—¡Muy bien, chicos! —gritó Hagrid, mientras vitoreaban todos menos Crabbe y Goyle. Me di la vuelta para ver a Malfoy que aplaudía lentamente—. ¡Bueno!, ¿quién más quiere probar?
Envalentonados, los demás saltaron al prado con cautela. Hagrid desató uno por uno los hipogrifos y, al cabo de poco rato, los alumnos hacían timoratas reverencias por todo el prado. Neville retrocedió corriendo en varias ocasiones porque su hipogrifo no parecía querer doblar las rodillas. Ron y Hermione practicaban con el de color castaño, cuando quise probar no tuve que hacer una reverencia; como Buckbeack; este hipogrifo fue hacia mi; me miro a unos pocos centímetros de mi cara y yo hice lo mismo sin pestañear y esta vez no me lamieron; el hipogrifo se acercó a mi, tratando de poner su enorme cabeza bajo mi cuello, sonreí, mientras le acariciaba la cabeza.
—No entiendo como lo haces—farfullo Ron, deje al hipogrifo con mis amigos; mientras me sentaba en la cerca al lado de Harry.
Malfoy, Crabbe y Goyle habían escogido a Buckbeak. Había inclinado la cabeza ante Malfoy, que le daba palmaditas en el pico con expresión desdeñosa.
—Esto es muy fácil —dijo Malfoy, arrastrando las sílabas y con voz lo bastante alta para que lo oyera—. Tenía que ser fácil, si Potter fue capaz... ¿A que no eres peligroso? —le dijo al hipogrifo—. ¿Lo eres, bestia asquerosa?
Oh no
Sucedió en un destello de garras de acero. Malfoy emitió un grito agudísimo y un instante después Hagrid se esforzaba por volver a ponerle el collar a Buckbeak, que quería alcanzar a un Malfoy que yacía encogido en la hierba y con sangre en la ropa. Sin embargo Buckbeack parecía tener un ataque de histeria.
—¡ Laila no!—no sabía bien que fue pero de igual manera corrí frente al hipogrifo y le puse una mano en la cabeza, tratando d e transmitirle calma.
—Hey, hey, está bien—cuando quiso mover las patas lo pegue hacía mi, acariciandolo—. Esta bien, shh...ya está bien, todo está bien.
—¡Me muero! —gritó Malfoy, mientras cundía el pánico—. ¡Me muero, miren! ¡Me ha matado!
—No te estás muriendo —le dijo Hagrid, que se había puesto muy pálido— . Que alguien me ayude, tengo que sacarlo de aquí...
Hermione se apresuró a abrir la puerta de la cerca mientras Hagrid levantaba con facilidad a Malfoy. Mientras desfilaban,desvíe la vista mientras Buckbeack se ponía en mi cuello como si a él lo hubieran herido y en el brazo de Malfoy había una herida larga y profunda; la sangre salpicaba la hierba y Hagrid corría con él por la pendiente, hacia el castillo.
Los demás alumnos los seguían temblorosos y más despacio. Sin embargo no quería dejar a Buckbeack.
—Laila, hay que irnos—dijo despacio Harry, suspire y me aleje de Buckbeack, acepte la mano que me ofrecía Harry y salté el cerco.
Todos los de Slytherin echaban la culpa a Hagrid.
—¡Deberían despedirlo inmediatamente! —exclamó Pansy Parkinson, con lágrimas en los ojos.
—¡La culpa fue de Malfoy! —lo defendió Dean Thomas. Crabbe y Goyle flexionaron los músculos amenazadoramente. Subimos los escalones de piedra hasta el desierto vestíbulo.
—¡Voy a ver si se encuentra bien! —dijo Pansy.
Y la vimos subir corriendo por la escalera de mármol. Los de Slytherin se alejaron hacia su sala común subterránea, sin dejar de murmurar contra Hagrid; nosotros continuamos subiendo escaleras hasta la torre de Gryffindor.
—¿Creen que se pondrá bien? —dijo Hermione asustada.
—Por supuesto que sí. La señora Pomfrey puede curar heridas en menos de un segundo —dije—. Le hizo crecer un hueso completo a Harry.
—Es lamentable que esto haya pasado en la primera clase de Hagrid, ¿no les parece? —comentó Ron preocupado—. Es muy típico de Malfoy eso de complicar las cosas...
Fuimos de los primeros en llegar al Gran Comedor para la cena. Esperábamos encontrar allí a Hagrid, pero no estaba.
—No lo habrán despedido, ¿verdad? —preguntó Hermione con preocupación, sin probar su pastel de filete y ri ñones.
—Dumbledore no lo haría—negué con la cabeza—. No...
Harry observaba la mesa de Slytherin, por lo que me di la vuelta para ve. Un grupo prieto y numeroso, en el que figuraban Crabbe y Goyle, estaba sumido en una conversación secreta. Ni siquiera quiero saber que es lo que estaban haciendo.
—Bueno, no puedes decir que el primer día de clase no haya sido interesante —dijo Ron con tristeza, luego me miro—. ¿Por que no nos dices que es lo que están tramando?
—¿De que serviría? Todos sabrían de mi Legeremancia y cual sería nuestro argumento? ¿Porque Laila les leyó la mente?
Tras la cena subimos a la sala común de Gryffindor, que estaba llena de gente, y tratamos de hacer los deberes que había mandado la profesora McGonagall, pero cada tanto mirarabamos por la ventana de la torre.
—Hay luz en la ventana de Hagrid —dijo Harry de repente.
Ron miró el reloj.
—Si nos diéramos prisa, podríamos bajar a verlo. Todavía es temprano...
—No sé —respondió Hermione despacio, y Harry vio que lo miraba a él.
—Tengo permiso para pasear por los terrenos del colegio —aclaró—. Sirius Black no habrá podido burlar a los dementores, ¿verdad?
—Esperen, tengo que ir por algo—dije antes de ir subiendo a los dormitorios de chicas, cuando entre porfin y me asegure de que no estuviera nadie; saque mi varita.
—Cody III...—murmuré, levanté mi varita e hice que de la punta salieran unos especies de cascabeles de plata; brillantes muy brillantes comencé a hacerlo sonar, escuche unas pisadas detrás mio y sonreí; me giré rápidamente y en cuanto vi a Cody III mis manos se cerraron en el automáticamente, me miró con una mirada de que acababa de ser descubierto. Le sonreí y él caminó rápidamente hasta mi hombro, acariciandose contra mi cuello; tomé mi enorme abrigo; me lo puse y con cuidado escondí a Cody III.
Cuando baje los chicos ya habían recogido sus cosas y me estabana esperando, salimos por el agujero del cuadro, contentos de no encontrar a nadie en el camino hacia la puerta principal, porque no estabamos muy seguros de que pudiéramos salir.
La hierba estaba todavía húmeda y parecía casi negra en aquellos momentos en que el sol se ponía. Al llegar a la cabaña de Hagrid llamé a la puerta y una voz contestó:
—Adelante, entren.
Hagrid estaba sentado en mangas de camisa, ante la mesa de madera limpia; Fang, su perro jabalinero, tenía la cabeza en el regazo de Hagrid. Bastó echar un vistazo para darse cuenta de que Hagrid había estado bebiendo. Delante de él tenía una jarra de peltre casi tan grande como un caldero y parecía que le costaba trabajo enfocar bien las cosas.
—Supongo que es un récord —dijo apesadumbrado al reconocernos—. Me imagino que soy el primer profesor que ha durado sólo un día.
—¡No te habrán despedido, Hagrid!—exclamó Hermione.
—Todavía no —respondió Hagrid con tristeza, tomando un trago largo del contenido de la jarra—. Pero es sólo cuestión de tiempo, ¿verdad? Después de lo de Malfoy...
—¿Cómo se encuentra Malfoy? —preguntó Ron cuando nos sentamos—. No habrá sido nada serio, supongo.
—La señora Pomfrey lo ha curado lo mejor que ha podido —dijo Hagrid con abatimiento—, pero él sigue diciendo que le hace un daño terrible. Está cubierto de vendas... Gime...
—Todo es cuento —dijo Harry—. La señora Pomfrey es capaz de curar cualquier cosa. El año pasado hizo que me volviera a crecer la mitad del esqueleto. Es propio de Malfoy sacar todo el provecho posible.
—El Consejo Escolar está informado, por supuesto —dijo Hagrid—. Piensan que empecé muy fuerte. Debería haber dejado los hipogrifos para más tarde... Tenía que haber empezado con los gusarajos o con los summat... Creía que sería un buen comienzo... Ha sido culpa mía...
—¡Toda la culpa es de Malfoy, Hagrid!—dijo Hermione con seriedad.
—Somos testigos —dijo Harry—. Dijiste que los hipogrifos atacan al que los ofende. Si Malfoy no prestó atención, el problema es suyo. Le diremos a Dumbledore lo que de verdad sucedió.
—Si de alguien fue la negligencia es Malfoy; él lo quería.
—Sí, Hagrid, no te preocupes te apoyaremos —confirmó Ron.
De los arrugados rabillos de los ojos de Hagrid, negros como cucarachas, se escaparon unas lagrimas. Atrajo a Ron y a Harry hacia sí y los estrechó en un abrazo tan fuerte que pudo haberles roto algún hueso.
—Creo que ya has bebido bastante, Hagrid —dijo Hermione con firmeza. Cogió la jarra de la mesa y salió a vaciarla.
—Sí, puede que tengas razón —dijo Hagrid, soltando a Harry y a Ron, que se separaron de él frotándose las costillas. Hagrid se levantó de la silla y siguió a Hermione al exterior; con paso inseguro.
Oí una ruidosa salpicadura.
—¿Qué ha hecho? —dijo Harry, asustado, cuando Hermione volvió a entrar con la jarra vacía.
—Meter la cabeza en el barril de agua —dijo Hermione, guardando la jarra.
Hagrid regresó con la barba y los largos pelos chorreando, y secándose los ojos.
—Mejor así —dijo, sacudiendo la cabeza como un perro y salpicándolos a todos.
—Por cierto...—me levante nerviosa y todos me miraron—. Tendrás algo de comer para mi hijo...
Saque de mi abrigo a Cody III, Hermione dio un brinco y Hagrid agrandó los ojos sorprendido, al igual que Ron; sin embargo Harry se veía confundido.
—¿Que es eso?
—Eso, Harry, es un escarbato..—comenzó a decir Hagrid, Cody III ya trataba de salirse de mis manos, ahora en un nuevo ambiente trataba de buscar algo brillante.
—¿Como pudiste traer un escarbato a Hogwarts?—murmuró Hermione.
—¡No quise hacerlo! ¡Cody III se metió en la maleta!
—¿Lo llamaste Cody III?—preguntó Ron.
—Solo Cody no suena bien—me justifique—. Y Hagrid....¿podrías...
—Ah si claro, claro—dijo rápidamente poniendo en una cerámica unos pedazos de carne, Cody III comenzó a comer rápidamente.
—Si saben que tengo un escarbato aquí en Hogwarts probablemente me suspendan o me expulsen...—Cody III se había comido rápidamente el plato, y ahora parecía tener sueño—. Y necesito una jaula llena de cosas brillantes también ¿pueden ayudarme?
Todos asintieron
—Habéis sido muy amables por venir a verme. Yo, la verdad...
Hagrid se paró en seco mirando a Harry y en especial a mi; como si acabara de darse cuenta de que estábamos allí:
—¿QUÉ CREEN QUE HACEN AQUÍ? —bramó, y tan de repente que dimos un salto en el aire y escondi a Cody III—. ¡NO PUEDEN SALIR DESPUÉS DE ANOCHECIDO, HARRY! ¡TÚ Y LAILA! ¡Y VOSOTROS DOS LOS DEJÁIS!
Hagrid se acercó a Harry con paso firme, lo tomó del brazo y lo llevó hasta la puerta.
—¡Vamos! —dijo Hagrid enfadado—. Los voy a acompañar a los cuatro al colegio. ¡Y que no los vuelva a pillar viniendo a verme a estas horas! ¡No valgo la pena!En este libro notarán pequeñas pistas del crush de Draco hacia Laila...
IMPORTANTE: Haré un vídeo en donde todos los shipps de mis fanfics tendrán una parte del vídeo, ¡Laila también! Pero como aquí no hay shipp definitivo será Harry/Laila/Draco.
Pero el vídeo será cuando llegue a 1k de seguidores (es que el vídeo demorará un montón xdxd)
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Laila Scamander y El Prisionero De Azkaban
Fanfic#3 Morgana Ese nombre se repetía constantemente en la cabeza de Laila. Morgana, Morgana, Morgana... Pero ese no es el único problema de Laila, en su tercer año sus abuelos le tienen completamente prohibido de volver a Hogwarts, cuando el asesino, Si...