12: Odiosa mañana

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Cuando entre con mis tres amigos en el Gran Comedor para desayunar al día siguiente, lo primero que vi fue a Draco Malfoy, que entretenía a un grupo de gente de Slytherin con una historia al parecer muy divertida. Al pasar por su lado, Malfoy hizo una parodia de desmayo, coreado por una carcajada general.
—No le hagas caso —le dijo Hermione, que iba detrás de Harry—. Tú, ni el menor caso. No merece la pena...
—¡Eh, Potter! —gritó Pansy Parkinson, una chica de Slytherin que tenía la cara como un dogo—. ¡Potter! ¡Que vienen los dementores, Potter! ¡Uuuuuuuuuh!
—¡Grrrrr!—gruñi como un leon salvaje y casi me tiré encima de Pansy, Ron y Harry me tomaron de los hombros, para evitar que la atacara—. ¡Solo yo puedo molestar Potter, cara de perro!
—¿Como me acabas de decir?
—¿Oh perdón, prefieres cara de Murtlap? ¿O tú tonto cerebro no sabe que es?
—Laila, harás que te castiguen—murmuró Harry y me guió hacia la mesa y él se dejó caer sobre un asiento de la mesa de Gryffindor; junto a George Weasley.
—Los nuevos horarios de tercero —anunció George, pasándolos—. ¿Qué te ocurre, Harry?
—Malfoy —contestó Ron, sentándose al otro lado de George y echando una mirada desafiante a la mesa de Slytherin—. Aunque bueno...Laila se puso como una fiera.
George sonrió a lo ultimo y luego alzó la vista y vio que en aquel momento Malfoy volvía a repetir su pantomima.
—Ese imbécil —dijo sin alterarse— no estaba tan gallito ayer por la noche, cuando los dementores se acercaron a la parte del tren en que estábamos. Vino corriendo a nuestro compartimento, ¿verdad, Fred?
—Casi se moja encima —dijo Fred, mirando con desprecio a Malfoy.
—Yo tampoco estaba muy contento —reconoció George—. Son horribles esos dementores...
—Se le hiela a uno la sangre, ¿verdad? —dijo Fred.
—Pero no os desmayasteis, ¿a que no? —dijo Harry en voz baja.
—No le des más vueltas, Harry —dijo George—. Mi padre tuvo que ir una vez a Azkaban, ¿verdad, Ron?, y dijo que era el lugar más horrible en que había estado. Regresó débil y tembloroso... Los dementores absorben la alegría del lugar en que están. La mayoría de los presos se vuelven locos allí.
—De cualquier modo, veremos lo contento que se pone Malfoy después del primer partido de quidditch —dijo Fred—. Gryffindor contra Slytherin, primer partido de la temporada, ¿os acordáis?
—Oh Merlín, espero que Wood no los saque a las 5 de la mañana, sabes que te acompañaría a cualquier lugar Harry, pero no pienso levantarme a esa hora.
—Espero que no—murmuró.
La única ocasión en que Harry y Malfoy se habían enfrentado en un partido de quidditch, Malfoy había llevado las de perder. Comencé a ponerme un poco de todo y asqueada le di el plato de tocino a Ron, y  Hermione se aprendía su nuevo horario:
—Bien, hoy comenzamos asignaturas nuevas —dijo alegremente.
—Hermione —dijo Ron frunciendo el entrecejo y mirando detrás de ella—, se han confundido con tu horario. Mira, te han apuntado para unas diez asignaturas al día. No hay tiempo suficiente.
—Ya me apañaré. Lo he concertado con la profesora McGonagall.
—Pero mira —dijo Ron riendo—, ¿ves la mañana de hoy? A las nueve Adivinación y Estudios Muggles y... —Ron se acercó más al horario, sin podérselo creer—, mira, Aritmancia, todo a las nueve. Sé que eres muy buena estudiante, Hermione, pero no hay nadie capaz de tanto. ¿Cómo vas a estar en tres clases a la vez?
—No seas tonto —dijo Hermione bruscamente—, por supuesto que no voy a estar en tres clases a la vez.
—Bueno, entonces...
—Es Hermione, Ron, de seguro debe tener una especie de máquina del tiempo...—comencé a decir.
—Pásame la mermelada —me interrumpió  Hermione.
—Pero...
—¿Y a ti qué te importa si mi horario está un poco apretado, Ron? —dijo Hermione—. Ya te he dicho que lo he arreglado todo con la profesora McGonagall.
En ese momento entró Hagrid en el Gran Comedor. Llevaba puesto su abrigo largo de ratina y de una de sus enormes manos colgaba un turón muerto, que se balanceaba.
—¿Va todo bien? —dijo con entusiasmo, deteniéndose camino de la mesa de los profesores—. ¡Estáis en mi primera clase! ¡Inmediatamente después del almuerzo! Me he levantado a las cinco para prepararlo todo. Espero que esté bien... Yo, profesor..., francamente...
—¡No puedo esperar!— le dije con animo.
Nos dirigió una amplia sonrisa y se fue hacia la mesa de los profesores, balanceando el turón.
—Me pregunto qué habrá preparado —dijo Ron con curiosidad.
—Con ese fantástico libro no tiene límites.—respondí.
El Gran Comedor se vaciaba a medida que la gente se marchaba a la primera clase. Ron comprobó el horario.
—Lo mejor será que vayamos ya. Miren, el aula de Adivinación está en el último piso de la torre norte. Tardaremos unos diez minutos en llegar...
Terminamos aprisa el desayuno, nos despedimos de Fred y de George, quienes me despeinaron el pelo y volvimos atravesar el Gran Comedor. Al pasar al lado de la mesa de Slytherin, Malfoy volvió a repetir la pantomima. Las estruendosas carcajadas acompañaron a Harry hasta el vestíbulo, sin embargo me quede parada en la puerta; hacuendo que mis tres amigo se miaran confundidos.
—¡MALFOY LE TEME A LAS LAGARTIJAS!—mi abuelo si estuviera a mi lado probablemente suspiraría; decepcionado de que usara mi Legeremancia para humillar a otros; pero Draco me tenía verdaderamente harta.
Tome a Hermione de la mano y salí corriendo con una sonrisa en el rostro.

Laila Scamander y El Prisionero De AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora