprobaba que el gusarajo de Harry seguía vivo, yo lo vi atentamente mientras le daba una hoja de lechuga a mi gusarajo—. Ha estado encerrado demasiado tiempo. Pero... en cualquier caso, pasado mañana lo sabremos.
Aquella tarde tuvimos el examen de Pociones: un casi absoluto desastre. Mi poción de «receta para confundir» se había espesado sin embargo en ves de tener un color verde esmeralda, tenía un color verde limón, y Snape con una mueca de desagrado garabateo en el espacio de la nota, antes de alejarse, por lo menos había obtenido más de un cero, no como Harry que ni siquiera habías logrado la consistencia.
El miércoles por la mañana tuvimos el de Historia de la Magia. Todas las clases me las pasaba durmiendo sin embargo en el examen, escribí todo lo que Morgana me había contado acerca de la persecución de las brujas en la Edad Media. Después por la tarde tenía el examen de Herbología, en los invernaderos, solo quería que esta tortura terminara.
El penúltimo examen, la mañana del jueves, fue el de Defensa Contra las Artes Oscuras. Mi tío Lupin había preparado el examen más raro que habíamos tenido hasta la fecha. Una especie de carrera de obstáculos fuera, al sol, en la que teníamos que vadear un profundo estanque de juegos que contenía un grindylow; atravesar una serie de agujeros llenos de gorros rojos; chapotear por entre ciénagas sin prestar oídos a las engañosas indicaciones de un hinkypunk; y meterse dentro del tronco de un árbol para enfrentarse con otro boggart. Cuando me metí en el tronco cerré los ojos con fuerza y suspire antes de lanzar el hechizo, no había tenido un buen desempeño en el boggart en la clase pero al menos me fue bien en el examen, aunque no saque la mejor nota solo porque patee a varios gorras rojas que fueron bastante molestos, tío lupin lo llamo trampa, yo "deshacerme del problema con otra técnica"
—Lo hiciste muy bien con el boggart—mi tío me aseguró, yo sonreí.
Nos despedimos de mi tío y yo suspire poniendo mis brazos alrededor de Ron y Hermione, mientras comenzábamos a hablar sobre el examen anterior y yo bostezaba, pero cuando estaban a punto de reñir Ron y Hermione por el examen de ella, vimos  algo al final de las escaleras.
Cornelius Fudge, sudando bajo su capa de rayas, contemplaba desde arriba los terrenos del colegio. Se sobresaltó al ver a Harry.
—¡Hola, Harry! —dijo—. ¿Vienes de un examen? ¿Te falta poco para acabar?
—Sí —dijo Harry. Hermione y Ron, como no tenían trato con el ministro de Magia, se quedaron un poco apartados, y yo como la hija del prófugo y asesino más peligroso del mundo mágico mire hacia otro lado.
—Estupendo día —dijo Fudge, contemplando el lago—. Es una pena..., es una pena... —suspiró ampliamente y miró a Harry—. Me trae un asunto desagradable, Harry, La Comisión para las Criaturas Peligrosas solicitó que un testigo presenciase la ejecución de un hipogrifo furioso. Como tenía que visitar Hogwarts por lo de Black, me pidieron que entrara.
Me tensé al escuchar su nombre.
—¿Significa eso que la revisión del caso ya ha tenido lugar? —interrumpió Ron, dando un paso adelante.
—No, no. Está fijada para la tarde —dijo Fudge, mirando a Ron con curiosidad.
—¡Entonces quizá no tenga que presenciar ninguna ejecución! —dijo Ron resueltamente—. ¡El hipogrifo podría ser absuelto!
Antes de que Fudge pudiera responder; dos magos entraron por las puertas del castillo que había a su espalda. Uno era tan anciano que parecía descomponerse; el otro era alto y fornido, y tenía un fino bigote de color negro. Eran representantes de la Comisión para las Criaturas Peligrosas, porque el anciano miró de soslayo hacia la cabaña de Hagrid y dijo con voz débil:
—Santo Dios, me estoy haciendo viejo para esto. A las dos en punto, ¿no, Fudge?
El hombre del bigote negro toqueteaba algo que llevaba al cinto; pasaba el ancho pulgar por el filo de un hacha. Apreté mis manos en puños que no paraban de temblar, Harry me miro de soslayo y luego a las ventanas; estaban temblando un poco por lo que traté de relajarme.
Ron abrió la boca para decir algo, pero Hermione le dio con el codo en las costillas y señaló el vestíbulo con la cabeza.
—¿Por qué no me has dejado? —dijo enfadado Ron, entrando en el Gran Comedor para almorzar—. ¿Los has visto? ¡Hasta llevan un hacha! ¡Eso no es justicia!
—Ron, tu padre trabaja en el Ministerio. No puedes ir diciéndole esas cosas a su jefe —respondió Hermione, aunque también ella parecía muy molesta—. Si Hagrid conserva esta vez la cabeza y argumenta adecuadamente su defensa, es posible que no ejecuten a Buckbeak.
—Ojalá mi abuelo estuviera aquí—suspiré.
Aunque todos hablaban animados de cómo se acabarían los exámenes pero yo no podía dejar de pensar en Buckbeak.
El último examen era Adivinación. El último de Hermione, Estudios Muggles. Subimos juntos la escalera de mármol. Hermione nos dejó en el primer piso, y los tres continuamos hasta el séptimo, donde muchos de la clase estaban sentados en la escalera de caracol que conducía al aula de la profesora Trelawney, repasando en el último minuto.
—Nos va a examinar por separado —informó Neville, cuando nos sentamos a su lado. Tenía Disipar las nieblas del futuro abierto sobre los muslos, por las páginas dedicadas a la bola de cristal—. ¿Alguno ha visto algo alguna vez en la bola de cristal? —preguntó desanimado.
—Eh...—comencé a pensar que tal ves debí esforzarme.
La cola de personas que había fuera del aula se reducía muy despacio. Cada vez que bajaba alguien por la plateada escalera de mano, los demás le preguntaban entre susurros:
—¿Qué te ha preguntado? ¿Qué tal te ha ido?
Pero nadie aclaraba nada.
—¡Me ha dicho que, según la bola de cristal, sufriré un accidente horrible si revelo algo! —chilló Neville, bajando la escalera.
—Es muy lista —refunfuñó Ron—. Empiezo a pensar que Hermione tenía razón —dijo señalando la trampilla con el dedo—: es una impostora.
—Sí—dijo Harry, mirando su reloj. Eran las dos—. Ojalá se dé prisa.
—Ronald Weasley —anunció desde arriba la voz conocida y susurrante. Ron hizo un guiño a Harry y subió por la escalera de plata.
Harry y yo éramos los últimos, por lo que nos sentamos en el suelo y comenzamos a jugar piedra, papel o tijera.
Por fin, después de unos veinte minutos, los pies grandes de Ron volvieron a aparecer en la escalera.
—¿Qué tal? —le preguntó Harry, levantándose.
—Una porquería —dijo Ron—. No conseguía ver nada, así que me inventé algunas cosas. Pero no creo que la haya convencido...
—Nos veremos en la sala común —musitó Harry cuando la voz de la profesora Trelawney anunció:
—¡Laila Scamander!
Le di un último saludo antes de entrar
Las cortinas estaban echadas, el fuego encendido, y el habitual olor me mareó mientras avanzaba entre las sillas y las mesas hasta el lugar en que la profesora Trelawney aguardaba sentada.
—Buenos días, Laila —dijo suavemente—. Si tuvieras la amabilidad de mirar la bola... Tómate tu tiempo, y luego dime lo que ves dentro de ella.
Me incliné sobre la bola de cristal y mire tratando de ver algo que no fuera niebla blanca .
—¿Y bien? —le preguntó la profesora Trelawney con delicadeza—. ¿Qué ves?Obviamente quería sacarme una buena nota por lo que usé mis excelentes dotes de actriz, puse cara de sorpresa como si hubiera visto la verdad ante mis ojos.
—Veo...veo una figura oscura—dije frunciendo el ceño
—¿A qué se parece? —susurró la profesora Trelawney—. Piensa...
—Eh...se ve como un perro—pensé en Harry y en todo el asunto del Grimm—. Si, es...es un perro.
—¿De verdad? —susurró la profesora Trelawney, escribiendo deprisa y con entusiasmo en el pergamino que tenía en las rodillas—. Mi querida niña ¿que sigues viendo?
—A...un chico...en...en el bosque—pensé en mis sueños aterradores.
—¿Como se ve el muchacho?—preguntó interesada.
—Está...está herido...—recordé mis sueños que aveces solo eran fragmentos y estaban borrosos pero podía distinguir la sangre y la suciedad.
—¿Y que hace el perro?
—Está...está corriendo hacia él—inventé.
El Niño que vivió...viene a morir
Excelente...¿Es posible que ese muchacho sea Harry Potter?
—¡No!—exclame, negándome a la idea, porque decidí elegir mi pesadilla? No tuve que mezclarla con mi mentira. Decidí cambiar de mentira—. Ahora...Ahora veo un león...

Después de inventar la mentira más grande de la vida, lo único que quería hacer era salir del calor asfixiante.
La profesora Trelawney asintió y me dijo que había hecho un buen trabajo y que podía mejorar, suspire y salí en cuanto me dio el permiso.
Cuando salí vi a Harry que se paró del suelo.

—¿Como te fue?
—Excelente. Como siempre—sonreí, el se encogió de hombros, no es como si esperara una respuesta humilde a estas alturas.
—¡Harry Potter!
—Te esperare—le dije.

🌙

Después de unos 20 minutos de mi cantando, bailando y dando vueltas, Harry salió de ma sala, se veía mareada y tenía la cara enrojecida, debía ser por el calor horrible, fui dando vueltas como una bailarina de ballet hasta quedar a su lado;
—¿Como te fue?
—Me dijo algo muy extraño. Te lo diré en la sala común.
Mientras íbamos aprisa por entre los troles de seguridad, yo iba dando vueltas y luego me sostenía de Harry por lo mareada que estaba. Llegamos a la puerta de la torre de Gryffindor. Vi con una mueca como todos caminaban a zancadas, riendo y bromeando, dirigiéndose hacia los terrenos del colegio y hacia una libertad largamente deseada, sin exámenes; malditos. Cuando llegamos al retrato y entramos en la sala común, estaba casi desierta. En un rincón, sin embargo, estaban sentados Ron y Hermione.

—La profesora Trelawney me acaba de decir...—comenzó Harry

Pero se detuvo al fijarse en sus caras.
—Buckbeak ha perdido —dijo Ron con voz débil—. Hagrid acaba de enviar esto.
La tome y la puse entre mi y Harry para leerla juntos; la nota de Hagrid estaba seca esta vez: no había lágrimas en ella. Pero su mano parecía haber temblado tanto al escribirla que apenas resultaba legible.

Apelación perdida. La ejecución será a la puesta del sol. No se puede hacer nada. No vengáis. No quiero que lo veáis.
Hagrid

—Tenemos que ir —dijo Harry de inmediato
—¡No puede estar allí solo, esperando al verdugo!—negué con la cabeza.
—Pero es a la puesta del sol —dijo Ron, mirando por la ventana con los
ojos empañados—. No nos dejarán salir, y menos a ti, Harry...
Harry se tapó la cabeza con las manos, pensando.
—Si al menos tuviéramos la capa invisible...
—¿Dónde está? —dijo Hermione.
Harry le explicó que la había dejado en el pasadizo, debajo de la estatua de la bruja tuerta.
—... Si Snape me vuelve a ver por allí, me veré en un serio aprieto — concluyó.
—Eso es verdad —dijo Hermione, poniéndose en pie—. Si te ve... ¿Cómo se abre la joroba de la bruja?
—Se le dan unos golpecitos y se dice «¡Dissendio!» —explicó Harry—. Pero...
Hermione no aguardó a que terminara la frase; atravesó la sala con decisión, abrió el retrato y se perdió de vista.
—¿Habrá ido a tomarla? —dijo Ron, mirando el punto por donde había desaparecido la muchacha.
—Creo que estoy enamorada este lado de Hermione—sonreí al ver cómo Hermione se veía decidida.
A eso había ido. Hermione regresó al cuarto de hora, con la capa plateada cuidadosamente doblada y escondida bajo la túnica.
—¡Hermione, no sé qué te pasa últimamente! —dijo Ron, sorprendido—. Primero le pegas a Malfoy, luego te vas de la clase de la profesora Trelawney...
Hermione se sintió halagada.

Aunque es un capítulo sin mucha importancia hice una pequeña indirecta en la prueba de Adivinación de Laila! Comenten su interpretación!

Laila Scamander y El Prisionero De AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora