Capitulo 1

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El taxi me deja frente al Conservatorio, así que agarro mi maleta, pago y bajo lo más rápido que puedo ya que el humo del cigarro del taxista está empezando a asfixiarme.

Me paro frente al edificio aun agarrando mi maleta con las dos manos y siento que el corazón me va a estallar de tan rápido que late.

El Conservatorio de Música de Sydney es la universidad más antigua de la nación, una de las principales y más renombradas universidades del país, así como también de toda Oceanía.

Y yo había conseguido una beca. No sin antes luchar y esforzarme mucho. Pero al final resultó ser cierto: estaba aquí, frente a la universidad de mis sueños.

Camino por el verde césped del campus y algún que otro estudiante me mira, así que bajo la cabeza y mi cabello tapa mi cara lo suficiente como para que nadie la vea.

Estoy nerviosa y las manos me tiemblan, así que agarro con más fuerza la maleta y apresuro el paso para adentrarme en la universidad; el campus se me está haciendo eterno.

Por fin entro y su belleza me deja pasmada, pero no vine a estudiar arquitectura, de hecho no tengo ni idea de que están hechas la mayoría de las cosas. Pero me atrevo a decir que el Hall es una sala amplia, moderna, con sillones grandes que, por el brillo que tienen, sé que son de cuero. En el suelo, grabado en las baldosas, está el lema de la universidad: Sidere mens eadem mutato. Que significa: «Aunque las constelaciones cambian, la mente es universal»

Me acerco a la recepción e intento llamar la atención de la mujer tras el escritorio solo con mi mirada, pero como sigue masticando su chicle y haciendo "clic" con el ratón como si nada, hablo en apenas un susurro:

-Disculpe...

Ella me mira y yo dejo la maleta en el suelo ya que mis dedos están empezando a quedarse sin sangre.

-¿Sí?

Le tiendo un papel arrugado de mi bolsillo con mi inscripción en la universidad y la beca. Rápidamente recoloco mis gafas y ella me mira.

-Dame un segundo, cielo -se giró de nuevo hacia el ordenador y tecleó un par de cosas.

Dejo que trabaje y desvio la mirada por las paredes. Cuelgan algunos retratos de alumnos ejemplares y profesores, diplomas, personajes famosos que visitaron la universidad...

-Señorita Thompson -me dice la recepcionista interrumpiendo mi visita turística por las paredes. La miro y ella me da dos llaves y una hoja-. Estas son las llaves para su taquilla y su habitación, y aquí -señala la hoja-, tiene los horarios de las clases.

Le echo un vistazo y no me sorprende ver materias que detesto.

-Las habitaciones de las chicas están en el tercer piso. Buena suerte, y bienvenida -me regala una sonrisa y vuelve a meterse en su mundo.

<<¿Buena suerte?>>

Sacudo la cabeza y camino al ascensor arrastrando mi maleta. Cuando la dejo en el ascensor, este chirría y presiono rápidamente el botón donde pone "3".

Parece que estoy sola en toda la universidad cuando bajo del ascensor. No pasa ni un alma por aquí. Me asomo por el hueco de las escaleras y no veo a nadie. Un sudor frío me recorre la espalda y empiezo a pensar que todo esto ha sido una broma pesada.

Camino vagamente mirando el número de las habitaciones hasta que encuentro la que coincide con el número grabado en una de las llaves.

-Habitación 205... -susurro para mí e introduzco la llave en la cerradura, la giro y escucho un "clac". La puerta cede, y se abre mostrándome una habitación con dos camas.

Paso y cierro la puerta tras de mí. Las paredes son blancas y el suelo es de madera, creo que se llama parquet. Una de las paredes está totalmente cubierta de pósters de muchas bandas. Algunas de pop, otras de rock y otras heavy. La otra pared esta desnuda.

Las sábanas y colcha de la pared de  los pósters eran de muchos colores y parecían salpicadas de pintura. Como si hubieran cogido una sábana blanca y hubieran tirando cubos de pintura rosa, verde, azul, naranja y amarillo por encima. No era tan desagradable como suena. La otra cama permanecía con sábanas blancas y uns colcha gris muy sosa.

Por último, los cajones que había bajo la cama, estaban abiertos y llenos de ropa, y los de la cama contraria cerrados y supongo que vacíos.

Dejé la maleta sobre la cama y empecé a deshacerla guardando las cosas en los cajones.

Miro la cama contraria de reojo y tanto color me hace daño en los ojos, pero aun así me permito sonreír ligeramente.

Termino de colocar todo después de media hora y ahora mi lado de la habitación no es tan triste como parecía. He añadido algunos retoques en la pared: fotos, trozos de partituras y un póster en el que aparece un hermoso violín. Ya he dejado mi huella aquí.

Estoy terminando de clavar una partitura con una triste chincheta roja cuando la puerta se abre.

-¡Oh! ¡Al fin has llegado compañera de cuarto!

Miro de reojo a la chica que me sonríe desde el umbral y pestañeo.

-Sí... umm... hola -muevo mi mano a modo de saludo y miro la pared con intención de seguir con mi trabajo de decoración.

-Me llamo Rose, ¿y tú?

¿Debería contestarla? No estoy aquí para hacer amigos...

-Lena Thompson -contesto sin mirarla y clavo la partitura a la pared. Presiono la chincheta para que termine de clavarse.

-Espero que nos hagamos muy amigas.

Suspiro y retiro las manos de la chincheta.

-No estoy aquí para hacer ami...

-Lo sé, eso decimos todos al principio -se sienta en su cama interrumpiéndome y me giro para mirarla-. Porque es nuestro sueño, blah, blah. Ya sabes, esas cosas. Pero es más fácil con amigos.

Me ofrece una sonrisa cálida y confidente.

La inspecciono con la mirada y recoloco mis gafas para enfocarla mejor: Pelo largo, liso y de un tono morado berenjena. Ojos grandes, redondos y grises, pero no sosos como la colcha de mi cama, sino alegres. Nariz pequeña y respingona. Labios finos pintados de negro y pecas por toda su cara.

En mi opinión, no le pega para nada el nombre de Rose.

Ella se remueve incómoda ya que llevo un rato observándola con ojos de halcón y carraspeo.

-Discúlpame, no quería... incomodarte.

Vuelvo a darme la vuelta observando mi trabajo en la pared.

-Eres un poco rara, ¿no?

-Todo el mundo es raro a su manera -le respondo haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia-. Tú también lo eres.

-No sé si tomármelo como algo bueno.

-Para mí lo es -me giro para verla y me da tiempo a ver su sonrisa. No me había fijado que tiene un aro en el labio.

-Entonces gracias, Lena. Será un placer tenerte como compañera.

Le regalo una sonrisa ladeada.

-Lo mismo digo, Rose.

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Bully (Ashton Irwin Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora