Corrin y Azura permanecían sentados junto al río que atravesaba aquel bosque, disfrutando de sus últimos momentos juntos. El joven mantenía su cabeza apoyada en el hombro de su esposa, mientras ella jugaba con las gotas de agua que se formaban entre sus dedos.
Las copas de los árboles se mecían de un lado a otro con delicadeza, dejándose llevar por la suave brisa que invadía aquel pequeño paraíso en mitad del bosque. Una libélula rojiza revoloteaba sobre la superficie del río, que transcurría sin prisa, fluyendo con total libertad, esquivando las rocas que se interponían en los laterales de la corriente acuática.
En ese momento, un extraño calor recorrió el cuerpo del joven rey, quien se separó un poco de Azura para erguirse en pie. Ella lo imitó, observando los misteriosos brillos rojizos que comenzaban a formarse en los iris de sus ojos.
- Será mejor que nos separemos a partir de ahora - advirtió Corrin, mirando con recelo al cielo, que empezaba a iluminarse poco a poco - Está a punto de amanecer y Éxora empezará a echarme en falta.
Azura asintió con levedad, agachando la cabeza mientras desviaba la mirada a otro lado. Corrin la abrazó con fuerza, besando su cabello con cariño.
- Eh, pequeña. Mírame - susurró, haciendo que ella levantase la cabeza para mirarlo a los ojos. - Esto no es una despedida, ¿de acuerdo? Tan solo es un "hasta luego". Un recordatorio de que volveremos a vernos pronto.
- ¿Cómo estás tan seguro? - murmuró ella, sombría, con un sutíl nudo en su estómago.
Corrin sonrió. Cogió su mano izquierda y jugueteó con uno de sus anillos. Le dió una vuelta a uno de ellos, sutilmente, mostrando la otra parte de la joya.
- ¿Qué pone? - susurró él con cariño.
- Corrin, no...
- Vamos - la animó. - Léelo... - hizo una breve pausa para mirarla con todo el amor de su corazón a sus orbes dorados. - Por favor...
Azura suspiró, mirándolo fijamente, con los ojos vidriosos y la mandíbula apretada, mordiéndose el labio inferior para mantener la compostura.
- Siempre a tu lado... - recitó, de memoria, después de haber leído aquel grabado miles de veces.
- ...siempre juntos... - concluyó él, entrelazando los dedos de su mano con los de ella. - ¿Alguna vez he renunciado a alguna de mis promesas?
La joven negó con la cabeza, confiando en él. Lo miró de nuevo, con rectitud, imponiendo su carácter infranqueable sobre la situación.
- ¿Volveremos a vernos? - preguntó, esperanzada de volver a reencontrarse con su esposo, de que todo se arreglase de una vez.
- No lo preguntes - respondió él, risueño, mientras le acariciaba la mejilla con ternura. - Afírmalo...
- Volveremos a vernos - afirmó, algo más animada.
Corrin la besó con cariño en los labios, dándole un fuerte abrazo antes de desaparecer entre la espesura del bosque, corriendo todo lo rápido que podía.
Azura volvió junto a sus compañeros con rapidez, transportándose con la luz del amanecer. Trateva corrió a abrazarla, pero Azura quiso mantener la compostura, por lo que, después de un corto achuchón, se separaron y volvieron a centrarse en el asunto que les convenía ahora mismo: llegar hasta Nestra de una vez y adentrarse en el castillo Qalaga sin ser vistos.Kagero tocó a la puerta con discreción, esperando a que su rey le permitiese pasar. La joven ninja abrió la puerta un par de segundos después, acercándose con rapidez a la mesa en la que Ryoma permanecía sentado, escribiendo una carta.
- Señor - lo saludó la muchacha - Traigo noticias de Nohr. La reina Effie ha respondido a su misiva.
- Gracias, Kagero. Por favor, dile a mi esposa que firme esta carta y la envíe a Nohr. - pidió, entregándole la misiva a la joven.
- Así se hará, Majestad. ¿Necesita algo más? - preguntó mientras guardaba la carta en el bolsillo de su chaleco rojizo.
- Sí. Por favor, ve al cuartel general que la Orden Vallesa mantiene al este del reino y trae de vuelta a mi hermana, vamos a necesitar su ayuda.
- ¿Y qué hay del príncipe Takumi? - preguntó la joven.
Ryoma se recostó contra su asiento, frotándose la sien mientras se mordía el labio inferior. Suspiró, mientras se levantaba y salía de su despacho, seguido de Kagero. Llevó a la joven hasta la sala de reuniones, se acercó a la mesa que presidía la sala y desplegó un plano en el centro de la mesa. Señaló un punto en medio del mapa, indicando la zona noroeste del reino vallés.
- Takumi me escribió hace poco... - confirmó el joven, sin despegar la mirada del mapa. - Él y Leo tuvieron un encontronazo con Kismena hace un par de días. Hemos acordado que ellos dos seguirán su camino hacia Nestra... Piensan que Azura sigue viva, y creo que no se detendrán hasta que vean su inocente cadáver frente a ellos... - murmuró, cerrando los ojos para retener las lágrimas. Suspiró, intentando calmarse, antes de proseguir. - Xander y Effie enviarán sus tropas a los pueblos del norte, donde Kismena está reclutando soldados para su causa. Tal vez consigan pararla antes de que llegue a Cyrkensia.
- Señor... - dijo Kagero, pensando todavía en la seguridad que transmitía el rey al afirmar la muerte de su hermana menor. - ¿No habéis pensado enviar a vuestras tropas a buscar a la reina? Tal vez aún quede una esperanza de...
- ¡BASTA! - exclamó Ryoma, clavando un puñal sobre la mesa, haciendo que Kagero retrocediera. - Retírate... - añadió, respirando poco a poco, intentando recuperar la calma.
- Sí, señor... - murmuró la muchacha, haciendo una reverencia antes de salir.
La joven ninja cerró la puerta con cuidado. Se ajustó su coleta alta y minuciosa y retiró parte de su flequillo lacio y oscuro, enfilando el pasillo que la llevaba a la sala de entrenamiento, absorta en sus pensamientos, preguntándose porqué su rey actuaba así, cuando sintió una presencia tras de sí.
Rápidamente, desenvainó un kunai y giró sobre sus talones para arremeter contra su atacante, quien esquivó su ataque con un giro lateral para después agarrarla con fuerza de la muñeca, impidiendo que siguiese atacando.
Camilla soltó la muñeca de Kagero al ver la cara de estupefacción que mostraba la muchacha, quien parecía no haber notado a su reina tras de sí.
- Señora... - murmuró, arrepentida, inclinándose con apuro. - Lamento muchísimo haberos atacado, Majestad. Por favor, disculpad...
- Tranquila, Kagero. No hace falta que te disculpes. - respondió la joven reina, alisando el bajo de su vestido, el cual perfilaba su pequeño vientre de dos meses y medio. - ¿Has visto a mi esposo?
- Si, señora. Está en la sala de reuniones, Majestad.
- Bien... - masculló, volviéndose para ir a buscar a Ryoma, cuando Kagero le agarró la mano derecha.
Camilla miró a la joven ninja, confusa, cuando ésta añadió:
- Majestad, el rey no se encuentra muy bien ahora mismo. Tal vez sea mejor dejarlo a solas...
- No te preocupes, cariño. Sé como tratar con mi esposo. - añadió la muchacha, soltándose de su agarre para cruzar el pasillo que desembocaba en el enorme salón de amplias cúpulas, decorada con inmensas cristaleras que servían como paredes.
Encontró a Ryoma apoyado en la mesa, clavando sus uñas, recubiertas por los guantes granates que se ajustaban a sus manos, en ella. Su armadura, reluciente y luminosa, parecía haber perdido todo su brillo y esplendor de repente. El rostro del joven rey era una máscara de angustia e impotencia que asombraron a Camilla, habituada a ver a su esposo animado, quien corrió hasta él para envolverlo en un reconfortante y comprensivo abrazo que Ryoma respondió al instante.
La joven notó como sus lágrimas se derramaban sobre su cuello, haciendo que un escalofrío recorriese su espalda, obligándola a cerrar los ojos con fuerza para mantenerse firme. Aún abrazada a Ryoma, Camilla vislumbró el puñal que permanecía recto, clavado sobre la mesa, formando un espeluznante ángulo de noventa grados.
Desvío la mirada al oír como las gotas de lluvia se estampaban contra el cristal de las ventanas en un sordo choque que resonaba una y otra vez en el interior de la sala.
Abrazó con más fuerza a su esposo, el cual había dejado de llorar. Acarició su curtido rostro, resbalando sus dedos por sus mejillas. Tenía los ojos hinchados y vidriosos, una triste sonrisa muerta en sus labios y la mirada perdida en los brillantes ojos de Camilla. La joven entendió su actitud, su necesidad por volver a empezar después de casi dos meses desde la muerte de Corrin y un mes desde la desaparición de Azura, de la cual no sabían absolutamente nada.
- ¿Estás mejor? - susurró Camilla, mirándolo con cariño.
El joven rey asintió, con la cabeza aún algo gacha.
- Todo lo bien que se puede estar, supongo. Aunque, a veces...
- A veces vuelves a mirar atrás para volver a empezar. Lo entiendo - murmuró, enredando sus dedos entre sus mechones castaños - Todo esto está siendo muy duro para todos, y a veces necesitamos soltarnos, llorar en un rincón a solas hasta quedarnos sin respiración, desaparecer de este mundo un instante... Porque eso te recuerda que estás vivo y, que a lo mejor, no siempre llega la paz tras la tormenta. - hizo una breve pausa, dejando que una lágrima rodase por su mejilla izquierda.
Ryoma la pegó más a él, rodeando su vientre y su espalda en un fuerte abrazo. La joven enterró el rostro en su cuello, suspirando profundamente, cuando oyó la voz de su esposo, dulce y sonora.
- Puede - masculló - Solo tenemos que aprender a vislumbrar los rayos de sol entre las nubes, o tal vez esperar a que su calor alcance nuestra piel en una suave caricia que nos devuelva la vida...
- Puede... - respondió en un susurro casi mudo, llevando la mano de Ryoma a su vientre, intentando sonreír para sí mientras aún veía el rostro de sus hermanos, clavado a fuego en sus pupilas.- A ver, creo que me he perdido - farfulló Afachi, frotándose la sien con ahínco.
- Es muy sencillo - respondió Vessperion, algo cansado después de haber repetido el plan unas cinco veces. - Llegaremos a Nestra mañana a primera hora, antes de que el sol salga por el horizonte...
- ¡Y entonces atacamos! - exclamó Trateva, emocionada después de tanto tiempo sin medir su fuerza con nadie que no considerase su familia.
- No, Tev... - murmuró Azura, sonriente.
- Chicos, por favor, centraos... Bueno, como decía - continuó el medio dragón, apoyado en una roca, sentado sobre el suelo pedregoso. - Llegaremos cuanto antes a Nestra, cruzaremos la frontera sin ser vistos y llegaremos a Cyrkensia antes del mediodía. ¿Vais bien? - preguntó, sarcástico.
- Venga, hombre - masculló Afachi, haciendo aspavientos con los brazos - Que somos algo lentos, pero no tanto.
- Eso dilo por tí - río Trateva - Yo me he enterado a la primera.
Afachi bufó, provocando las risas entre el resto de sus compañeros.
- Vale, ya - cortó Azura, activa. - Seguimos...
- Cuando lleguemos a Cyrkensia, camuflados entre la multitud, nos instalaremos en una posada para poder repasar y detallar los últimos detalles.
Los dos espadachines y la joven reina asintieron.
Azura permanecía sentada sobre una roca, apoyando la cabeza en su lanza, dispersa a ratos.
- ¡Y entonces atacamos! - volvió a exclamar Trateva.
- No... - río Azura.
- Luego yo soy el lento... - murmuró Afachi entre dientes, cuando recibió una colleja de su novia, quien lo miró con desaprobación.
- No, la acción no tendrá lugar hasta un rato después. Yo me quedaré en la posada junto a Azura preparando una pócima especial que usaremos para dormir a Himbira, mientras vosotros salís a buscar un par de cosas que necesitaremos para entrar esa misma noche en el castillo Qalaga.
- ¿Y si alguien descubre que no somos nestrios? - comentó Trateva, jugando con una de sus coletas rubias.
- Contamos con nuestros dotes como actores - murmuró Azura, mirando a su amiga con plena confianza en ella.
- Si de eso dependemos estamos todos muertos... - dijo la chica, recostándose contra un joven manzano que crecía fluidamente en aquel extraño claro, el cuál presentaba un terreno parcialmente pedregoso y sorprendentemente fértil.
- Tranquila... - sonrió Afachi, acercándose a ella para rodearle los hombros con un brazo. - La magia está de nuestro lado.
- Entonces si tenemos alguna posibilidad... Pero, no entiendo. ¿Cómo vamos a colarnos en el castillo nestrio?
- Esa es la mejor parte... - sonrió Vessperion, utilizando su magia para reproducir un plano en tres dimensiones del castillo al completo. - Nos haremos pasar por dos jóvenes parejas de nobles nestrios provenientes del oeste y usaremos todos los trucos que haga falta para pasar totalmente inadvertidos.
«Una vez dentro, Afachi introducirá en las bebidas del banquete este líquido especial. - dijo, mostrando un pequeño frasco en el que se veía, a través del impoluto cristal, un líquido azulado - Solo le hará efecto a ella - aclaró - así que no hay problema. Trateva y yo nos encargaremos de distraer a la Guardia Real Nestria, mientras Azura sigue a Himbira hasta sus aposentos, sola.»
«La pócima no tardará en surtirle efecto, así que lo más probable es que la encuentres tirada en el suelo. No te asustes si delira... A partir de aquí, lo único que tendrás que hacer es inspeccionar a fondo su alcoba.»
- ¿Y qué tendré que buscar exactamente? - preguntó la joven, mirando fija e interrogativamente a su compañero de ojos verdosos.
El muchacho volvió a utilizar su magia, desvaneciendo el plano del castillo para mostrarles una imagen exacta de la habitación de la joven emperatriz. Al fondo, tras subir unas cuantas escaleras para llegar a una especie de observatorio dentro de la alcoba, se mantenía en pie una pequeña mesa redonda de fuertes patas decoradas como si fuesen las raíces de un árbol, sobre la cuál se erguía orgullosa una luminosa bola de cristal, que les llamó a todos poderosamente la atención.
- De acuerdo - murmuró Azura, grabando en su mente todos los detalles que creía necesarios - ¿Y luego qué?
- Luego, simplemente, hazme saber que lo tienes. No hará falta que hagamos nada más.
Azura asintió, sujetando su lanza con fuerza. Trateva los miraba a todos, confusa.
- Sigo sin entender nada... ¿Dónde está la acción? No sé vosotros, pero mi espada está pidiendo a gritos que la utilicen.
- La acción vendrá luego, tranquila - sonrió Vessperion - Aunque, en mi opinión, esa parte es mejor improvisarla.
- ¡Bien! - exclamó Trateva, haciendo reír a Azura y a Afachi.
Los cuatro siguieron un buen rato más ultimando detalles esenciales, bañados por los últimos rayos de sol, charlando en aquel inhóspito claro.
Cuando ya el sol se había puesto por el horizonte, decidieron emprender el camino hacia Nestra, ansiosos por llegar, sin saber todavía todo lo que estaba por venir...Holi🙋🙌😊😜 Aquí os dejo el capítulo 31📖💗 Espero que os esté gustando la historia y... ¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!😘👏👏👏🎆🎈🎄🎀🎉🎉🎉🎊 Gracias por leer y felices fiestas.💕💞💖
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Fire Emblem Fates II: Amanecer
Fanfiction(Segunda parte de Fire Emblem Fates: Unión) La mayoría de personajes de esta historia pertenecen a Nintendo y a Intelligent System. La historia es 100% mía. Han pasado cinco meses desde que Corrin y Azura derrotaron a Anankos y le devolvieron la lib...