Estaba apoyada en la balaustrada de su balcón, leyendo la carta de despedida que le había escrito Effie. Ella y Xander habían tenido que regresar a Windmire repentinamente y no habían tenido tiempo para poder despedirse como debían.
Suspiró, terriblemente cansada, y rozó con cuidado el papel tan delicado en el cual su cuñada había escrito la carta. Se había pasado varios días terminando de curar a Afachi, quien se había reincorporado a la Guardia hacía apenas dos horas. Taita le había enseñado como curar los síntomas de aquel horrible hechizo, proporcionándole cierta seguridad para lo que tenía en mente.
No se lo había contado a nadie, ya que era muy probable que la retuviesen en el castillo contra su voluntad. Tenía pensado emprender un viaje hacia la frontera con Nestra para tratar de encontrar a su esposo y recavar toda la información posible sobre aquella extraña magia. A solas, por supuesto... No podía permitir que nadie más saliese herido o malparado, por lo que, si tomaba alguna decisión, sería para llevarla a cabo ella y solo ella. Pero había más problemas que impedían su plan de fuga. Estaba embarazada y tenía que anteponer el bienestar de su bebé al del suyo propio, y, por con siguiente, a sus intereses.
Con un suspiró pesado cerró los ojos, intentando encontrar una solución a sus problemas.
Jugueteó con uno de los mechones que escapaban a su trenza mientras observaba con disimulo la figura de Takumi perdiéndose en los jardines. Se movía con rapidez entre los setos, mostrando un gesto serio y firme, poco común en él. Sonrió, preguntándose donde había quedado aquel niño inquieto y miedoso que una vez deseó que se los tragase la tierra. Bajó un poco más la mirada para encontrarse con la cantarina risa de una muchacha de cabellos castaños. Notó que su hermano se había percatado de su presencia, por lo que después de mandarle un rápido beso de buenas noches se internó en silencio en su alcoba, dejándole a ambos chicos cierta intimidad.
Corrió un poco las finas cortinas que adornaban los ventanales y salió de su alcoba para dar un relajante paseo nocturno. Sin mucha prisa, recorrió uno a uno los laberínticos pasillos del castillo, dejando que el portentoso silencio recubriese las paredes. Salió a los jardines traseros y se sentó bajo un roble que crecía sin mucha persistencia. Apoyó la cabeza contra el tosco tronco del árbol mientras dejaba que sus piernas reposaran sobre sus agigantadas raíces. Las hojas de aquel roble se movían de un lado a otro, siguiendo un ritmo algo irregular e inestable que Azura no llegó a entender.
De pronto, oyó un suave silbido, casi como un susurro, y asomó la cabeza para ver de donde provenía. Distinguió sin dificultad la figura de Hinoka atravesando el jardín, seguida de Camilla, que mostraba un aspecto más maduro y formal que de costumbre.
- Cada día nos parecemos más - río Azura, sentada sobre la hierba, llamando la atención de sus hermanas. - Y yo que pensaba que era la única chica seria de esta familia...
- Será que el hecho de que vaya a ser mamá me está haciendo cambiar. - sonrió la muchacha de cabellos púrpuras mientras se sentaba a su lado. - ¿Cómo estás? ¿Estás bien? - le preguntó a su hermana menor, tratando no sonar muy brusca.
- Todo lo bien que se puede estar, supongo... - murmuró mientras estrechaba la mano de su otra hermana que se había sentado en el otro lado.
Camilla le dirigió una cálida sonrisa como respuesta, sin saber muy bien que responder.
- ¿Habéis visto a la nueva novia de Takumi? - dijo Hinoka, intentando cambiar de tema. - Pobre chica, no sabe en que familia se mete...
- Sí - murmuró Azura - Lo cierto es que no somos muy normales.
- Pero estamos muy unidos - continuó Camilla - Eso es lo que verdaderamente importa.
- Aún así...me da pena, ¿sabéis? Takumi es un chico muy inestable y siempre anda de aquí para allá. No sé, creo que se precipita al comprometerse con alguien de esa manera...
- ¿Más que Corrin y yo? - murmuró la joven de cabello celeste - Imposible. Mírame - rió - apenas tengo diecinueve años y ya estoy embarazada.
- «Y viuda» - pensaron Camilla e Hinoka, pero no se atrevieron a bromear sobre el tema.
- No es lo mismo, Az. Vosotros siempre fuisteis distintos.
La joven clavó su mirada en Camilla, que dejó de hablar durante un instante, agobiada bajo el semblante expectante e inesperado de Azura.
- ¿Distintos en qué? - preguntó.
- En todo... - susurró Hinoka.
- Simplemente erais la pareja perfecta - añadió Camilla, temiendo la reacción de su hermana.
La joven cerró los ojos y se dejó caer sobre el tronco del roble, aguantando las lágrimas.
- Az... - murmuró Hinoka, comprendiendo lo insensibles que habían sido.
- Calla - masculló, distante - Callaos por favor. No me lo recordéis más...
Hinoka se volvió, dándole la espalda. Camilla se irguió, arrepentida y se despidió de Azura con un beso en la mejilla. La joven princesa hoshidana tampoco duró mucho más allí. Abrazó a su hermana y se alejó por un pequeño sendero que discurría paralelo a un pequeño riachuelo.
Azura permaneció un buen rato más allí, viendo como el curso del río se mantenía constante, como las aguas discurrían sin pausa.
- Perfectos... - murmuró entonces - Me gustaría saber que es lo que entienden por esa simple palabra, que a la vez es tan sumamente compleja.
Cerró los ojos con un suspiro y decidió esperar allí mismo a que llegase mañana. Reprimió un bufido al recordar que mañana tenía una importante reunión muy temprano, en la Sede del Congreso.
Se recostó contra el tronco, envolvió su abultado vientre con ambas manos y dejó que su mente volara, intentando conciliar el sueño.
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Fire Emblem Fates II: Amanecer
Fiksi Penggemar(Segunda parte de Fire Emblem Fates: Unión) La mayoría de personajes de esta historia pertenecen a Nintendo y a Intelligent System. La historia es 100% mía. Han pasado cinco meses desde que Corrin y Azura derrotaron a Anankos y le devolvieron la lib...