Capitulo 17

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Layla.

Abrí mis ojos lo más lento que se me había hecho posible, me dolían, me pesaban mucho, sentía como que cada vez que parpadeaba tratando de acostumbrarme a una luz que me cegaba era como si me apuñalaran, me dolía todo, absolutamente todo.
Pero dolía, y a la vez no sentía nada. Sentimiento raro de explicar y difícil de entender.
Termine de abrir los ojos y aun dolían, pero los termine completamente de abrir cuando note que no estaba en mi casa, estaba en un cuarto desconocido, lleno de máquinas y en la oscuridad.
Comencé a llorar al darme cuenta que no podía gritar ni llamar a alguien porque mi garganta ardía. Mis ojos se habían llenado de lágrimas, quería gritar y no podía, mis gritos no se escuchaban.
Cuando reaccione moví las manos y no las tenía atadas, moví mis piernas;
Tampoco.
aquise levantarme pero en ese momento me di cuenta de que tampoco podía.
¿Qué estaba pasando?
Comencé a tocar mi cuerpo con mis manos y me detuve en mi estómago;
Estaba atado.
Grite lo más que pude que no fue mucho. Me ardían los ojos de llorar tanto en tan poco.
Busque y estire mis brazos lo más que pude, hasta que encontré una lámpara a mi lado.
La encendí, pero no alumbraba mucho, no podía ver donde estaba aún.
Toque todo lo que estaba a mi alrededor encontrándome con algo chiquito y sin querer lo apreté.
Lo subí y pude ver que era un botón.
De repente todas las luces se prendieron y entro una mujer de baja estatura, rubia y algo anciana.
-¡Oh querida!
Vi con un temor notable a mi alrededor sin entender aun donde estaba hasta que vi en letras enormes un ''Memories Urgency Hospital''
Claramente estaba en un hospital.
-No llores linda, no estés asustada.
¿Por qué estaba aquí? No recordaba nada.
-¿Cómo es tu nombre? ¿Lo recuerdas?
-Layla, Layla Gates.
-¿Gates? Si no lo recuerdas debes decírmelo.

-Es Gates.
-Qué raro, en esta lista figura que tu nombre es Layla Stanford.
¿Ah?
-Tuviste un accidente linda.
-¿Qué?

Ella con sus manos seco mis lágrimas, mi voz estaba temblorosa, y estaba muy asustada.
-No señora ¿Quién me trajo aquí? ¿un accidente de qué?
-Tu hermano linda, tu hermano y tu novio. Tuviste un accidente de auto.
¿Mis qué?
-Yo y ¿mis qué?
-Estuvieron esperando aquí toda la noche porque tuvimos que internarte y operarte.
-¿Qué tengo? ¿De qué me operaron? ¿Accidente de qué?
Me dolía hablar, pero necesitaba encontrar respuestas.
-Muchas preguntas querida, no hables que te dolerá más.
Ella sonrió.
-Tenías gangrena y tuvimos que sacarte la sangre que en palabras para que tu entiendas, seria sangre podrida, si seguía así te haría daño, se mezclaría con. la sangre pura y te causaría un cáncer porque se extendería e infectaría toda la sangre de tu cuerpo causándote septicemia
Me quede callada.
-Pudimos extraerte toda la sangre así que ya no tienes nada, pero tienes un yeso que cubre todo tu torso, tenías tres costillas quebradas.
¿Tres?
-Dentro de un mes podrás sacarte el yeso, Tranquila.
-Trato de entender, señora, pero yo no tengo ni hermanos ni un novio.
-Claro que sí, ¿No tendrás amnesia temporánea?
Negué con mi cabeza, claro que no.
-Su padre también estuvo aquí.
Al escuchar eso quise saltar de mi cama pero ella me detuvo.
-No, quédate quieta.
¿Había sido todo un sueño? ¿Nada había pasado? ¿Nunca estuve secuestrada?
-¿mi padre?
-Sí, señorita.
-Hare pasar a su padre ¿quiere?
-¡Claro!
Empecé a sonreír y ella al notar mi felicidad, sonrió también.
-Solo no te muevas mucho ¿Si?
Asentí. No entendía absolutamente nada, ¿había imaginado todo?
Ahora solo me interesaba ver a mi papa.
Mire a cada lugar memorizando aquella habitación, era pequeña, tenía un televisor y un pequeño sillón para las visitas, dos individuales, y estaba lleno de máquinas.
Escuche el sonido de la puerta abrirse y en la enfermera entro, vi una sombra detrás de ella y sonreí, volvería a ver a mi padre, pero había un problema, ese hombre; no era mi padre.
-¿Quién es este hombre?
Susurre. —Este hombre no es mi padre ¡Ayúdeme!
Él se acercó y toco mi rostro, acariciándolo.
-Cariño, soy papa ¿qué sucede?
-¡No me toques! ¡No se quede ahí parada ayúdeme este no es mi padre!
La señora me miraba preocupada.
-Linda él es Bill Stanford, es tu padre.
¡No él no lo era!
Susurre con todas mis fuerzas un "Ayudeme"
En ese momento, recordé todo, entendí todo. Aquel hombre, era Steven.
No había soñado nada, seguía secuestrada. Necesitaba pedir ayuda, era ahora o nunca.
-¡Señora por favor se lo suplico, estoy secuestrada, este señor no es mi papa!
-¿Qué?
-Cariño ¿Qué estás diciendo?
Él se apartó y se dirigió a la enfermera.
-¿No me había dicho que nada había afectado su cerebro? ¡No me reconoce!
-¡Es un ayudante de mis secuestradores, se lo suplico, soy la hija de Bill Gates! ¿No me reconoce? ¡Ayúdeme!
El volvió a acariciar mi rostro.
-¡No me toques!
Esta vez sí grite como pude. Y comencé a moverme tratando de librarme del trapo que sostenía mi torso a la camilla para poder correr.
-Llame a su novio ¡Ahora!
La mujer salió prácticamente corriendo en busca de quien fuera que sea mi novio.
Mi supuesto novio, sería uno de ellos y lo sabía. Eso me asustaba aún más.
Comencé a gritar.
-Mierda, Layla, escucha bien lo que te diré, pensaran que estás loca, y antes de que pueda llevarte a un psiquiátrico te mataran, contrólate, que te cambiamos, ya no eres Layla Gates, ya no eres ella, nisiquiera te pareces. Cambiamos tu documento, cambiamos tu cabello, tus ojos, absolutamente todo.
El no continúo, ¿Había cambiado qué? ¿Mi cabello? ¿Mis ojos?
No podía asimilar sus palabras.
La puerta se abrió y entro un Cameron desesperado a la habitación. Esta vez, cada parte de mí se paralizo, el no, cualquiera menos él.
-¡Mi amor!
El me beso en la mejilla y mis lágrimas sin pedir permiso salieron disparadas.
El me abrazo, tocando mi herida y gemí del dolor.
-Señor, salga de arriba de ella, le puede hacer daño.
Él se apartó, solo un poco.
Quería hablar pero simplemente yo no podía, se me era imposible. Mi miedo hacia Cameron era tan grande que me impedida decir alguna palabra.
-¿No recuerdas nada, mi amor?
No dije nada.
-Estaba tan preocupado por ti, Los médicos me dijeron que tienes anorexia.
Ahí sí, me petrifique.
Me tense a más no poder, mi corazón latía a mil por hora.
-Yo, yo estaba tratando de que ella se calmara para poder decirle.
Hablo la vieja enfermera.
-Cariño ¿Por qué? Eres tan preciosa y ¿te haces esto? Hablamos con los médicos y te internaremos en un centro de rehabilitación, pero antes saldremos de viaje, porque quiero estar un tiempo contigo, mi princesa.
Mi mente se centró en solo una cosa; Brazil.
El paso su mano debajo de las sabanas y toco mi estómago, cubriéndolo con toda su mano, abrazándome.
Mis lágrimas aumentaban y no podía saber cómo tenía tanta agua en el cuerpo.
Fue ahí cuando supe que estaba solo en ropa interior.

-Eres preciosa.

La enfermera miraba la situación con ternura mientras yo solo sentía asco.
Lo mire, suplicándole que sacara su mano de ahí.
-Por favor.
Susurre, con dolor.
Cerré mis ojos durante un segundo tratando de impedir las lágrimas que salían.
-Oh, princesa no llores.
Cuando el toco mi rostro para secar las lágrimas que caían, mi miedo se alejó y no aguante gritarle.
De la nada comencé a moverme desesperadamente.

-¡Señora él es mi secuestrador!

El me miraba con furia.
-¿Qué dices, princesa?
-¡No soy tu princesa hijo de puta!
Volví a tratar inútilmente de soltarme del puto trapo que me sostenía. Esta era la única oportunidad en la que podría llegar a salir.
El agarro rápido mi rostro, se acercó y me beso.
Me beso tan fuerte que mis labios dolían, su rostro se empapo de mis lágrimas que se resbalaban por nuestros labios.

Y ese fue mi primer beso, nuestro primer beso.

I Like Being AloneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora