34: Navidad

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Lo siento pero adoro la alfombra de Aladdin xd

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Lo siento pero adoro la alfombra de Aladdin xd

—A...a Harry, le dieron una saeta de fuego—comenzó a explicarme Hermione—. De parte anónima.

—¿Una Saeta de Fuego?—rei—. ¡Hermione esa vale más que mi casa! ¡Es imposible que a Black la halla comprado para Harry y en cuanto a esta alfombra ¡están prohibidas! por lo que mucho menos pudo entrar a la tienda y pedirla.

Salí de la alfombra solo para que Crookshanks que apenas habia visto entrar comenzará a restregarse sobre mi regalo, que al parecer le gustaba mucho.

—¡Hasta al gato le gusta! ¡Y tiene gustos muy raros, como comerse a Scabbers!

Hermione suspiro.

—¿Vas a ir a desayunar? No estuviste en la cena.

—No tengo hambre—dije, luego toque el símbolo en mi muñeca—. En realidad me voy a quedar a leer.

Hermione se quedó callada un par de segundos antes de hablar de nuevo.

—¿Te sientes bien?—preguntó extrañada—. Estás segura que no tienes fiebre? Suenas algo...rara.

—Si, tú ve y come—dije dándole una palamadita—. Y dile a Harry que es un tonto de mi parte.

—Ron ya se lo dijo—Hermione me respondió—. Repetidas veces.

Sonreí.

Le deje a Cody III su comida junto a Castiel, sabiendo que mi howruckle que era dos veces más pequeño que mi escarbato sería su niñera. Me lleve a James conmigo porque...bueno casi nunca puedo dejarlo solo. Estaba feliz de no cruzarme con nadie en mi camino hasta que vi a la profesora McGonagall, comencé a darme la vuelta lista para correr pero ella me detuvo.
—Scamander, no corras—me advirtió, yo cerré los ojos y luego me di la vuelta dándole una de mis mejores sonrisas.
—Minnie, ¿una encantadora mañana no cree?
—No te vi en la cena de anoche, ni el desayuno. Y no quiero que andes por allí, desmayándote—me aviso, yo le sonreí.
—Por supuesto que no, para eso están mis provisiones se Dulce—y tenía razón, siempre guardaba pasteles o grageas.
—Segura que estas bien?
Yo asentí.
—Oki Doki—respondi, ella suspiro antes—. No cuentes esto como un regalo, si no como...—saco algo en un pequeño envoltorio, curiosa lo abri, eran unas bolas de caramelo de colores sin embargo el paquete estaba lleno de polvo
—Genial...gracias...caramelos rancios...
—No estan rancios—me aseguró—. Tu madre los hizo, ella tenia...cierta obsesion por el azucar. No se echan a perder, su duracion es infinita, por alguna razon estaba en los objetos confiscados por el señor Flich.
—Gracias A Merlin no se las comio él—susurre luego vi a McGonagall con una sonirsa—. ¡Feliz Navidad profesora!
Ella sonrio un poco.
—Feliz Navidad, Scamander—me puso una mano en le hombro antes de seguir por donde iba, me guarde los caramelos en el bolsillo, y segui mi camino, me asegure de no crusarme con nadie, aunque siendo Navidad Hogwarts casi estaba vacio, llegue a el pequeño lugar que Harry y yo habiamos descubierto, siendo que no habia sol y estaba nublado, no se veian los lindos colores del vitral del techo, en realidad estaba oscuro, puse fuego en lo que parecía una pequeña chimenea y fui a ver los libros que estaba guardados, mas especificamente el libro raro que no habia entendido, solo que esta vez cuando lo abrí las páginas estaban escritas en español, el antiguo papel estaba lleno de palabras escritas en tinta roja. Me senté en el sillón junto a el fuego, comenzando a leerlo desde la primera página.

Laila Scamander y El Prisionero De AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora